sábado, 18 de abril de 2015

Chávez presente y habló claro en Panamá


*Miguel Ugas
El pueblo venezolano, a través de la señal de TELESUR, pudo ser testigo presencial de una memorable jornada de dignidad escenificada en la VII Cumbre de las Américas, realizada en la ciudad de Panamá, los pasados días 10 y 11 de abril.
De dónde vienen las Cumbres
Necesario es, antes de referirnos a lo acontecido en la ciudad caribeña, tener presente cual ha sido la trayectoria de estas Cumbres que desde 1994 se han venido realizando, con el propósito inicial, al margen de la retórica de ocasión, de restablecer las políticas imperiales en el Continente.
Consisten en una reunión de los países miembros del Hemisferio a nivel de los Presidentes y Primeros Ministros de los Estados que configuran la geografía americana. En esta oportunidad se arribó a 35 participantes, con la incorporación de Cuba que había estado excluida de todas las Cumbres anteriores; van 9 de las cuales 2 tuvieron carácter extraordinario.
El dispositivo de las Cumbres fue ideado, básicamente, con la intención de implementar el proyecto recolonizador estadounidense hacia América Latina y el Caribe, región a la que históricamente han considerado como su “patio trasero” y para, tal efecto, concibieron un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que les garantizara las ventajas que desde hace más de 100 años han mantenido en su relación comercial con la región, asegurando el recontrol de un mercado que comenzaba crecientemente a ser competido por otras potencialidades comerciales, particularmente, por la expansión económica de China.
El plan estadounidense era que el ALCA fuese aprobada en la IV Cumbre realizada en noviembre del 2005, en Mar del Plata, Argentina. Objetivo truncado por la férrea oposición que al proyecto leonino norteamericano (Bush) le hicieron Brasil (Lula), Argentina (Kirchner), Uruguay (Tabaré), Paraguay (Duarte) y, especialmente, Venezuela, representada por el Comandante Chávez, siempre tenaz defensor de los intereses latinoamericanos y caribeños, los de la Patria Grande.
Cumbre con dos temas cruciales
En esta Cumbre de Panamá, los temas cruciales en consideración fueron, por una parte, la presencia de Cuba en el evento, hecho que se asumió como un triunfo de la dignidad del pueblo cubano que supo torcerle el brazo a la intemperancia del imperialismo, cuyos voceros han tenido que reconocer el fracaso de la política de bloqueo al que han sometido al hermano pueblo cubano por más de 50 años.
Y el otro punto que centró la atención de los líderes americanos fue la protesta que elevara el Presidente Nicolás Maduro, a nombre del pueblo venezolano, acerca de la Orden Ejecutiva o Decreto, emitida por Obama, el pasado 9 de marzo, en el que groseramente se cataloga a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Sonora derrota política
Tal exabrupto mereció el más rotundo rechazo de 33 de los 35 países participantes en el evento; salvo las consabidas posiciones de los Norteños (EEUU y Canadá), el resto expresó, en diferentes tonalidades, el repudio al Decreto del presidente estadounidense, quien, más bien, a pocos días, previos, a la instalación de la Cumbre y ante la inmensa ola de solidaridad con Venezuela desplegada a nivel mundial, se vio en la contradictoria situación de tener que reconocer que nuestro país no constituye amenaza alguna para el suyo.
Pero, con todo, Obama haciendo uso de la proverbial prepotencia imperial se negó a darle curso al planteamiento venezolano de que se derogara el amenazador decreto (que como espada de Damocles pende sobre la vida de los venezolanos); por tal motivo, el Presidente gringo quedó aislado propinándosele una sonora derrota política como pocas veces le ha acontecido a presidente estadounidense alguno en un foro internacional.
En esta Cumbre el imperialismo intentó la recurrencia manipuladora de hacer uso de la vieja política de la “zanahoria y el garrote”: por un lado, mostrar flexibilidad con la Cuba heroica y por la otra blandir el garrote del Decreto para amedrentar al gobierno y pueblo venezolano. Les cuesta aceptar a los yanquis los cambios políticos que se han operado, en los últimos años, en América latina y el Caribe.
Pragmatismo imperial
Obama, prevalido de la fuerza material que representaba, estuvo inconsistente en la única exposición que hizo ante la plenaria; exhibió un enfoque pragmático, intentando, con ello, justificar las políticas injerencistas y atropellantes que la potencia imperial ha implantado en diferentes regiones del mundo, encubriéndose en el falso concepto de la innecesidad de apelar al reconocimiento del pasado, es decir, de la historia para tomar decisiones políticas, algo así como ¡hágase abstracción de los desmanes y atropellos que hemos cometido, lo que cuenta son las “buenas intenciones” que ahora nos animan!. Yo te aviso chirulí. Cómo que si todavía no estuvieran frescas en nuestras memorias los genocidios cometidos en Irak, Afganistán, Libia, Somalia, Siria, Yemen y, más acá, en Chile, Grenada, Panamá (Chorrillos), etc.
Estadista cada vez más maduro
A contrapelo de la deslucida intervención de Obama, el Presidente Nicolás Maduro dio muestra de su maduración como estadista formado en la escuela de lucidez estratégica cimentada por Chávez; sencillamente, estuvo brillante, interpretando a plenitud el sentimiento y la fuerza moral de más de 10 millones de firmas de compatriotas venezolanos y con el respaldo de más de 3 millones de firmas de compatriotas cubanos y de otras tantas miles de las distintas regiones del mundo expuso con absoluta claridad la disposición de nuestro país a defender, a todo trance, la Soberanía Nacional y a desarrollar, al mismo tiempo, con el gigante del Norte un dialogo constructivo, en un marco de mutuo respeto. Su más contundente argumento fue que Venezuela es un país amante de la Paz. No hay dudas, en la Cumbre de Panamá, el Presidente Maduro estaba inspirado en Chávez. Y Chávez estaba presente y habló claro a través de Maduro.

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