Son muchos los que piensan que se trata de un cuento para niños e ingenuos, la versión sobre el general, experto en contrainsurgencia que llegó sin desarmado y sin escolta a una zona bajo control guerrillero para caer en sus manos, de allí que sospechen que se trató de una conjura, una trampa tendida a Santos, dirigida a poner fin a los diálogos de paz que el gobierno y las Farc celebran en La Habana.
Y como principal sospechoso, la teoría conspirativa señala a Álvaro Uribe, el enemigo No. 1 de la paz en Colombia y en Venezuela, fanático y perverso amante de la guerra, quien fue el primero en informar sobre captura del militar, que resultó ser el general Rubén Darío Alzate, comandante de una unidad que además de perseguir y matar guerrilleros, tortura y asesina campesinos.
Fue el 16 de noviembre cuando estalló la crisis que puso al borde del fracaso los diálogos iniciados hace 2 años, al conocer oficialmente que había caído en manos de un comando guerrillero, el comandante de la fuerza de tarea conjunta Titán, unidad élite, denunciada por activistas de DDHH, de cometer brutales actos de hostigamiento y tortura contra campesinos del Chocó.
El hecho constituyó una humillante derrota para el Ejército colombiano, e hizo que su supremo comandante, el presidente Santos, presionado por la cúpula militar, violando expresa normativa establecida en la mesa negociadora, tomó la precipitada e irreflexiva decisión de suspender los diálogos hasta tanto no se liberara al militar, lo que ocurrió el día 30 del pasado mes.
Se trataba del primer general capturado durante el más del medio siglo de insurgencia popular surgida a raíz del “Bogotazo” generado por el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, y también el único militar de su jerarquía capturado por las Farc desde su creación el 27 de mayo de 1966 por el fallecido y mítico líder guerrillero, Manuel Antonio Marín, mejor conocido como Marulanda y Tiro fijo.
La pregunta que surgió de inmediato fue: ¿Se debió su captura, más que a una audaz acción de las Farc en la larga guerra que libra contra el más poderoso ejército de América Latina y el Caribe; a la soberbia y prepotencia de un hombre que llevó a creerse seguro ignorando los protocolos de seguridad vigentes, o a una macabra trampa de Uribe para acabar con los diálogos?
De las 3 hipótesis, la más lógica es la última, la cual se inscribiría en el obcecado plan que adelanta el “verdugo de Colombia”, quien rechaza todo intento de paz, empecinado en continuar una guerra de más de medio siglo que ha cobrado las vidas de más de 220.000 seres humanos, 36 mil desaparecidos, millones heridos y más de 5 millones de desplazados en el país y el extranjero.
No sería una decisión propia de Uribe, sino impuesta por EEUU, que no acepta a una Colombia en paz, ya que trastornaría su plan de conquista de América del Sur, usando al país como “cabecera de playa”, para invadirla través de Venezuela para adueñarse de la Amazonía la región de mayor biodiversidad del planeta, donde abunda petróleo, agua, plantas medicinales y otros recursos.
Para lograr sus fines, Uribe cuenta con el apoyo de la oligarquía, de los barones de la droga y de un sector importante de la fuerza armada, “los halcones”, que se benefician del conflicto, a los que mueve como piezas de un macabro ajedrez para sabotear el proceso de paz, ya que muchos siguen bajo su mando después de su gestión de 8 años como presidente y su comandante en jefe.
De allí que nada de extraño sería que haya utilizado a Alzate como pieza central de la presunta conjura, ya que nadie se explica, desde el propio presidente, pasando por los analistas que siguen el proceso pacificador de La Habana, hasta los colombianos más ingenuos, ¿cómo fue posible, que un militar de su clase, pudo haber cometido un error tan garrafal como el que lo llevó a su captura?
Alzate no es un general cualquiera, es un curtido militar, discípulo aplicado de la nefasta Escuela de las Américas y comandante de una fuerza diseñada y entrenada para combatir y matar guerrilleros, dotada de los más sofisticados eqiipos y sistemas y personal de inteligencia, cuyo accionar está empañado por brutales actos de represión en contra las poblaciones donde actúa.
¿Qué lo llevó entonces, a abordar una lancha y llegar por el río Atrato hasta Las Mercedes caserío, ubicado “zona roja”, designada así por estar en pleno teatro de operaciones donde se libran constantes combates entre las Farc y el Ejército, y caer ingenuamente prisionero, entregándose a sus captores sin oponer resistencia por no llevar armas ni escolta alguna ?
