24 mayo 2016
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Por Marco Teruggi, Resumen Latinoamericano, 24 de mayo 2016.- Guasdualito es frontera. A una hora y media en moto, cruzando a Colombia, se encuentra una base militar norteamericana. Por ese mismo puente que une y desune a los dos países pasan cada día camiones con arroz, carros, leche, lo que necesita el país. Se sabe en el pueblo, basta con preguntar. Guasdualito es el centro del Alto Apure, territorio donde viven comunas, ciudades comunales, corruptos, paramilitares, masacres. Como la de Bocas del Río Viejo, por ejemplo, en el 20011, donde siete compañeros fueron asesinatos.
Es zona de chavismo. De victorias de la revolución, de cercanías con las calles que vieron llorar al Comandante Hugo Chávez durante la campaña del 2012, cuando pidió su último deseo: volver a ser libre como el viento, después de haber hecho realidad el proyecto de la patria soñada.
Ese proyecto y esa patria hoy se encuentran en peligro. Es cierto que siempre es el momento más difícil. También que este lo es por sobre todos los demás. Nunca el enemigo había acumulado tanto poder, el pueblo había estado tan desgastado, y el Gobierno tan rodeado de preguntas.
Una ecuación difícil, incendiaria, producida por la guerra no convencional prolongada: tres años de saboteo económico, de inyección de veneno en el tejido social, de ataques psíquicos con los medios de comunicación, agresiones internacionales, de asesinatos selectivos, y violencia callejera. Como la que ha regresado en estos días, buscando el inicio de un nuevo ciclo de guarimbas y mucho más.
El escenario, según el enemigo, parece listo, o casi. Álvaro Uribe pidió una intervención armada, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, trató a Nicolás Maduro de dictatorzuelo, y Capriles Radonski declaró recientemente a la BBC que en un levantamiento militar “está en el ambiente”. La correlación de fuerzas continental, luego de las victorias de las derechas en Argentina y Brasil, es desfavorable para el chavismo.
Todo parece a punto de.
Los Estados Unidos y la derecha han descubierto a lo largo de los años dos de los pilares fundamentales de la revolución: la unidad cívico-militar y la potencia del pueblo. Saberlo no implica que puedan desandarlo. Lo intentan, con dinero y promesas de gloria para los militares, y con hambruna para el pueblo. Algunos logros consiguen, es cierto.
El chavismo, que por momentos se parece a un gigante miope e invertebrado -retomando la expresión de John William Cooke para describir el peronismo en 1964- tiene la fuerza para resistir y continuar con el proyecto estratégico. A veces, entre cola y cola para conseguir comida puede perderse de vista. Nadie es inmune a los efectos de la guerra. Pero existen momentos de condensación donde emerge el poder que late en lo profundo del país, cuando se ve la certeza del chavismo.
El viernes y sábado pasado fueron dos de esos días.
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Guasdualito nuevamente. Son las siete de la mañana, el Batallón de Milicia Territorial de Empleo General Patriota Padre Ramón Ignacio Méndez, se prepara para ir al campo de entrenamiento para iniciar la jornada.
Es el segundo día de despliegue del Plan de Ejercicio de Acción Integral Independencia II. 480 batallones de Cuerpos de Combate de la Milicia Bolivariana, y 297 formaciones especiales en conducción y apoyo naval, están desplegados en las 99 áreas de defensa integral ubicadas en las 24 zonas operativas del país. El Plan fue anunciado por Vladimir Padrino López, General en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb), quien afirmó que Venezuela estaba siendo amenazada.
La Milicia Bolivariana, uno de los cinco cuerpos que conforman Fanb, tiene un rol central en estas jornadas y en la doctrina de defensa integral bolivariana. En Venezuela ya no rige la mirada norteamericana de la Escuela de las Américas sino la de Simón Bolívar: las guerras y las independencias se ganan con indios, negros, mestizos, blancos, campesinos, obreros, pescadores. La patria se defiende con uniformados y con pueblo en armas.
Quienes están en el camión rumbo al campo de formación son campesinos y trabajadores, de todas las edades -desde la adolescencia hasta la vejez. En su mayoría son miembros de consejos comunales y comunas, y son, sobre todo, mujeres.
-Las mujeres somos capaces y guerreras, capaces de cosas que los hombres no pueden, dice una de las milicianas. Todas asienten. Los hombres también.
En el campo se encuentran con los otros tres batallones del Municipio Páez. El día de hoy es de formación en emboscada y disparo. La jornada de ayer fue teórica. Los Cuerpos de Combate se forman, las jerarquías -tenientes, sargentos, cabos, distinguidos, milicianos- ocupan sus respectivos lugares. Algunos tienen el uniforme correspondiente al día sábado -verde zamorano- otros visten de civil, se trata de su primera vez.
-Profesores, obreros, médicos, abuelos, campesinos, todos debemos ser milicianos, somos los que vamos a asegurar y resguardar nuestro propio territorio. En caso de una invasión nos defenderemos con armas y con inteligencia social. Una viejita en rancho, por ejemplo, que vive sola, puede decir con una seña si el enemigo está lejos, cerca o ya pasó. Explica Jesús Pérez, Cabo Primero del Batallón de Milicia de Empleo Local Simón Bolívar, organizado dentro de la Ciudad Comunal Socialista Simón Bolívar.
La Milicia tiene por tareas centrales, en caso de una invasión -bajo la forma que sea, y con los actores que ingresen, sean fuerzas regulares o irregulares-, producir acciones de desgaste y resistencia. Es la inteligencia popular masiva, un arma con la que no cuenta el enemigo. Diseminada en barrios, campos, ranchos, oficinas, negocios, hospitales, que puede informar, sabotear, combatir, curar, infiltrar. Formada para eso.
-Se trata de la defensa integral, los únicos que podemos garantizar que sigan funcionando las fábricas, las escuelas, las siembras, los ambulatorios, somos nosotros, porque como pueblo y poder popular conocemos todo nuestro territorio, agrega el Cabo Primero.
El territorio, en particular en zonas de frontera como Guasdualito y alrededores, es objeto de disputa permanente. Una suerte de guerra de posiciones entre el poder popular -comunas, movimientos populares, milicia- contrabandistas, actores corruptos de la Fanb, instituciones del Estado, paramilitares etc. Con muertos. Como dos fiscales asesinados y uno desaparecido en el 2013, luego de haber detenido una caravana de camiones rumbo a Colombia.
En la frontera se encuentran condensadas todas las variables de la guerra. Del lado del enemigo y del lado propio. En ese contexto la Milicia Bolivariana y las comunas tienen arraigo y extensión. Llevan adelante, entre penurias alimentarias y muertos periódicos, el proyecto estratégico repetido una y otra vez por Hugo Chávez: el socialismo del siglo XXI, es decir la restitución del poder en manos del pueblo.
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