sábado, 12 de enero de 2019

Diez lecturas políticas esenciales que nos deja el 10 de enero

El presidente venezolano Nicolás Maduro se juramentó para un segundo mandato. Tal evento de suma notoriedad, tiene connotaciones de amplio espectro, por ser sumamente difundido y verse inferido por posiciones divididas.
Este momento de gran particularidad política deja una estela de derivaciones y consideraciones que es oportuno hacer para entenderlo desde la visión venezolana de cara al mundo.
1. Luego de la juramentación del presidente Maduro, la reacción de la oposición en Venezuela ha sido perfectamente coherente con su agenda de desconocimiento y negación de la institucionalidad venezolana y las reglas del juego democrático. Como lo han hecho desde 2013, declaran a Maduro “ilegítimo” y “usurpador” del cargo presidencial.
A siete meses de las elecciones de mayo de 2018, la oposición que mandó a abstenerse en tal proceso, que boicoteó a su candidato Henri Falcón y que lidió con seguidores decepcionados que en gran medida migraron fuera de Venezuela, emplean hoy la juramentación de Maduro para solicitar a Estados Unidos sanciones, bloqueo, golpe e intervención militar, esperando beneficiarse de cuotas de poder una vez capitalizado el desplazamiento del chavismo. Tal seguidilla de eventos exponen con claridad la lógica errática y destemplada de dicho sector político.
2. Al anunciar una autojuramentación de Juan Guaidó como gestor de un futuro “Gobierno de Transición”, la oposición venezolana emplea el recurso de un paraestado y reacciona en correspondencia con una agenda de desestabilización y promoción del caos institucional que es claramente coherente con las arremetidas violentas de los años 2014 y 2017. Algunos sectores azuzan la reproducción de un nuevo ciclo violento, que supondría la legitimación de aventuras intervencionistas en Venezuela.
3. Por eventos apreciables en la realidad venezolana, es notorio que la oposición dentro de Venezuela quedó como una franquicia, una subsidiaria local y un club de office-boys de la Casa Blanca. Son actores de tercer nivel irrelevantes en la política local. No actúan por cuenta propia y la hoja de ruta real de la oposición a Maduro está en el extranjero, en manos de responsables como Donald Trump, Luis Almagro y algunos mandatarios del Grupo de Lima.
4. Pese a lo que se diga en el frente interno venezolano, lo que en realidad sucede al respecto de Venezuela está demarcado en el frente externo. Es decir, son los intereses foráneos los que rigen el dinamismo y la fluidez de los eventos que colocan a Venezuela hoy como centro del interés mundial. Venezuela es piedra angular de una disputa por recursos y es en sí misma pivote de una influencia subregional que en los últimos 20 años ha contravenido el poder de Washington, en lo que creen es su “patio trasero”.
5. Observando medios internacionales y vocerías políticas, es indiscutible que la narrativa antivenezolana es claramente intervencionista, coquetea con la ruptura de la paz y promueve la guerra en Venezuela. Un adefesio político, peligroso para la gobernanza regional, que hoy se permiten algunos actores latinoamericanos, alentados por la caótica presentación de la política exterior estadounidense. El belicismo campea por doquier.
6. En la proliferación de retóricas en los actores políticos del Grupo de Lima, hay promociones camufladas de una guerra en Venezuela o para favorecer el recrudecimiento del bloqueo económico, afirmando que tales actos pueden ayudar al pueblo venezolano a superar la crisis interna. Es evidente entonces que estamos ante la promoción del severo sinsentido común político. Como en todo contexto de guerra, intentan asesinar la verdad.
7. Las relaciones internacionales en esta región del mundo se dividen en países que avalan o no el injerencismo sobre Venezuela. No fue Maduro quien impuso esa relación maniquea. Por lo tanto no es Venezuela la que promueve su aislamiento. Es Estados Unidos el que lo ordena. Y es sabido que Estados Unidos no se guía por el interés de la población venezolana, sino por su apetito de potencia hegemónica. Así que tales cartas echadas en la política regional están creando heridas que Maduro ha convocado subsanar en un “cara a cara”, al convocar a una cumbre latinoamericana y caribeña. Un loable esfuerzo para intentar detener la agenda de desintegración y conflicto en la región.
8. El discurso de “dictadura en Venezuela” queda desmontado por el solo hecho de que Maduro se juramente por mandato que le hicieran casi 6 millones de electores en mayo de 2018. Así que es un ejercicio de apego institucional. No es él quien está fuera de la Constitución. Por el contrario sí están fuera de ella los venezolanos que imponen presiones a su gobierno apoyados por gobiernos extranjeros.
9. Frente a un mundo convulso, donde Estados Unidos tiene focos de conflicto por doquier e implementa su estrategia de avasallar a los Estados-nacion, que un presidente asuma su mandato a contracorriente de tal “lógica” e intimidación es un hecho sobresaliente. Tal acto es un atrevimiento, un acto soberano y un hecho políticamente correcto. Un acto coherente frente a la vorágine que consume y degrada la gobernanza global.
Si los gringos ordenan una dirección y si Venezuela toma la vía contraria, entonces Venezuela va por el camino correcto. Si alguien en Venezuela ponía en duda de que aquí hay patria, un país autodeterminado, los hechos le envían ese mensaje.
10. La mayoría de los habitantes de Venezuela, sea del lado que sean, quiere vivir en paz. Y la paz no es una dádiva, se gana. Maduro inicia otro período luego de haber peleado, soportado, dialogado y hecho prácticamente de todo, hasta ir en contra de sus convicciones, para que hoy los venezolanos pudieran disfrutar la paz. Aunque no ha logrado muchísimas cosas, Maduro logró la paz contra todos los pronósticos.
El pueblo venezolano tiene el deber de no permitir que se la arrebaten y Maduro asume su mandato correspondiéndose con ese mismo fin. Lo contrario sería la entrega del país a los matones globales que lo presionan, para que impongan su agenda de odio, horror y persecución. A los venezolanos queda mucho trecho para seguir logrando la paz y el 10 de enero es un importante día más.
Franco Vielma
Misión Verdad

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