El mismo soldado que tripulaba la lancha le había advertido que era un viaje peligroso y contrario a los protocolos de seguridad, pero
Inexplicablemente, el General insistió, ordenándole proseguir el viaje y entregarle sus celulares, con la excusa de evitar que se mojaran, decisión que tras su liberación debería explicar a Santos.
Pero como el mandatario no es ningún tonto, sabe que “algo huele mal” en Las Mercedes, donde tuvo lugar el polémico y extraño incidente, por lo que sospecha o está seguro, como sugiere la hipótesis mas creíble, que miembros de la cúpula militar y Uribe, que la dio a conocer a través de un “tweeter” están detrás del “secuestro” del general, como parte de la supuesta conjura.
“Espero que en el transcurso del día de hoy (lunes) –dijo el mandatario el domingo- las fuerzas armadas y el propio General Alzate, salga a decir lo que sucedió y le dé una explicación al país,” pero el general solo la hizo ante la cúpula militar, y en rueda de prensa anuncio que había solicitado la baja“, por amor y respeto a nuestra institución militar, que por este hecho se ha visto afectada.”
Su decisión refuerza la sospecha o certeza de Santos, sobre la existencia de una conjura, lo corrobora el hecho de que el miércoles anunció una purga en el seno del ejército.
“No voy a permitir actos de indisciplina ni deslealtades al interior de las fuerzas militares del país contra el proceso de paz con la guerrilla, anunciando que retiraría del servicio activo a los efectivos que incurran en dichas faltas”, lo cual hace pensar que Alzate no solicitó la baja, sino que le fue exigida.
La conspiración pudo haber logrado su macabro objetivo, debido a la irreflexiva decisión del mandatario, de suspender las conversaciones de La Habana, hasta tanto Alzate, la abogada Urreto y el soldado capturados, no fuesen liberados, decisión que pudo haber terminado con el sueño de la inmensa mayoría de los colombianos que anhelan la paz para su patria.
Solo la serena e inteligente respuesta de la dirigencia de las Farc-EP, que prefirió entregar a Alzate, renunciando a la valiosa ”joya de la corona” en su poder, dado el valor de canje que un prisionero de su jerarquía tiene en toda guerra, pudo evitar el desastre que significaba la ruptura de unos diálogos bien adelantados ya que 3 de los 5 temas de la agenda han sido aprobados por las partes.
Lo hicieron a través de un Boletín de Prensa, el No.7, emitido en la capital cubana, cuyo texto es un monumento a la paz, a la armonía, a la consolidación de un proceso llamado a poner fin a un conflicto fraticida que ha cubierto de sangre a Colombia y de luto a su pueblo, y cuyo texto es el siguiente:
“El general Rubén Darío Alzate, el suboficial José Rodríguez y la abogada Gloria Urrego, han sido liberados por el Bloque Iván Ríos
en el caserío de Vegaez, a orillas del río Arquía, al norte de Quibdó.
Rodeado de la población humilde de la zona, el general y sus acompañantes fueron entregados personalmente por el Comandante Pastor Alape a una misión humanitaria integrada por representantes de Cuba y Noruega, países garantes del proceso de paz, y del CICR. El líder insurgente viajó desde La Habana hasta las selvas del Chocó, mandado por Timoleón Jiménez, Comandante de las Farc, para garantizar una liberación pronta y sin sobresaltos de los prisioneros, misión lograda con las más altas calificaciones.
Igualmente informamos a los colombianos, que en la concreción del acuerdo humanitario que el 25 de noviembre pasado condujo a la liberación exitosa de los soldados profesionales, Pablo César Rivera y Jonathan Andrés Díaz, en las sabanas de Arauca, participó directa y activamente, el Comandante Carlos Antonio Losada.
Mil gracias a los gobiernos de Cuba y de Noruega y al Comité Internacional de la Cruz Roja por su abnegación humanitaria y porque su participación en las liberaciones, de alguna manera salvaron un proceso de paz que avanzaba en medio de la esperanza.
Ahora tendremos que rediseñar las reglas del juego, porque un proceso de paz que ha llegado al nivel donde se encuentra, y que se apresta a discutir los temas más decisivos de la paz, no puede estar sometido a ningún tipo de actitudes precipitadas e irreflexibas que aplacan el advenimiento de nuestra reconciliación.
Invitamos al presidente Santos, con el corazón en la mano y la mente plena de sentido común, piense que no podemos darle más largas al asunto de unos diálogos de paz en medio de la guerra. Es hora del cese bilateral del fuego, del armisticio, para que ningún suceso bélico en los campos de combate sirva para justificar la interrupción de una tarea tan hermosa y tan histórica como es la de acordar la paz para una nación que anhela ese destino.
