lunes, 7 de mayo de 2018

BREVE RECUENTO DE LOS ARGUMENTOS PARA LA DEFENSA A BRINCO RABIOSO DE BANESCO

¿En qué se basan los dirigentes, analistas, comentaristas políticos, dueños de medios, periodistas, influencers e intelectuales para absolver a los directivos de Banesco, apenas unos minutos o, como mucho, unas horas después de que fueran detenidos?


Podemos armar varias conjeturas. Algunos de ellos, probablemente, lo han hecho por un escepticismo reflejo respecto al gobierno y el chavismo. El "argumento" sería que cualquier cosa que hagan o digan estos tipos tiene que ser mentira. Las comillas van allí porque no es exactamente un argumento, sino más bien todo lo contrario. Pero, bueno, solo estamos tratando de entender.


Otros, tal vez, se estén manejando con un sentido pragmático y dirán que, bueno sí, seguro que el Escotet no es ningún angelito (¿qué banquero lo es?), pero en este juego de nuestra perenne polarización, cualquiera que sea señalado por el gobierno merece ser respaldado "por el país democrático". Otras comillas porque tampoco es un argumento muy científico ni ético que se diga.

Se puede presumir que una parte de los apresurados protectores son firmes partidarios de la tesis de que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Claro que esa misma tesis no se la aplican nunca a nadie que sea o parezca ser del gobierno, pero esa es harina de otro costal.


Es significativo que algunos de los rápidos defensores de los procesados por el caso Banesco sean periodistas de investigación. Pensando bien sobre ellos (para no cometer el mismo error), cabe suponer que ya  han escudriñado en las transacciones de la referida entidad bancaria y han comprobado que son inmaculadas, como la concepción de María. Esta vez no pongamos comillas para no irrespetar las creencias religiosas de nadie. Entonces, como esos avispados comunicadores saben que las acusaciones son infundadas,  van y defienden "al pobre Escotet" (aquí sí hay que usarlas... son impelables).


Revisemos el caso de la Asamblea Nacional, que sesionó casi de emergencia para repudiar, a brinco rabioso, las medidas policiales y judiciales contra los ejecutivos de Banesco. ¿Será que los diputados ya realizaron su propia investigación y dictaminaron que todo eso es una farsa del rrrrégimen? ¡Vaya, qué rápidos son cuando se lo proponen!


Bueno, pasando al terreno de la realpolitik, es válido especular que tal vez algunos de esos dirigentes políticos son dolientes de Banesco por la razón más ramplona, pero a la vez, más normal del mundo cuando se habla de un banco: los reales.

Si Escotet es como la mayoría de los grandes empresarios, seguro que le ha arrimado la canoa a una buena cantidad de líderes o aspirantes a tales (por cierto, en uno y en otro bando), porque un magnate necesita gente en todas las instancias de poder, las actuales y las potenciales.


El asunto del dinero (la mercancía de una entidad financiera) también puede explicar la respuesta inmediata de numerosos medios de comunicación grandes, medianos y pequeños. Después de todo, Banesco ha sido uno de los mayores anunciantes publicitarios de las últimas décadas, así que un tropezón como este que ha sufrido va a dejar tantos damnificados que tal vez hasta necesiten un refugio.


Y esto nos lleva hasta el otro sector que también chilló raudamente para defender al gigantesco banco: el de los periodistas, influencers e intelectuales que, con la velocidad del relámpago, procedieron a impulsar campañas tipo con mi banco no te metas o Banesco somos todos.  Unos cuantos de ellos han tenido a Banesco como su mecenas y ahora, intentan defender su honesta fuente de ingresos o se sienten en la obligación moral de practicar la solidaridad automática. 


Es triste constatar cómo toda esa parafernalia de la publicidad y el mecenazgo, así como muchos otros aspectos de la llamada responsabilidad social empresarial, opera como un perverso mecanismo para captar, anticipadamente, "abogados defensores" que salgan a relucir cuando la corporación o sus dueños se vean envueltos en algún escándalo. 


Así, figuras de prestigio periodístico e importantes cultores se ven en el trance de exponer su pellejo en nombre de una marca, pagando un alto precio por favores recibidos. ¡Así es el negocio! 

(Clodovaldo Hernández)

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