El tema la dolarización o no de Venezuela pica y se extiende a medida que avanza la campaña presidencial de cara a las elecciones del 20 de mayo. En esta oportunidad y en el marco del tradicional ajuste de salarios y pensiones por parte del ejecutivo venezolano el 1° de mayo, hubo una respuesta por parte del candidato antichavista Henri Falcón en este sentido.
En efecto Henri Falcón hizo críticas al aumento salarial que fue decretado por el presidente Maduro justo antes del 1° de mayo, el cual consistió en un aumento global del 95% aplicable a todos los tabuladores de los sectores público y privado del país.
Acto seguido, Falcón publicó lo que serían las eventuales tablas salariales en dólares en su hipotético gobierno, por sectores de la administración pública, poniendo un ingrediente adicional a una campaña electoral donde no ha estado ausente la demagogia. Cuestión que va acompasada de su promesa mesiánica de resolver los problemas de la economía venezolana mediante el "milagro" de delegar la política monetaria de Venezuela a la Reserva Federal de Estados Unidos, ente que sería el responsable de dirigir los destinos económicos del país en un proceso de dolarización.
El discurso de la dolarización en medio de la campaña electoral
El tema de la dolarización como propuesta para la economía venezolana, su rol en el salario nominal y real de la clase trabajadora de Venezuela, viene como tema de campaña justo en el desarrollo de una nueva estampida cambiaria e inflacionaria inducida por diversos instrumentos del mercado paralelo de divisas.
Desde mediados de marzo y hasta inicios de mayo, el dólar paralelo pasó de 350 mil bolívares a superar, en ocasiones, la barrera de los 700 mil bolívares por dólar. Una depreciación artificial del bolívar de más de 100% en apenas un mes y medio, luego de previas escaladas dolorosas que ya habían impactado extraordinariamente el bolsillo de la clase trabajadora.
Estas constantes subidas del dólar paralelo y los comportamientos económicos desbocados que detona reducen dramáticamente el salario real, anulando casi en el acto los efectos que pudieran generarse en los ajustes del salario nominal. Se trata de una economía en guerra, que no deja tregua alguna y que parece directamente vinculada a la matriz electoral como un factor denominador que acrecienta el ataque al bolívar y que reproduce y favorece el discurso de la dolarización como "única alternativa" posible en el futuro inmediato.
En esa línea Henri Falcón, de la mano de Francisco Rodríguez, jefe del banco Torino Capital, y de Steve Hanke, promotor del dólar paralelo en Venezuela, han delineado en su campaña dolarizadora la propuesta de pasar a moneda estadounidense los salarios de Venezuela en un eventual gobierno de Henri Falcón.
Sin explicar la fuente de recursos para dolarizar los salarios ni la tasa de convertibilidad de bolívares a dólar en la eventual economía controlada por la Reserva Federal, el equipo de campaña de Henri Falcón ha apelado a la demagogia para intentar capitalizar sectores descontentos en tiempos de emergencia económica. Esta falta de información representa, sin embargo, un acto de contrasentido económico sumamente irresponsable, y desde cualquier punto de vista, una trampa para incautos.
Desmontaje de la farsa presupuestaria de Falcón
Henri Falcón propone que el sueldo mínimo venezolano sea de 75 dólares al mes. Por otro lado señala que un técnico superior de la administración pública podría ganar unos 100 dólares mensuales. Dirigiéndose (selectiva y electoralmente) al gran sector educativo del país, el más numeroso de la nómina del Estado, el candidato opositor ha propuesto salarios que van desde los 100 dólares hasta los 190 dólares al mes. Con la promesa, además, de llevarlos en un futuro (indeterminado) hasta los 300 dólares e incluso los 375 dólares.
En esta oportunidad y a medida que ha avanzado la campaña electoral, también se ha acomodado el discurso y las cifras pro-dolarización, cuestión sumamente conveniente en la medida en que este debate ha calado progresivamente entre factores que lo apoyan y otros que lo rechazan dentro de la misma oposición venezolana y fuera de ella.
En virtud de ello, la nómina estatal que Francisco Rodríguez (eventual Ministro de Economía de Falcón) colocaba a principios de marzo en unos 6 mil millones de dólares, ha pasado a más de 9 mil millones de dólares a finales de abril.
La propuesta dolarizadadora de Falcón es una insólita e irresponsable farsa electoral
El tabulador de Henri Falcón, que hace alusión a abultadísimos sueldos profesionales en dólares, no cuenta con el respaldo de aclarar la fuente de recursos para tales fines. Según Torino Capital, los ingresos venezolanos en 2018 serán de unos 28 mil millones de dólares por exportaciones petroleras.
