lunes, 21 de septiembre de 2015

”Los estertores de la prosperidad''


El Gobierno insiste en que los indicadores sociales le favorecen y que la economía va bien.
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Salomón Kalmanovitz.
Aduce que alcanzamos a ser un país próspero pues lo que llama clase media consolidada constituye 30 % de la población. Esta se define por ingresos mensuales de más de $3 millones para una familia de 4 personas. Las políticas públicas de vivienda, subsidios a los más pobres y educación son responsables del surgimiento de la clase media.
Otro segmento de la población lo define como clase media emergente: familias que cuentan con ingresos mayores a $862.000 mensuales, pero inferiores a los de sus pares consolidados, que son 38 % de la población. Los pobres no tan pobres son otro 22 % y pobres extremos 8 %. Uno inspecciona las ciudades rodeadas por el feudalismo agrario como Montería y Barranquilla, y las proporciones de las clases medias en sus poblaciones disminuyen dramáticamente.
Pero la economía no va tan bien: en el segundo trimestre de 2015 creció un 3 % que se compara mal con el 6.4 % del segundo trimestre de 2011 que fue el pico del auge. El crecimiento intertrimestral fue de sólo 0.6 % que proyecta 2.4 % para el año entrante. Este magro crecimiento fue empujado por sectores no transables, como construcción, vestigio de la prosperidad jalonada por los altos precios del petróleo y que propició la enfermedad holandesa, caracterizada precisamente por el crecimiento de los sectores no transables. Tanto la industria (0.2 %) como la agricultura (-0.4 %) siguieron deprimidos. Los indicadores que prevén el futuro como la adquisición de maquinaria cayeron 5 % y el equipo de transporte 9 %. El propio auge de la construcción está comprometido por la cantidad de vivienda y oficinas ofrecida en un mercado saturado, mientras que el número de nuevas viviendas financiadas cayó 15 %, según Camacol.
La tendencia de la productividad en el país, relativa a la de Estados Unidos, es de una caída de 30 % entre 1990 y 2011, de acuerdo con Guillermo Perry. La riqueza verdadera surge de aumentos de la productividad, entregados por la racionalización de la producción y el buen funcionamiento de las instituciones que la favorecen, más no de rentas contenidas en los precios a veces altos de nuestros recursos naturales. Esa riqueza es también real, pero se esfuma periódicamente, por lo cual es necesario sembrarla en las épocas de vacas gordas.
La destorcida se manifiesta en muchos frentes: caída de la inversión en minería y petróleo; aumento del riesgo con que los inversionistas perciben al país; reducción de los flujos financieros internacionales y baja de los ingresos del Gobierno por la caída de los dividendos de Ecopetrol y el menor recaudo de impuestos y regalías que pagan las empresas mineras, lo que lo obliga a recortar su gasto. Con menos gasto público la recesión empeorará.
No ayuda a la credibilidad del Gobierno que el director del DANE entregue informes desde la Casa de Nariño, o que sea el propio presidente el que dé a conocer una investigación del instituto con los alentadores resultados sobre una clase media supuestamente consolidada. La verdad es que todos enfrentamos una inflación creciente y una gran pérdida de poder adquisitivo sobre bienes importados, como cereales, electrodomésticos, celulares, motos y carros. Tampoco ayuda ignorar la realidad del ciclo recesivo en que entramos, argumentando que nos va menos mal que a los vecinos. Consuelo de muchos…”
20. 09 2015

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