miércoles, 26 de julio de 2017

Perfil: Leopoldo López, el ken político venezolano

No es necesaria una presentación del niño bien que se cree predestinado a llevar las riendas de la patria cuando sea el momento indicado. No hace falta presentar al papaúpa de la oposición, alma gemela política de Capriles pero con ambiciones propias mucho peor disimuladas; también mucho menos espalomao que el biperdedor.


(Nota de Misión Verdad: Con esta semblanza mínima de Leopoldo López inauguramos en la página la sección "Perfiles del fascismo". No es casualidad que hayamos empezado por aquí la serie de retratos mínimos de las figuras más sonadas y famosas del fascismo criollo actual, tan activo estos días re-editando la agenda golpista que tanto se parece a la empleada en 2002. Conocer la historia y procedencia de estas figuras del sector opositor más ultroso y turbocapitalista es darle la lectura 3-D al fondo que opera y realmente dirige lo que estas figuras hacen en el plano visible de la política. Este, y los sucesivos trabajos que conformen a esta sección forman parte del libro El fascismo en Venezuela de nuestro director Federico Ruiz Tirado.)
No es necesaria una presentación del niño bien que se cree predestinado a llevar las riendas de la patria cuando sea el momento indicado. No hace falta presentar al papaúpa de la oposición, alma gemela política de Capriles pero con ambiciones propias mucho peor disimuladas; también mucho menos espalomao que el biperdedor.
Desde chiquito Leopoldo López quiso ser famoso y presidente. Y vaya que ha sido lo primero. Y para ser famoso de la forma en que Leopoldo lo es, hay que obedecer muy bien el manual que le han venido poniendo entre manos desde sus años de teenager en la jaiscul con sus tíchers en New Jersey, antes de estudiar economía en la Kenyon College, en Ohio, Estados Unidos. No precisamente una de las principales casas de estudio del imperio, como para recordar la condición subimperial de López.
Y si Irene Sáez fue una especie de Barbie de la política, López sería un Ken. Porque López, en todo el sentido político y cultural, fue hecho en Estados Unidos, y diseñado para la ocasión como el tipo de actor político de moda: seudopolémico, proactivo, deportista, joven, eficiente y “progresista”. Un político mediático y mediocrático, un simulador de gestión, “nuestro hombre en Caracas” –dicen en Washington.
Si uno quiere entender exactamente cómo es que Leopoldo López no sólo es made in USA sino hasta dónde llega su condición de ficha, una revisión sobre dónde hizo su maestría en políticas públicas da la noticia clara de su posición como representante de los intereses de la elite mundial: la Kennedy School of Government (KSG) de la Universidad de Harvard. Y por élite mundial debe entenderse en sentido estricto aquello que han comenzado a identificar como el 1%.
La KSG que hizo a López cuenta en su alumnado figuras como Samantha Power, la actual embajadora gringa en la ONU, destacada promotora de la intervención de la OTAN en Libia y que actualmente enfila baterías contra Cuba y Venezuela, Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU, Robert Zoelick, ex presidente del Banco Mundial, y John P. Holdren, que merecerá un comentario aparte dentro de poco.
Este centro reúne y prepara a las figuras que luego agenciarán y dirigirán instancias e instituciones de control global, aquellas que en la lógica conspiranóica proyectan al gobierno mundial, que están detrás del capitalismo neoliberal globalizado, que modelan el totalitarismo financierista que opera desde Wall Street, el complejo militar-industrial y las firmas petroleras. De ahí salen los directivos del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, la ONU, Goldman Sachs, los principales bufetes, los bancos más importantes, las primeras compañías petroleras, la industria armamentista. Lo peor de lo peor.
Era lógico y evidente que el talentoso muchacho tenía que llegar con su diploma de maestría de Harvard a trabajar en la Pdvsa casi privatizada de Luis Giusti a mediados de los 90: estaba llamado a dar el otro paso y rematar la tarea de dar vía libre y total a los gringos para el petróleo venezolano. Era la tarea de su generación (pero llegó el comandante y mandó a parar).
El Centro Belfer del que venimos hablando se precia de ser “el centro de investigación de la Kennedy School de Harvard, investigando, enseñando y entrenando en asuntos de seguridad internacional, ambiental, en recursos, ciencias y política tecnológica”. Cuenta con asesores como Nathaniel Rotschild (sí, de esos Rotschild que controlan casi todo el mundo con los Rockefeller).
Su junta directiva la componen figuras prominentes del mundo financiero global, integrantes de las más selectas agrupaciones del poder global. De entre ellos, digno de mención es el ya mentado John P. Holdren, asesor en materia científica de Clinton y Obama, y promotor de teorías de limpieza social y reducción poblacional, porque,  Holdren, promotor de la falsa idea de un mundo sobrepoblado, plantea abiertamente un sistema totalitario que se encargue de reducir la población mundial mediante esterilizaciones masivas y demás –para seguir con el argot fascista– “soluciones finales”: “curiosamente”, lo mismo que se plantea en las reuniones anuales del Club Bilderberg a las que asiste Gustavo Cisneros.
El investigador Tony Cartalucci, destaca cómo la agenda del Centro Belfer está presente en las líneas políticas de López y Voluntad Popular, y de Julio Borges y Capriles desde Primero Justicia, toda vez que reseña el apoyo, público y financiero de la KSG a la oposición venezolana, mediante esa compleja red paralela a la NED que financia y entrena a los grupos opositores.
Algunos quieren grandes planes en el futuro inmediato para Leopoldo, pero la cosa como que no es tan fácil. Mientras tanto, López juega a esa figura alternativa en la dirigencia opositora actual, se hace pasar por “dirigente popular”, financia protestas, tiene una muy bien pagada maquinaria política no-electoral, con una específica metódica de infiltración en barrios y zonas populares “en busca de líderes”, estructurando un movimiento que sea fuerza de choque (siguiendo la tradición facha) y partido político metido en todas a la vez.
Como se puede ver, López representa con mayor claridad el proyecto que los poderes globales tienen contra Venezuela. Fascista en toda regla, este tipo que se asume el catire de la película, sí debe tomarse como un muchacho de cuidado. Sobre todo con esos padrinos, y no tanto por su talento.

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