El éxito de las candidaturas ciudadanas en Barcelona, Madrid o A Coruña marcan el camino a seguir para las generales
Celebración de la victoria de Colau en los alrededores de Fabra i Coats / ENRIC CATALÀ
Sí se puede, vaya si se puede. Nunca pensé que se pudiera tanto, que fuese posible un vuelco como el de ayer. Pero también queda claro que solos no podemos. Que solos no Podemos. Se ha podido en Barcelona, con un éxito rotundo de Ada Colau, o en A Coruña y Santiago con las irresistibles Mareas. Se va a poder, pactando con el PSOE, en Madrid y Zaragoza. El balance es impresionante, pues hablamos de varias de las mayores capitales.
Pero no se ha podido en otras: Sevilla, Málaga, Valladolid, Murcia, Córdoba, y muchas otras ciudades donde no se logró una candidatura popular y unitaria como las que han acabado triunfando en Barcelona, Madrid o las capitales gallegas. Los desencuentros desgastaron las posibilidades electorales, y acabaron en demasiadas papeletas que competían por el mismo espacio, que no han conseguido grandes resultados por separado, y que de paso han dejado fuera de juego a Izquierda Unida.
Si miramos a las autonómicas, Podemos ha conseguido resultados espectaculares, increíbles para un partido tan joven. Y su emergencia ha hecho posible la debacle del PP, que pierde la mayor parte de su poder territorial. Pero en ningún caso ha conseguido superar ni al PP ni al PSOE, quedando como tercera, cuarta o quinta fuerza. Ya sé, es pronto, puede seguir creciendo. Pero los resultados autonómicos tienen un reverso endemoniado para Podemos, ya que le obligarán a pactar con el PSOE (que hasta ayer era casta) para evitar gobiernos del PP, y permitirá a los socialistas recuperar los gobiernos de Castilla-La Mancha, Extremadura, Comunidad Valenciana, Asturias, Aragón… Y cuando pactan dos, uno mayor que otro, ya sabemos quién suele sacar provecho electoral.
Los próximos meses están por escribir, y habrá no pocos renglones torcidos, por las muchas dificultades que aparecerán en el nuevo paisaje de pactos. No es descartable que Podemos recupere fuerza con el vuelco municipal; como tampoco es descartable que se desgaste más en la política de pactos autonómicos. Lo único que sabemos con seguridad es lo que sí ha funcionado, y a la vista están los resultados: los acuerdos amplios, de partidos, movimientos sociales y ciudadanos; que se construyen sin rodillos de primarias plancha, horizontales y que suman personas independientes.
Podemos puede reclamar buena parte de los éxitos en Barcelona y Madrid, ya que abrió la primera brecha, decisiva, por la que entraron otros. Pero aunque Podemos ha participado en ambas plataformas muy activamente, y Pablo Iglesias se ha implicado personalmente en la campaña municipal, ni Colau ni Carmena representan al partido morado (la futura alcaldesa de Madrid ha insistido una y otra vez en desmarcarse).
Valga un dato: en Madrid ciudad, Podemos ha sacado 285.000 votos para las autonómicas, mientras Ahora Madrid ha recibido 519.000 votos. Es decir, casi la mitad de votantes de Ahora Madrid no votó a Podemos en la otra urna, pese a la buena campaña de su candidato José Manuel López, lo que marca un techo para la marca demasiado bajo como para ser alternativa. ¿Qué habría pasado en las autonómicas si se hubiese presentado un “Ganemos”?
Hoy es día de festejar, y de felicitar a quienes han hecho posible un día histórico como el de ayer, tras el que nada volverá a ser igual. Mañana, tras la fiesta, habrá que manejarse en el pantanoso terreno de los pactos de gobierno, o en hacer una buena labor de oposición. Y si quedan tiempo y fuerzas, habrá que sacar lecciones para las venideras generales.
Felicidades. Y gracias.
Pero no se ha podido en otras: Sevilla, Málaga, Valladolid, Murcia, Córdoba, y muchas otras ciudades donde no se logró una candidatura popular y unitaria como las que han acabado triunfando en Barcelona, Madrid o las capitales gallegas. Los desencuentros desgastaron las posibilidades electorales, y acabaron en demasiadas papeletas que competían por el mismo espacio, que no han conseguido grandes resultados por separado, y que de paso han dejado fuera de juego a Izquierda Unida.
Los próximos meses están por escribir, y habrá no pocos renglones torcidos, por las muchas dificultades que aparecerán en el nuevo paisaje de pactos. No es descartable que Podemos recupere fuerza con el vuelco municipal; como tampoco es descartable que se desgaste más en la política de pactos autonómicos. Lo único que sabemos con seguridad es lo que sí ha funcionado, y a la vista están los resultados: los acuerdos amplios, de partidos, movimientos sociales y ciudadanos; que se construyen sin rodillos de primarias plancha, horizontales y que suman personas independientes.
Podemos puede reclamar buena parte de los éxitos en Barcelona y Madrid, ya que abrió la primera brecha, decisiva, por la que entraron otros. Pero aunque Podemos ha participado en ambas plataformas muy activamente, y Pablo Iglesias se ha implicado personalmente en la campaña municipal, ni Colau ni Carmena representan al partido morado (la futura alcaldesa de Madrid ha insistido una y otra vez en desmarcarse).
Valga un dato: en Madrid ciudad, Podemos ha sacado 285.000 votos para las autonómicas, mientras Ahora Madrid ha recibido 519.000 votos. Es decir, casi la mitad de votantes de Ahora Madrid no votó a Podemos en la otra urna, pese a la buena campaña de su candidato José Manuel López, lo que marca un techo para la marca demasiado bajo como para ser alternativa. ¿Qué habría pasado en las autonómicas si se hubiese presentado un “Ganemos”?
Hoy es día de festejar, y de felicitar a quienes han hecho posible un día histórico como el de ayer, tras el que nada volverá a ser igual. Mañana, tras la fiesta, habrá que manejarse en el pantanoso terreno de los pactos de gobierno, o en hacer una buena labor de oposición. Y si quedan tiempo y fuerzas, habrá que sacar lecciones para las venideras generales.
Felicidades. Y gracias.
fuente: El diario.es
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