La economía global se encuentra en un proceso vertiginoso de deterioro producto de sus propias contradicciones. Grandes corporaciones, bancos internacionales, poderosas industrias y los mercados bursátiles hoy están en una guerra total, sin precedentes, por ver quién detentará en los próximos años el monopolio absoluto del aparato de producción global.
Ninguna ley económica, tesis liberal o mito tecnocrático relacionado con la "eficiencia" y la "gestión" tienen la capacidad de explicar integralmente un contexto global donde poco y nada valen los principios económicos, y sí bastante las maniobras de chantaje comercial, extorsión financiera y quiebra planificada de países, regiones y continentes enteros en beneficio exclusivo de quien ataca primero y pega dos veces desde los centros de poder financiero occidentales.
Hagamos la autopsia paso por paso
La ley de la competencia. Como pilar teórico del capitalismo, la competencia supone ideológicamente que todos los agentes económicos tienen la libertad de ofertar productos en el mercado y que dependiendo de su calidad y precio podrán ganar mayores consumidores. Si la competencia estuviera operando en la realidad mundial, entonces todos los días nacerían corporaciones y nuevos empresarios, nuevas marcas e innovadores productos de empresas recién conformadas. Más bien sucede todo lo contrario: todos los días se reduce la cantidad de empresas, sea por quiebra o por fusiones con otras corporaciones, o porque grandes y medianos inversionistas globales siguen perdiendo capital y recursos en los caóticos altibajos de las bolsas de valores.
La competencia no es un bello proceso de convivencia donde todos los empresarios se dan la mano y compiten por más consumidores en los anaqueles, sino una cruenta guerra para apropiarse del negocio del otro por la fuerza. Para eso existen los mercados bursátiles: la fase mejor elaborada del capitalismo para el chantaje, la extorsión y el robo global de plusvalía.
A continuación un breve registro de las fusiones más grandes de la historia, extraídos del medio financiero Expansión. Algunas de ellas tuvieron lugar el año pasado. Conglomerados transnacionales con décadas de existencia desaparecieron, caso Allergan o BG Group.
Los bancos promueven el desarrollo económico. La gran mayoría de los bancos centrales de los países desarrollados tienen tasas de intereses de 0%. Es decir, el dinero es aparantemente "gratis" pero sólo para los grandes banqueros y corporaciones que reciben miles de millones de dólares, euros y yenes para comprar sus propias acciones y deudas en los mercados bursátiles globales.
Esta medida, llamada "flexibilización cuantitativa", que en teoría busca promover el crecimiento económico ya que se supone que estos bancos y corporaciones deberían distribuir ese capital a medianas empresas y a personas para aumentar la producción y el consumo. Sucede todo lo contrario: los 85 mil millones de dólares y los 84 mil millones de euros que son impresos sin respaldo macroeconómico de ningún tipo por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), se traduce en ganancias financieras y corporativas y en un mayor desempleo para la clase media y en menor capacidad de producción industrial.
Recuerde que según la lógica económica que le aplican a Venezuela, la impresión de billetes de forma inorgánica y caótica estilo Unión Europea y Estados Unidos genera inflación. Si Venezuela imprime billetes la condenan por las supuestas razones que a ellos sí le favorecen.
Aquí un breve gráfico suministrado por el editor de la sección de mercados de Bloomberg, que evidencia la caída de la producción industrial desde el año 2010 de las potencias de la Eurozona.
La inflación es el peor mal de la sociedad moderna. Contrariamente al mantra sobre "la inflación" en Venezuela como el simplificado ejemplo mundial de lo mal que puede ser administrada una economía, siempre obviando los factores internos y externos que la azotan constantemente, existe otro fantasma que amenaza con llevarse por el medio a regiones enteras (sobre todo a Europa y en parte a Estados Unidos) como un tren desbocado: la deflación. Lo que podría asumirse instantáneamente como la baja constante de los precios (que sería el escenario contrario al de la inflación) es más bien un problema estructural que tiene la potencia de quebrar países desarrollados.
