Se dictó taller en la Universidad Bolivariana de Venezuela
El Ivic hizo donación de semillas de la leguminosa a los
interesados en el cultivo
Altos de Pipe, 18 de marzo de 2016 (Mariel Cabrujas M.).-
Con tierra y restos orgánicos de la cocina se puede
obtener un suelo con los nutrientes necesarios para sembrar las semillas de la
leguminosa Phaseolus lunatus,
llamada comúnmente tapiramo o tapirama.
Estos conocimientos fueron adquiridos por los
asistentes a un taller sobre la producción del compostero o abono orgánico y semilleros para la planta
en espacios reducidos. La actividad fue organizada por la Oficina de Atención
al Ciudadano (OAC) del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
(Ivic), con apoyo de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).
“La coyuntura económica actual nos da la oportunidad
de superar la visión del esquema de consumo. Con estas iniciativas la
institución contribuye a la construcción de un nuevo modelo para entender la
producción”, explicó el jefe de la OAC, Rukleman Soto.
Desde el 1 de febrero esta dependencia del Ivic ha donado
1.570 semillas de tapiramo a productores y miembros de comunidades, interesados
en conocer y sembrar este rubro que ofrece proteínas de calidad.
El taller, dictado en las instalaciones de la UBV en
Caracas, forma parte del seguimiento y asesoramiento brindado por el personal
de la OAC para obtener los mejores resultados en el proceso. La actividad contó
con la presencia de 35 personas y representantes de 9 organizaciones sociales e
institucionales.
“La gente entiende que con la vida urbana hemos
olvidado algunas habilidades en relación al cultivo, no solo de tapiramo, sino
de cualquier especie y por eso nos han solicitado la formación para sembrar de
forma óptima”, afirmó Soto.
La preparación del suelo es uno de los primeros
conocimientos ancestrales a recuperar. Para producirlo en casa la técnica más
adecuada es el compost, es decir descomponer los restos orgánicos hasta
convertirlos en sustancias asimilables para las plantas, según informó una de
las facilitadoras de la actividad y profesora del programa de formación de
grado en Agroecología en la UBV, Olga Domené.
El compost o
compostero se logra al colocar la materia orgánica sobre una capa de tierra y
taparla nuevamente con tierra. Los restos orgánicos deben ser cortados en
pedazos pequeños para acelerar la descomposición. El modelo expuesto en el taller se trata de
un recipiente con perforaciones.
“El suelo es un organismo vivo con interacciones
complejas. Por eso es necesario saber
qué desechos orgánicos emplear y mezclar, pues la preparación debe cumplir con
las condiciones ideales de temperatura, humedad y consistencia”, advirtió la
docente e investigadora.
Una de las mayores ventajas de esta técnica es su
capacidad de adaptación a espacios reducidos. Además, es un sistema económico y
ecológico. En la actividad también se ofrecieron recomendaciones para producir
un semillero ajustado a pequeñas dimensiones, como por ejemplo el balcón de un
apartamento, de modo que facilite el crecimiento de la planta.
Estos beneficios son aprovechados por Gladys Jaimes,
habitante de Petare, quien decidió cambiar el cultivo de flores en su hogar por
el de plantas con potencial alimenticio. Tras la información brindada por parte
del personal de la OAC, retiró tres semillas de tapiramo en las instalaciones
de esta dependencia del Ivic.
“El 3 de febrero sembré una de las tres semillas que
me dieron y que retoñó. Dejé dos semillas para compartirlas con mis vecinos y
que también tengan la oportunidad de cultivarlas en sus hogares”, destacó
Jaimes.
Por su parte, Josefina Rojas -proveniente de la
comunidad de La Dolorita- ha sembrado media hectárea con verduras y vegetales.
Hace unos meses cultivó una planta muy parecida a la caraota. Cuando se acercó
a la OAC para retirar las semillas de tapiramo comprobó que eran idénticas a
las que habían crecido en su parcela.
Aseguró que la experiencia del taller le brinda
herramientas para identificar al tapiramo, sus usos y las medidas a tomar con
la intención de que crezca de forma óptima. “Esta información la voy a llevar a mi comunidad porque todos
intercambiamos semillas y podemos poner los conocimientos en práctica”, resaltó
Rojas.
Leguminosa local con proteínas que
aportar
Las leguminosas representan una fuente alimenticia
importante que aporta 5% de las proteínas, de 6% a 7% del hierro y 8% de la
vitamina B1 que está disponible para el consumo humano, según la publicación
Leguminosas de granos comestibles en Venezuela, editada por el Observatorio
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti).
Junto a sus primas las caraotas, el tapiramo formó
parte fundamental de la alimentación de los pueblos precolombinos. Es una
semilla que se adapta muy bien a las condiciones climáticas y al estrés hídrico
en territorio nacional y se han identificado al menos 200 variedades registradas
en el territorio nacional.
“Es una planta muy noble y crece sin muchas exigencias
del tipo de suelo, lo que la hace una especie interesante para fines
alimenticios”, señaló la docente de Agroecología de la UBV, Olga Domené.
Las primeras semillas de tapiramo distribuidas por la
OAC corresponden a las plantaciones de la localidad de Altamira de Cáceres, en
el estado Barinas.
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