* La ponencia forma parte del seminario “Rasgos
de la colonialidad en Venezuela”, del Laboratorio de Ecología Política del
Centro de Estudios de la Ciencia del
Ivic
Altos de
Pipe, 19 de mayo de 2015 (Leidy Martínez).-
Poner en
evidencia una serie de rasgos colonialistas que aún persisten en la manera de
promover la cultura musical, desde el Sistema de Orquestas venezolano, fue el
objetivo de la ponencia “La colonialidad del saber musical en Venezuela.
¿Música o músicas?” ofrecida por el estudiante tesista y miembro
asistente del Laboratorio de Ecología Política del Centro de
Estudios de la Ciencia del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
(IVIC), Attilio Lafontant.
En su
exposición, Lafontant planteó la necesidad de repensar el esquema de promoción
y formación que se le ha venido dando a la cultura en el ámbito musical, ya que
a su juicio subcoloca a las sonoridades locales, dando prioridad casi exclusiva a las composiciones europeas, que se han
asumido como “universales”.
Tomando como referente el Sistema de Orquestas venezolano, Attilio
afirma que dentro de nuestro programa de educación musical hemos reproducido lo
que Pamela O´ Gorman llama mono-culturalismo, insostenible a la luz de nuestra
ubicación geográfica y nuestras realidades políticas e históricas. Uno de los
efectos más preocupantes de este hecho ha sido el silenciar las cualidades
intrínsecas de nuestra diversidad musical regional, despreciando cualquier música
que no se ajuste al criterio estético de la tradición europea.
A lo largo de
su exposición, el joven investigador también lamentó la desaparición de
iniciativas como el Proyecto Odila (1982), en el cual se hizo un intento
importante de institucionalizar y promover a gran escala la formación de
orquestas con músicas propiamente latinoamericanas, que tomaban en cuenta todos
los elementos de significación, situados en sus respectivos territorios, sin
pretender encajarlos en cánones estrictamente estéticos.
Para Lafontant, la colonialidad del saber musical
existente en Venezuela puede articularse en torno a cinco aspectos: el mito de la historia universal,
que hace ver la narrativa europea como la historia de toda la humanidad; la producción
asimétrica de conocimientos; un sistema de valores que nos acostumbra a pensar
en jerarquías; un estructura neocorporativa asociada a una gerencia pragmática
y la invisibilización de las músicas locales.
Una de las
asistentes a la ponencia, Meyby Ugarte, miembro del Laboratorio de
Antropología, comentó que la visión de la música académica o música sinfónica
coarta elementos importantes como la expresión corporal, la oralidad, el
movimiento y todas aquellas relaciones que se establecen desde lo comunitario
hasta el ámbito estrechamente familiar. Desde esta perspectiva, se ponen en
riesgo las manifestaciones culturales que se presentan en cada región.
Propuesta
Como parte de
una propuesta decolonizadora, Lafontant plantea
dar visibilidad a la producción de sonoridades desde las diferentes latitudes
de nuestro territorio nacional, exponiendo así culturas y realidades situadas
que son muy distintas a las europeas, y que por ser diferentes no son
inferiores. Para ello, hace énfasis en la necesidad urgente de repensar nuestra
historiografía musical, a través del fortalecimiento de investigaciones
musicales de carácter etnográfico que sirvan de espacio para que aquellas
sonoridades subcolocadas puedan ser escuchadas.
Continúa el seminario
“La colonialidad del saber musical en Venezuela. ¿Música o músicas?” fue
la sesión inaugural del seminario “Rasgos de la colonialidad en Venezuela:
activando opciones decoloniales. Sonidos, imaginarios, historias y vidas”,
que se efectúa todos los viernes desde el 08 de mayo hasta el 05 de junio, a
las 10 a.m, en la sala Olga Gasparini del Centro de Estudios de la Ciencia del
Ivic.
La jefa del Laboratorio de Ecología Política, María
Victoria Canino, coordinadora del seminario y tutora del ponente, afirmó que
para empezar a transformar esos rasgos coloniales hay que ponerlos en evidencia
para poder reflexionar sobre los mismos, y al hacerlo se tiene la posibilidad
de ir saliendo de ellos. Eso es lo que se propone este espacio que resalta por
la participación de jóvenes investigadores comprometidos con el proceso de
transformaciones que vive nuestro país desde hace más de 15 años.
Fotografía
Marie Fuzeau
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