El bajo consumo de bienes y servicios por parte de la población de estos países, debido a la disminución de la producción industrial reseñada más arriba (lo cual se traduce en menos empleos) y producto del fraude que realizan los banqueros y corporaciones de la milmillonaria cantidad de billetes que imprimen el Banco Central Europeo y la FED para comprar sus propias acciones y las de otros "competidores", ha traído como consecuencias que el sistema financiero y corporaciones de mediano y gran tamaño no puedan honrar sus préstamos, créditos comerciales y bonos de deuda privada, complicando el ritmo especulador de los bancos que dependen de que ese dinero retorne desde la economía real, es decir, de los ingresos de la clase media devorando todo lo que muestren en un anaquel. Al cada vez existir precios más bajos y menos consumidores comprando mercancías, el riesgo de quiebra de infinidad de empresas medianas y grandes y de bancos es cada vez mayor.
Y dado el nivel de esquizofrenia de la economía mundial, donde todo el sistema financiero está integrado a niveles aberrantes, ese latigazo puede influir en regiones, Estados y poblaciones mediante una nueva baja de los precios de las materias primas, cierre de empresas, fuga de capitales, corridas bancarias, fuertes devaluaciones, etc.: los "daños colaterales" que siempre se manifiestan y que siempre afectan a la mayoría de la población.
Qué exitoso el modelo de los países desarrollados, ¿no?
Tomando como vara de medición a Alemania, principal economía europea y una de las más grandes del mundo, nos damos cuenta en el siguiente gráfico que el precio de las mercancías se han venido al piso desde el 2012, lo cual profundiza el caos y los números rojos de sus empresas y bancos que luchan por sobreviviren el club del 1%.
El capitalismo siembre crecerá. El sistema capitalista fue diseñado bajo el concepto del infinito crecimiento, del consumo ilimitado. Sin embargo, a la luz de los datos acá presentados, queda en evidencia que el capitalismo no puede producir más de lo que hoy está produciendo porque sencillamente no existen mercados y consumidores que puedan comprarlos. Dada esa limitación concreta que se expresa en pérdidas corporativas a gran escala, la única forma de simular (y para eso precisamente existen los datos macroeconómicos) cifras de mayor crecimiento, producción y "prosperidad", pasa por absorber bancos y empresas enemigas declaradas a muerte, todas con membresía en el 1% más rico del planeta. Las que logren sobrevivir detentarán el mercado y los cada vez menos consumidores de la víctima que pasó por la guillotina de Wall Street.
En esta brutal guerra financiera global, los bancos internacionales y corporaciones con ansias monopólicas que generaron una impagable deuda privada y pública, están apostando todo para que la absorción del capital y los mercados de sus "competidores" se traduzca en el pago de una buena parte de esa deuda. Según datos de la consultora financiera, McKinsey and Company, esta deuda pública y privada mundial supera en 286% el total de la producción real de la economía global, ubicándose en 142 billones de dólares.
Sólo canibalizando al enemigo se puede sostener este sistema de funcionamiento tóxico e infectado hasta el corazón de estafas bursátiles de enorme tamaño que no tienen asidero en el aparato de producción real.
Corte de caja
El desespero por disminuir aunque sea a par de dígitos esta deuda tiene como único objetivo generar condiciones favorables y medianamente "estables" para endeudarse más a futuro: la fórmula del capitalismo globalizado para generar ganancias rápidas, seguras, sin pensar en que si la mercancía se pudre o se cae el buque en pleno océano atlántico. Poco importa la producción industrial cuando el 1% juega a saquear a los bancos centrales de todo el planeta para estrellar al adversario contra los cristales del mercado bursátil.
Es la deuda infinita el frenesí bajo el cual el capitalismo se desenfrena queriendo crecer en el marco de un aparato de producción finito e insuficiente para suplir estos deseos. Es en esa concepción demente y destructiva sin final que se envuelve en el meollo de esta gran guerra global.
Para finalizar cabe destacar que ni autobuseros de El Valle, militares de El Furrial o arañeros de Sabaneta son los responsables de este desastre económico de dimensiones planetarias. Los que sí, tecnócratas, burócratas financieros internacionales, especialistas de mercado, banqueros y empresarios corporativos de talla mundial, despliegan a sus actores políticos nacionales para hacernos creer que con ellos en el poder del Estado recibiremos la gloria de un American Way Of Life y un estilo de vida clasemediero europeo que ellos mismos están aniquilando.
Son los magnates de la quiebra y del desastre los que dicen a través de sus empleados de la MUD que el directorio revolucionario "no sabe" cómo administrar la economía, porque precisamente no saber administrar en su lógica es no haber entregado al país completo al molino de la globalización neoliberal. El mismo gran invento que hoy los tiene en tres y dos.
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