El contrabando es una actividad consustancial con el giro normal de la economía capitalista dentro de los estados nacionales, cuyo comercio está normado por leyes, reglamentos, ordenanzas y permisos de diferentes índoles, necesarios para la protección de la economía, la salud y otros factores de cada Estado.
Incluso, en los tratados de "Libre Comercio" se aplican algunas restricciones. Podemos afirmar que el contrabando ha existido, existe y seguirá existiendo mientras perduren los estados nacionales y las relaciones de comercio capitalista.
Todos los estados combaten el contrabando con diferentes metodologías, algunos con más éxito que otros. La intensidad de esta actividad ilegal depende de factores propios de la economía de cada Estado; su capacidad productiva, su política monetaria, agentes fortuitos como inundaciones, terremotos, incendios y otros no fortuitos como las guerras, que originan escasez de algunas mercancías afectando las disponibilidades de ciertos productos, lo cual lo aprovechan los comerciantes inescrupulosos y las mafias que se organizan para lucrarse mientras persista la emergencia.
En Venezuela siempre ha existido el contrabando, sólo recordemos la llegada en el año 1728 de la Compañía Guipuzcoana que entre otras actividades tenía la de combatir el contrabando de las casas comerciales holandesas y sus socios dentro de la capitanía, el monopolio del comercio de esta compañía produjo hasta rebeliones.
En la frontera con Colombia siempre existió un contrabando "normal", bidireccional, y en algunos rublos. Era rutinario que muchas familias tachirenses y de otros estados cercanos hicieran su mercado en Cúcuta, los supermercados "Ley" eran visitados por los consumidores venezolanos, las tiendas de artículos de cuero y otros productos y servicios, esto debido a sus precios favorables por el tipo de cambio del momento entre bolívares y pesos colombianos.
En la frontera con Colombia siempre existió un contrabando "normal", bidireccional, y en algunos rublos. Era rutinario que muchas familias tachirenses y de otros estados cercanos hicieran su mercado en Cúcuta, los supermercados "Ley" eran visitados por los consumidores venezolanos, las tiendas de artículos de cuero y otros productos y servicios, esto debido a sus precios favorables por el tipo de cambio del momento entre bolívares y pesos colombianos.
Muchos jóvenes venezolanos de "clase media acomodada" estudiaron en colegios privados de pensión completa en Pamplona, y no olvidemos los centros de servicios sexuales instalados en Cúcuta para una clientela de venezolanos atraídos por las jóvenes "trabajadoras sociales" y sus encantos.
Algo parecido se repetía en la frontera del estado Zulia con Maicao y en otros estados fronterizos. Esta actividad crea una economía informal que constituye una fuente de enriquecimiento de mafias, pero también es un medio de sustento de muchas familias que habitan en ambos lados de la frontera. Pero su incidencia en la economía nacional era marginal.
Ahora la magnitud de este comercio ilícito lo convierte en un verdadero problema de Estado, aprovechado y estimulado por los enemigos nacionales e internacionales de la Revolución Bolivariana.
La gasolina venezolana siempre fue atractiva y lo seguirá siendo para el contrabando mientras su precio continúe subsidiado, y ello es una decisión política soberana.
La conspiración imperial y sus lacayos internos han encontrado la manera para convertir el contrabando de extracción masivo en una formidable actividad funcional a sus planes desestabilizadores
Los volúmenes del contrabando de extracción de combustibles asombran por su magnitud: supera los 100 mil barriles (159 litros c/bl) diarios. El parque automotriz colombiano (2,4 millones de autos) es más o menos la mitad del parque automotriz venezolano (5,5 millones de autos), pero las estaciones de servicio, las bombas colombianas triplican las venezolanas. Estaciones colombianas (5.049), estaciones venezolanas (1.724). Datos hasta 2013.
Según el Centro de Investigación Económica y Social de Fedesarrollo y Cerrito Capital (Instituciones colombianas) se puede decir que la legislación colombiana protege y estimula el contrabando de combustibles y aceites. El decreto 1.333 de 2007. Numeral 14 del artículo 21 para las estaciones de servicios (EDS) dice: "...Exhibir la marca comercial del distribuidor mayorista del cual abastece, en caso de la estación automotriz y fluvial. Así mismo, no podrá vender combustibles líquidos derivados del petróleo de otra marca comercial diferente a la que tenga exhibida, excepto para las estaciones de servicio automotriz y fluvial ubicadas en los municipios definidos como zona de frontera" (*).
Lo que caracteriza al contrabando en los actuales momentos es que la conspiración imperial y sus lacayos internos han encontrado la manera para convertir el contrabando de extracción masivo en una formidable actividad funcional a sus planes desestabilizadores para adueñarse del poder.
Si calculamos las pérdidas acumuladas por el contrabando de extracción, seguramente superan a las pérdidas producidas con el sabotaje petrolero 2002-2003, pero con una gran diferencia: en aquel momento la burguesía golpista acusó también pérdidas en sus negocios, en esta oportunidad comparten ganancias con las mafias operadoras y las autoridades cómplices venezolanas y colombianas.
Se estima que los productos subsidiados venezolanos le llegan a 12 millones de colombianos, que además se benefician muy poco ya que el subsidio se queda en las mafias y sus socios.
La burguesía conspiradora ha encontrado en el contrabando de extracción la "conspiración perfecta". Veamos:
- Crea malestar en la población por la escasez de algunos productos de la dieta básica,
- Rompen la tranquilidad de la población cuando se forman las grandes colas en los supermercados debido al bachaqueo.
- Hacen de una parte de la población cómplices en el negocio del menudeo minando la moral de sectores humildes como bodegueros, buhoneros y amas de casa incluyéndolos en las migajas del negocio.
Esta burguesía parásita y conspiradora dedican parte de sus mal habidas ganancias para financiar a sus operadores violentos y guarimberos.
Ante esta nueva arremetida de los enemigos de la Patria, debemos cerrar filas con el Gobierno y su presidente Nicolás Maduro, que ha demostrado tener claridad sobre esta nueva arremetida conspirativa.
Creemos que el comiso de los medios de transporte y los almacenes de los contrabandistas-conspiradores debe ser implacable para así ir desmantelado sus infraestructuras.
Unidad, unidad, unidad.
Comunas o nada.
@manoalza
@manoalza
(*) Datos obtenidos de la excelente exposición que hiciera David Paravisini en un reciente foro en la Universidad Bolivariana (sede central).
No hay comentarios:
Publicar un comentario