OPINIÓN
18.AGO.2014
Por: Misionverdad.com
Nuevamente la histeria controlada quiso vender un relato piche. El mecanismo de terror de la línea ultra en los medios anunciaba apocalípticamente el fin de uno de los medios impresos más antiguos del país. No sólo por un breve y mísero momento creció la ola especulativa, sino que oficiosos portavoces, anunciaban su salida en masa del rotativo fundado por el mediocre poeta Andrés Mata.
Los factores ultra-salidistas dentro del diario prendieron las alarmas habituales, y mientras algunos fueron “censurados”, otros sencillamente abandonaron su artículo semanal de opinión, sin haber padecido la mentada mordaza.
De un momento a otro, el periódico se quedó huérfano del discurso prepotente de Carlos Blanco, y Marta Colomina, sin contemplar opción alguna en su frenética oligofrenia de ciudadana de la quinta edad, anunció su renuncia. Se consolidaba así el relato aquel, que además sugería que fue una empresa de maletín controlada por el Gobierno la que realizó la operación de compra.
Pero poco después se fue revelando los puntos débiles de esa historia. No sólo lo había comprado un armatoste de empresas, sino que José Luis Basanta, el hombre que realizó la operación de compra en nombre de la firma Epalística, dejaba claro que la transacción fue “una apuesta a que un cambio político en el país va a aliviar las restricciones a las empresas de comunicación y grupos de oposición”, según declaraciones al medio norteamericano Bloomberg.
Después de la catástrofe
Un estudio al cuerpo de política realizado la semana del 2 al 8 de agosto, luego del “sisma” que dejó a la plana (supuestamente) sin “opinión disidente”, demuestra que El Universal no ha variado su línea respecto al Gobierno, su posición permanece vigente y todavía forma parte del concierto cartelizado que buscan colocar una imagen violentamente deforme de la realidad venezolana.
Lo que cuantitativamente traduce la tabla aquí arriba no es más que la tendencia general que ha tenido la plataforma de los medios (privados) de comunicación. Dedicarle el centimetraje necesario a esa oposición en punto indeterminado (MUD, MID, etc…) para evitar la descomposición. Sobrexponer a la oposición frente al Gobierno Bolivariano, que como se recordará está supeditado al personaje “la crisis”, y es en esa medida que el Gobierno aparece o es mencionado en las páginas de El Universal.
Para dejar claro en términos cualitativos la valoración del Gobierno según El Universal, ahí puede ver ese 87% que repite por repetición programada el rostro negativo del Gobierno a.k.a “la crisis” a.k.a. “el modelo”.
Pero, también lo sabemos, para que cobre verosimilitud la especie del Estado fallido y el colapso total, se hace necesario migrar el peso de la responsabilidad sobre el presidente Nicolás Maduro y enfocarlo con gran angular en el personaje ya mentado.
Eso explica que el Presidente haya tenido menos centimetraje que el Gobierno Bolivariano en su conjunto. No obstante, particularizándolo, del Presidente se sigue produciendo una imagen predominantemente negativa:
Tal vez algo sí podemos conceder. A lo mejor sin Carlos Blanco y sin Marta Colomina puede que ese 58% haya cerrado esa semana en un 85%, dado el supremo talento de la Colomina en anunciar el fin total de los tiempos republicanos.
Pero más allá de ese detalle, más allá de la relevancia directa del periódico (muchísimo menor de lo que en realidad quisieron venderlo), quedamos claro con que el llanto sobre la nueva línea de El Universal era más ese acto reflejo, algo sadomaso, supremamente ignorante, por lo que cierto sector de la escualidumbre encuentra placer al llorar.
Al menos esta vez, expuestas las razones, que lloren solamente por placer, que El Universal sigue igual.
Pero sin Colomina, y eso seguramente lo agradecen ellos mismos.
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