Este animal es vector potencial de la enfermedad de Chagas
La evidencia sugiere que antes de adquirir la
costumbre de la hematofagia, eran depredadores.
Altos de Pipe, 15 de mayo de 2015.- Vanessa Ortiz Piñango
vortiz@ivic.gob.ve
Cuando
aparecieron en la Tierra hace aproximadamente 200 millones de años atrás, los
antepasados de los chipos no se alimentaban de la sangre de sus víctimas como
sucede en la actualidad. Al contrario: cazaban a sus presas -insectos iguales a
ellos-, las atrapaban con sus patas delanteras y se las comían, succionando los
líquidos de su interior.
El
salto evolutivo de la entomofagia a la hematofagia fue posible gracias a un
conjunto de transformaciones morfológicas, fisiológicas y conductuales
heredadas y modificadas por los ancestros depredadores no “chupasangre” de los
triatominos modernos, descendientes directos de miembros del orden Hemiptera,
suborden Heteroptera y familia Reduviidae.
Un
compendio bastante exhaustivo y analítico de los resultados obtenidos por
diversos expertos del mundo sobre la filogenia de estos artrópodos y de cómo
adquirieron el hábito de succionar fluidos corporales, fue publicado
recientemente por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic)
y la Universidad de Los Andes (ULA) de Mérida en la Revista Chilena de
Historia Natural, de acceso abierto en internet.
El
texto está disponible en inglés y español. “Son muy escasos los artículos de
revisión sobre triatominos en castellano, a pesar de que la enfermedad de
Chagas es endémica de Latinoamérica, así que es un valor agregado”, informó el
autor principal del estudio y jefe del Laboratorio de Ecología Sensorial,
adscrito al Centro Multidisciplinario de Ciencias del Ivic, Fernando
Otálora-Luna.
Terminología más realista
Pasar
de cazadores activos a “chupasangre” pasivos requirió aptaciones, es decir,
procesos de adaptación (formados para su función actual) y de exaptación
(creados para un uso distinto del que poseen ahora o sin uso alguno). Por ejemplo,
las plumas de las aves son consideradas adaptaciones para protegerse del
aislamiento y pérdida de calor, mientras que para vuelo, depredación, mimetismo
y selección de pareja son exaptaciones.
“Nuestra cultura
cientificista subyace sobre las bases de una ideología kantiana, positivista,
progresista y desarrollista, donde toda forma 'debe' tener una 'función' que
mejora con el tiempo, justamente el origen de la obsesión capitalista por la
infinita optimización de los procesos productivos. El punto débil de esta
suposición es que los recursos de este desarrollo infinito son finitos”, dijo.
La
teoría del naturalista inglés Charles Darwin sugiere que la evolución
transcurre a través de modificaciones que progresan para mejorar la función del
organismo y lo hace cada vez más complejo; en otras palabras, enfatiza en las
adaptaciones excluyendo a las exaptaciones. Un crítico de esta visión, Stephen
Jay Gould, propone que la vida no avanza hacia la “complejidad” sino hacia la
“diversidad”.
“Darwin escribió su obra en
plena revolución industrial, influenciado por los mismos preceptos que sostiene
hoy el capitalismo. El adaptacionismo en muchos casos puede resultar ridículo,
pensemos entonces que las orejas son una adaptación para utilizar aretes y la
nariz es una adaptación para sostener los anteojos”, expresó Elis Aldana,
coautor del trabajo y jefe del Laboratorio de Entomología “Herman Lent” de la
ULA. Aldana insiste en usar la terminología de Gould en sus artículos, al
margen de los vocablos comunes que recurren
exclusivamente a “adaptación”.
Maniobra tras maniobra
Visto
así, los chipos sufrieron constantes aptaciones hasta convertirse en lo que
son: maestros de la extracción de sangre. Alteraron el aparato bucal de sus
parientes lejanos redúvidos, haciéndolo más largo, recto y capaz de perforar en
busca de vasos sanguíneos.
Para
esquivar las reacciones defensivas de sus víctimas, desarrollaron una saliva
menos venenosa (con bajas concentraciones de proteasas), reduciendo el dolor de
la picadura. “La saliva de los triatominos contiene antihemostáticos, proteínas
analgésicas y otras pequeñas moléculas que inhiben la coagulación de la sangre,
facilitan la penetración de la piel y neutralizan la respuesta inflamatoria”,
sostienen los autores del texto.
