OPINIÓN /
Si en algo podemos estar contestes los venezolanos, en general, y los mirandinos en particular, es que nuestro país está atravesando una delicada situación en el ámbito económico, que se expresa, en términos generales, en: escasez y acaparamiento de productos, especulación en los precios o escalada inflacionaria, baja productividad, contrabando de extracción, etc.; son datos de la realidad que, independientemente, de los factores que lo producen, permiten, que, en torno a este diagnóstico, haya más o menos consenso en los diferentes actores de la vida nacional.
Las diferencias, básicamente, comienzan a evidenciarse cuando se pasa a determinar las causas de tales fenómenos y, se acentúan, cuando se trata de precisar las premisas a partir de las cuales se va a emprender la superación de la situación que, indiscutiblemente, afecta la cotidianidad de las familias venezolanas.
Baja productividad
La escasez de un producto de la dieta básica o el aumento desproporcionado de los precios de los productos y servicios, naturalmente, crean malestar e inquietud en la población consumidora, afectando a todos los sectores, pero especialmente a los de las capas medias y a los de menores recursos; aún cuando, estos últimos logran compensar las dificultades con las políticas sociales de carácter integral (alimentación, salud, educación, vivienda, recreación, etc.) que desarrolla el gobierno nacional.
Por esta vía millones de compatriotas alcanzan mantener y mejorar su calidad de vida, siendo este hecho real y el ascenso en la conciencia política del pobretariado del país lo que explica que no se produzcan los estallidos sociales que con desesperación presagian e invocan los voceros y analistas opositores.
Por supuesto, para los opositores la razón causal de estos problemas económicos se ubican en lo que denominan como el fracaso del modelo chavista o del llamado socialismo del siglo XXI, que, según ellos, se sustenta en el rentismo petrolero, en la intromisión desmedida del Estado en las actividades económicas, las expropiaciones y el excesivo control estatal, el regalo a otros países de los recursos petroleros, el dispendioso gasto público, la falta de estímulo a la inversión privada, baja productividad y decaimiento de la producción, etc.
Rentismo y guerra económica
Desde la visión del gobierno, los problemas económicos del país hay que situarlos en una perspectiva multifactorial en la que se conjugan diversas causas, que van, ciertamente, desde el rentismo petrolero, que es un fenómeno de vieja data que surge, prácticamente, desde el momento mismo en que el petróleo pasa a ser el soporte fundamental de los ingresos y de la economía nacional.
Relegando a un segundo y tercer plano las otras actividades económicas y convirtiendo la actividad importadora, que no la productiva, por la sobrevaluación de la moneda, en la fuente dinamizadora de la economía, hasta la guerra económica que la burguesía (acaparamiento, escasez, contrabando, etc.,) ha emprendido de manera desaforada, durante el período de Nicolás Maduro.
Bajo el cálculo que con ello se estaría generando las condiciones apropiadas para desencadenar el derrocamiento del proyecto de país que concibió Chávez como modelo para el desarrollo de la nación venezolana.
Ahora bien, independientemente de la ubicación que tenga cada quien para analizar la situación planteada, en la que algunos creen que la escasez de productos es consecuencia de la baja de la producción a raíz de políticas erradas adoptadas por el Gobierno; y otros que creemos que, fundamentalmente, todo obedece a un plan preconcebido que persigue generar angustia e incertidumbre en la población, como caldo de cultivo, para acciones de carácter insurreccional.
Lo cierto es que a las distintas instancias gubernamentales, por mandato constitucional, le corresponde velar por el bienestar de los ciudadanos; en este sentido es ostensible el esfuerzo que viene desplegando el gobierno nacional para atender los requerimientos de la ciudadanía a nivel nacional.
Capriles ausente e irresponsable
Pero a nivel del estado Miranda también se hace muy notorio la ausencia del gobierno de Henrique Capriles Radonski para darles satisfacción a los ciudadanos que conviven en su jurisdicción.
Para muestra. Basta con observar cual ha sido la conducta del gobierno regional con relación al grave problema de la inseguridad, siendo Miranda, lamentablemente, el estado con el mayor índice delictivo del país o con relación a la educación estadal, de la cual pregona que es su prioridad pero que en la realidad de los hechos es tangible su despreocupación por acometer el deterioro pronunciado de la infraestructura escolar o por darle respuesta a los múltiples problemas que padecen los más de 14 mil educadores regionales.
Y así, se podrían señalar sus inconsecuencias en muchos otros aspectos de su pésima administración. Por eso tiene mucho sentido la expresión que ya se escucha en el estado “que sería de Miranda si no existiera CORPOMIRANDA”
Tal es el caso de la situación que se vive con relación al desabastecimiento de productos de los anaqueles de los expendios que operan en el territorio mirandino. Por mandato de la Constitución del Estado Bolivariano de Miranda que en su artículo 21, numerales 6 y 15 establece, respectivamente, como competencia exclusiva del gobernador del estado: “El mejoramiento de la calidad de vida de la población” y “La protección a los productores, al consumidor y al usuario de bienes y servicios,..”.
Capriles está obligado a actuar en contra del acaparamiento y el sobreprecio que los supermercados y otros negocios practican a la luz del día y con toda desfachatez, especialmente, en las urbanizaciones de capas medias, que es donde vive mayormente la base social que lo ha respaldado en los procesos electorales en los que ha participado; pero hasta con esta gente, su gente, el Flaco Capriles ha sido irresponsable dejándolos desamparados frente al festín inmisericorde de los especuladores.
* miguelugas@gmail.com
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