Restemos a esta cifra nuestro servicio de deuda de unos 8 mil millones de dólares pagadero este año; los 9 mil millones de dólares de la nómina de Henri Falcón; la "tarjeta en dólares" que costaría unos 7 mil millones de dólares al año; y las importaciones venezolanas, suponiendo que sean similares a las de 2017, por el orden de los 18 mil millones de dólares.
A simple vista, y sin considerar otros compromisos del Estado, como las inversiones y obras públicas, ya existe un déficit de 7 mil millones de dólares en el gobierno imaginario y económicamente incongruente de Henri Falcón. Una matemática insostenible que, como ha dicho Francisco Rodríguez, declara las reservas internacionales como "innecesarias". Nuestras reservas internacionales redondean los 9 mil millones de dólares y éstas irían al tejido de la economía interna en un proceso de monetización del dólar como moneda de circulación.
Nuevamente y en otra reiterada promesa mesiánica de dolarizar, Henri Falcón, quien aún no admite abiertamente que acudirá a las instancias de endeudamiento como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, sigue sin aclarar si someterá a Venezuela al hiperendeudamiento frente a instancias acreedoras privadas o fondos buitre. Al día de hoy guarda silencio sobre la gigantesca deuda que deberá asumir el país para acudir a un arduo proceso de monetización del dólar.
Permanecen además las ambigüedades sobre la tasa de conversión que se emplearía para migrar la economía venezolana de bolívares a dólares. Un factor que es fundamental manejar incluso para quienes incautamente suscriban como positiva la idea de dolarizar la economía a expensas de sueldos prometidos en centenas de dólares.
¿En qué consiste esto? Se trata del baremo al cual migrarán los precios dolarizados de los productos, factor que es la contracara del salario, ya que es imposible ver el uno sin el otro. De la relación entre ambos se determina el valor de compra del salario, o lo que es lo mismo, el salario real.
Los referentes en la probable conversión propuesta por Henri Falcón apuntan a la cifra de una tasa de 70 mil bolívares por dólar. La propuesta de calcular la migración de bolívares a dólares acorde a esta tasa se traduciría de la siguiente manera. Un kilogramo de carne que puede costar Bs. 1 millón 500 mil a inicios de marzo, dividido entre 70 mil, costaría apróximadamente 21 dólares. El doble de lo que cuesta un kilo de carne en cualquier país latinoamericano.
Esto supone que un salario mínimo dolarizado ($75) en el hipotético gobierno de Henri Falcón, apenas alcanzaría para poco más de 3 kilos de carne. Para nombrar un minúsculo pero significativo ejemplo.
Quienes incautamente asumen la dolarización como una alternativa a la recuperación de su salario real, piensan en realidad en una conversión monetaria distorsionada por el dólar paralelo. 75 dólares a inicios de mayo, acorde a la tasa paralela de 680 mil bolívares por dólares, son 51 millones de bolívares. Dirán algunos asalariados que la idea no suena tan mal. Sin embargo, olvidan que en un escenario de dolarización los precios de los productos también pasarán a dólares; con una tasa de 70 mil bolívares el poder de compra quedaría con grandes limitaciones y el país enormemente endeudado.
Aunada a la propuesta de dolarizar viene una de ajustes dolorosos en todos los sistemas de precios, especialmente en los servicios ofrecidos por el Estado, dicho así por el mismo candidato antichavista. La referencia va a los servicios de luz, agua, electricidad, gas, gasolina, aseo urbano, entre otros, que al día de hoy son virtualmente gratuitos. Al pasar a dólares, el poder de compra del salario quedaría pulverizado.
Hay que sumar a ello que la desaparición del Banco Central de Venezuela y la pérdida de la facultad del país de modular la política monetaria, implica la dificultad de emitir ajustes en las escalas salariales.
Según Ricardo Hausmann, la capacidad de captación de renta neta por parte del Estado quedará rezagada en una economía dolarizada, haciendo imposibles los ajustes que son fundamentales en la monetización del dólar en la economía real y limitando severamente la capacidad fiscal del Estado. En consecuencia, el riesgo principal de una economía dolarizada en lo que a la clase trabajadora concierne, es que sus salarios quedarán dolarizados y congelados de manera perenne frente a una limitación financiera impronunciable para ajustarlos al alza. Esto hace lucir la promesa de Henri Falcón, de llevar los salarios "a medida que pase el tiempo" hasta los 375 dólares al mes, como una insólita e irresponsable farsa electoral.
La dolarización podría ser mucho más peligrosa para la clase trabajadora, si entendemos que el componente monetario no es el único en la vorágine inflacionaria en Venezuela. En ella también coinciden también los factores especulativos. El comercio, en una economía dolarizada y con total derogación de las regulaciones de precio (tal como sugiere Falcón), tendrá total luz verde para trasladar sus actitudes especulativas de bolívares a dólares. Generando un sostenido deterioro del poder de compra del salario en dólares, sin que éste pueda ajustarse al alza.
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