La alta
carga proteica de la sangre consumida fue otro desafío para los chipos. Para
asimilarla, conservaron algunas características digestivas de sus ancestros
depredadores redúvidos, de quienes heredaron una mezcla especial de proteínas
para la descomposición de las células sanguíneas (lisis).
Como
la sangre no tiene todos los elementos nutricionales que necesitan los chipos,
estos aprendieron a vivir simbióticamente con microorganismos mutualistas
productores de vitamina B (tiamina, ácido pantoténico y fólico, piridoxina y
biotina).
Incluso
las patas delanteras experimentaron transformaciones con respecto a las de sus
predecesores, las cuales eran usualmente largas y provistas de órganos
adhesivos a la tibia (foseta esponjosa). En los chipos, estos últimos se han
diversificado, y en algunos casos, desaparecido.
Habilidad innata
Según
el informe del Ivic y la ULA, esta cadena de eventos evolutivos contribuyó al
cambio de comportamiento de los chipos. No obstante, el clímax llegó con el
contacto precoz de sus antecesores redúvidos con vertebrados hace 65 millones
de años, posterior a la extinción de los dinosaurios.
Después
de ese momento, posiblemente ocurrió una expansión de variadas formas de vida,
que atrajo a los redúvidos depredadores. Con propósitos meramente
exploratorios, comenzaron a punzar y penetrar la piel de los vertebrados
indefensos recién nacidos, pero el primer paso había sido dado.
“La estrecha y prolongada
asociación con mamíferos nidícolas y pájaros resultó en la especialización de
alimentarse directamente y eficientemente de los vertebrados per se,
minimizando el tiempo dedicado a encontrar comida”, asegura el artículo.
Conocidos
en otros países como vinchuca, pito, barbeiro, chinche y kissing bug, casi
todos los chipos son hematófagos y viven en asociación con ciertos vertebrados,
de cuya sangre se nutren para subsistir.
“Los triatominos, en
contraste con otros insectos hematófagos como los mosquitos o las moscas
tse-tsé, ocupan la morada del hospedador y se alimentan de él durante la noche
mientras duerme. En otras palabras, son insectos hematófagos de nido-vivienda”,
señala la publicación.
Problema local
Las
144 especies de chipos descritas en la literatura tienen la potencialidad de
transferir el parásito Trypanosoma cruzi al torrente sanguíneo del ser
humano, mediante la colocación de sus desechos fecales sobre la piel. De
acuerdo con la investigación del Ivic y la ULA, en América se concentran casi
todas las especies, África carece de focos endémicos, Asia posee unas pocas y
en Europa no hay rastros.
Es
frecuente hallarlos en lugares frescos y oscuros como las palmas, nidos,
madrigueras, guaridas subterráneas, grietas de la corteza de los árboles,
plantas de la familia de las bromeliáceas, cuevas y viviendas. De allí que los
hospedadores usuales de los triatominos sean los pájaros, perezas, reptiles y
marsupiales de diferentes, clases así como los conejos, conejillos de indias,
roedores, armadillos y murciélagos.
“El siguiente cambio
importante conductual de interés para los humanos, debido a las implicaciones
epidemiológicas en la transmisión de T. cruzi, es la adaptación de estos
insectos a lo que antropocéntricamente llamamos 'hábitat humano”, dice el
estudio.
En el
trabajo también se plantea una discusión sobre el origen filogenético de los
chipos, ofreciéndole al lector bibliografía pertinente acerca del estatus de
las tres hipótesis sugeridas. “Hasta la fecha, no está claro si la subfmilia Triatominae
descendió de un ancestro único (monofilético), más de un ancestro (polifilético)
o si el grupo incluye al ancestro común pero no a todos los descendientes
(parafilético)”.
Junto
a Otálora (Ivic) y Aldana (ULA), participaron en la publicación Antonio
Pérez-Sánchez y Claudia Sandoval, del Laboratorio de Ecología Sensorial del
Centro Multidisciplinario de Ciencias del Ivic. El escrito puede consultarse en
la página web www.revchilhistnat.com.
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