martes, 29 de septiembre de 2015

El Espejo por José Vicente Rangel.



1 Sobre los actos realizados por la oposición el sábado 19 de este mes en Caracas y ciudades del interior, conviene reflexionar. Tanto a la oposición como al chavismo. Porque un análisis sesgado de lo sucedido puede dar pie a un peligroso autoengaño. Me explico, si la oposición considera que lo que ocurrió ese día es un éxito, está incurriendo en un grave error. Lo mismo pasa con el chavismo: si de la escasa concurrencia de la oposición deduce su derrota electoral, incurre en una ligereza. La percepción que se tenga del intento opositor por retomar la calle, cuenta para evaluar las posibilidades futuras de cada sector en las parlamentarias del 6-D.

2 Si la manifestación opositora, convocada con todos los hierros -incluida la motivación de protestar la decisión judicial contra López-, se la juzga por la asistencia, el resultado no pudo ser más decepcionante para la MUD, Voluntad Popular y El Nacional que se la jugó a fondo. Fue un evento que repitió, en mayor escala -dado el énfasis y recursos empleados para motivar la asistencia-, fracasos anteriores. Que confirmó el cómo funciona la MUD, con el liderazgo y el discurso que tiene, en vez de atraer suscita rechazo o indiferencia. En concreto, a la luz de las últimas experiencias, perdió la calle y carece de capacidad para recuperarla. El fracaso es tal que un medio español, El País -antivenezolano hasta los tuétanos-, reseñó la actividad así: “La indignación opositora por la reciente condena a más de 14 años de prisión de Leopoldo López, apenas alcanzó este sábado para reunir a unos cuantos centenares de personas en una cuadra del este de Caracas en contra de lo que se esperaba”. La reseña remata con lo siguiente: “en el evento no participó el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles Radonsky”. Si los dirigentes opositores estiman que obtuvieron un éxito ese día, premonitorio de una próxima victoria electoral, allá ellos si quieren vivir en una burbuja y eludir la realidad. Sin embargo, me atrevo a decir que si el chavismo considera que el mandado está hecho porque la oposición carece de calle y fracasa en cada convocatoria a manifestar; que es un enemigo que marcha fatalmente hacia la derrota electoral el 6-D, comete un error.

3 Cierto: la oposición es un desastre. No tiene capacidad para competir con una fuerza tan poderosa, coherente y dirigida con acierto en el terreno electoral, como el chavismo. Hoy por hoy, la diferencia entre uno y otro sector es más evidente, dadas las característica de los comicios de diciembre, en circuitos donde es obvia la ventaja organizativa y el implante del chavismo. Pero apostar solo a esta ventaja no es aconsejable. Porque el antichavismo tiene otra manera de expresarse. Su conducción no tiene capacidad de convocatoria, pero la masa opositora sí la tiene para concurrir a votar. Tiene la obsesión de derrotar al chavismo, y para eso no necesita manifestaciones en la calle, que hasta ahora no le han resultado, que desgastan, o derivan en violencia. El descontento, producto del malestar económico, cuenta. Pero así como no se debe desdeñar, tampoco se debe magnificar. El voto, hoy día, es esencialmente político. Poner de lado mitos y fantasías es lo recomendable en las actuales circunstancias. Y aguardar con serenidad el resultado.

LABERINTO

La ofensiva en la región contra la opción democrática, con fuertes contenidos sociales, avanza peligrosamente. Antes la burguesía le recomendaba a los movimientos populares que abandonaran la lucha armada -cuando adoptaban esa vía-, y optaran por trabajar en el terreno legal. Que asumieran el sufragio y desecharan otros caminos. Finalmente, el movimiento popular, la izquierda en sus diversos matices, tomó en cuenta el consejo y comenzó a cosechar éxitos. Uno fue el de Allende, que derrotó a la esclerosada derecha chilena. Pero la experiencia de esa victoria no fue asimilada democráticamente y, de inmediato, se montó la conjura de la reacción y EE.UU que desembocó en el cruento golpe de Pinochet. Es decir, que la respuesta al intento de la izquierda por legitimarse a través del sufragio, significó la adopción por su adversario del tortuoso camino de la violencia. Luego se sucedieron otros episodios con iguales características…

El acceso de Chávez a la presidencia acarreó la puesta en práctica por la derecha desalojada del poder y la injerencia norteamericana, de la estrategia de la “conspiración permanente” con expresiones como el 11-A, el sabotaje petrolero y la guarimba…

En Paraguay, un presidente electo por el pueblo, Fernando Lugo, fue desalojado del gobierno mediante un golpe parlamentario tramado por la ultra derecha…

En Honduras sucedió igual: un presidente progresista, Zelaya, fue derrocado…
En Nicaragua y El Salvador sus mandatarios, Ortega y Sánchez Ceren, son acechados a diario…
En Ecuador, el presidente Correa es acosado por constantes intentos golpistas…
En Bolivia, Morales encara un proceso subversivo que no cesa, pese a las reiteradas victorias electorales del presidente…
En Brasil, la derecha se quitó la máscara democrática y se trazó como meta impedir que la presidenta Rousseff culmine el mandato…
En Argentina, a Cristina Kirchner la oligarquía no le da tregua con persistentes intentos por derrocarla…
En Chile, con motivo del nuevo mandato de Bachelet, la derecha y los restos insepultos del pinochetismo, la mantienen en jaque y piden su renuncia. A tal extremo llega la situación que Isabel Allende, presidenta de la Nueva Mayoría, declaró: “Hay bastantes componentes de sedición contra la presidenta y denuncio una ofensiva opositora para desestabilizarla”. La madre de Bachellet, Angela Jeria, advierte que “las criticas a la presidenta le recuerdan los últimos tiempos de Allende”…

¿Acaso esta situación no es la que vive el gobierno constitucional y democrático de Nicolás Maduro? Es la misma. Con matices, y aún más inquietante por la condición antidemocrática de la oposición y el descaro con que actúa el gobierno de EEUU. La acción concertada, dentro y fuera del país, que desconoce el origen del mandato de Maduro y los avances sociales, políticos e institucionales del proceso bolivariano, es parte del guión desestabilizador que los sectores ultras de la región reciclan, irrespetando principios del orden internacional como la no intervención y la ejecución de políticas fundadas en valores democráticos, de respeto a la voluntad popular expresada a través del sufragio. En este contexto, el caso venezolano es emblemático. De lo que ocurra aquí dependerá el futuro de la democracia en la región. Su estabilidad o su desplome…

Un libro que recomiendo: Mujica, una Biografía Inspiradora, de Allan Percy, experto en manuales de superación personal. Semblanza del expresidente uruguayo que resume su pensamiento. Los rasgos de su vida y la sabiduría que emana de él. Plasmada en frases impactantes como esta: “No hay milagro, eso es pura poesía, y fantasía, tu progreso sale del trabajo, del compromiso, de la ciencia, de la seriedad, del levantarse todos los días y volver a empezar, y sentir una derrota. Finalmente, tengo el derecho para gritar que en este mundo derrotados son solo aquellos que dejan de luchar”. O esta: “El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son”. Compendio de lecciones de un hombre que vive con intensidad, en función de valores, la lucha política…

El encuentro Maduro-Santos, ¡positivo! Pero “amanecerá y veremos” en cuanto al cumplimiento de lo acordado. Un compromiso que corre el riesgo de decepcionar. Ahora las partes están más comprometidas.

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