Zafémonos de la incoherencia, de hablar de reconciliación y de reconocimiento de las víctimas sin apagar el fuego de los fusiles y sin detener las políticas económicas neoliberales generadoras de miseria, que atizan la guerra y la victimización de un pueblo al que le ha llegado la hora de la justicia.
DELEGACIÓN DE LAS FARC-EP”
La declaración fue un golpe demoledor para Uribe, quien calculó mal al diseñar sus siniestros planes, pensando que las Farc se desbordarían en peticiones, que lanzarían un ultimátum a Santos, ofreciendo liberar a Alzate y a sus acompañantes a cambio de la libertad de los centenares de guerrilleros presos en las infernales cárceles colombianas y otras exigencias similares.
Nada de eso ocurrió, ya que sus líderes, comprometidos con la paz, prefirieron apostar por ella, antes que caer la trampa isupuestamente tendida por Uribe, quien hoy deberá estar retorciéndose de la rabia provocada por lo que habría sido su fracaso de hundir la nave de la paz que avanza viento en popa hacia puerto seguro.
También lo está Alejandro Ordóñez, el quema-libros fascista en su época de estudiante, actual procurador general de Colombia y uno de los más cercanos y activos cómplices de Uribe, quien dijo que: “las liberaciones no son un acto de paz, ni demostración alguna de buena voluntad de los secuestradores de las Farc.”
A propósito de lo dicho por Ordóñez al llamar “secuestrados” a los prisioneros de guerra en manos de la guerrilla, es bueno aclarar esa duda semántica, y para ello, nada mas apropiado que la Convención de Ginebra, que da toda la razón a las Farc, porque, desde la perspectiva del Derecho Internacional, cumplen con los requisitos para considerar prisioneros a sus cautivos.
“Son prisioneros de guerra, en el sentido del presente convenio, -señala el documento- las personas que perteneciendo a una de las siguientes categorías, caigan en poder del enemigo.
1.- Los miembros de las fuerzas armadas de una parte en conflicto, así como los miembros de las milicias y de los cuerpos de voluntarios que formen parte de estas fuerzas armadas (…)
4.- Las personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar realmente parte integrante de ellas, tales como los miembros civiles de tripulaciones de aviones militares, corresponsales de guerra, proveedores, miembros de unidades de trabajo o de servicios encargados del bienestar de los militares, a condición de que hayan recibido autorización de las fuerzas armadas a las cuales acompañan.”
(Art. 4º. Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra. 1949)
Tal como lo señala el documento el general Alzate miembro del Ejercito colombiano, para el momento de su captura era un un prisionero de guerra, y no un “secuestrado”, aprehendido por una unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, (FARC-EP) durante el desarrollo de un conflicto bélico, una sangrienta guerra de más de medio siglo.
Lo confirmó el Comandante Pablo Catatumbo, vocero de las FARC-EP-, quien dijo: “No es un secuestrado. Se trata de uno de los generales más importantes dentro de las fuerzas militares que ha sido capturado en ejercicio de su mando y en su propio teatro de operaciones. Ejerciendo el mando fue retenido sin usar la violencia, entonces,son hechos que se presentan normalmente en la guerra” i
Por ello, lo sensato y conveniente, sería poner fin a la falacia que llama “secuestrado” a un prisionero de guerra y a la que sataniza a las Farc, calificándola de terrorista, mientras se pretende ocultar las horrendas masacres perpetrados por el ejército y sus aliados paramilitares a lo largo del conflicto, auténticos actos de terrorismo.
De allí que hoy, una vez anunciada por las 2 partes la reanudación los diálogos, lo más justo, en aras de la humanización del conflicto, sería proceder a la implementación un cese el fuego bilateral llamado a reducir el doloroso y trágico saldo de muertes que deja la absurda decisión de Santos de mantener la actividad bélica mientras se negocia, hasta que se llegue a un acuerdo.
Así como crear una comisión de expertos, inmunes a presiones y chantaje, para determinar, si detrás los hechos que llevaron a la captura del general, tal como lo indica la hipótesis de la conspiración, participó Uribe. De ser así, que todo el peso de la ley caiga sobre el Enemigo Nº 1 de la paz de Colombia y su cómplices, incluyendo a Alzate, de comprobarse que formó parte de la conjura
Hernán Mena Cifuentes 05/12/2014 13:51
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