Venezuela vive un punto de quiebre en el marco de la guerra económica. Iniciada desde la burguesía con el propósito de extorsionar al pueblo, ésta se encuentra en el umbral de un punto crítico que puede dar un giro absoluto a la dinámica sociopolítica y socioeconómica nacional.
El mismo Nicolás Maduro que al apenas iniciar funciones de gobierno llamó a las cúpulas empresariales a Miraflores, intentando concertar con ellos, se encuentra ahora en ese punto donde sabía que podía llegar: colocar contra la pared a quienes han insistido en la guerra económica empleando la extorsión y el sabotaje como forma de desgaste contra la población. Lidiar contra los pranes de la burguesía en medio de un golpe continuado ha requerido no sólo sabiduría política y paciencia estratégica, también el sentido de la oportunidad y el estudio minucioso de los nichos concretos del sabotaje. Sobre la conjugación de esas variables depende, o no, un contundente éxito o un rotundo fracaso en darle un giro a la coyuntura.
Maduro ha entendido que ésta se trata de una guerra desarrollada de diversas formas durante años, y que aunque se encuentra hoy en un punto de inflexión, entiende que la ansiedad es muy mala consejera. No son estos tiempos para el radicalismo de articulito, el "háganlo y ya". No son tiempos para el voluntarismo utópico de discurso, típico de la izquierda malcriada que poco edifica pero que hace muchas pataletas. No es tiempo para dogmatismos. No es tiempo para asumir cualquier decisión y asumir que "todo se resolverá sobre la marcha". La improvisación aquí es perniciosa, no debe permitírsele un centímetro de espacio. En tiempos de definiciones, la médula del buen pulso político yace en un lugar entre el idealismo y el pragmatismo. Y a Maduro le sobran ambos.
El aparato mafioso de captación de renta petrolera, la clase política y económica servil y obediente al imperialismo, la burguesía apoltronada en los grandes oligopolios de la importación, producción y distribución, el séquito de familias poderosas que rigen las relaciones económicas en el país, son, en esencia, el enemigo más formidable que históricamente ha tenido el pueblo venezolano. Aspirar resolver esa lucha histórica de un plumazo, por decreto, por mera orden ejecutiva, es tan irracional como pretender convivir con ellos en la excesiva tolerancia a la acción impune de los autores de la guerra económica.
Sobre tales realidades se abre un abismo, y hoy, en la magnitud de semejante brecha, el planteamiento táctico debe orientarse sobre la noción estratégica: es urgente purgar, sanear, depurar la economía, creando condiciones de gobernabilidad económica, construyendo a la vez las nuevas formas de relacionamiento económico fundamentales para consolidar una sociedad más justa. Reorientar las formas de asignación y captación de renta petrolera (sangre del capitalismo rentista venezolano) y al mismo tiempo sustituir relaciones de propiedad en puntos focales que hoy están en manos de la burguesía, es la conjugación de nuestro momento táctico en correspondencia con nuestra orientación estratégica.
La burguesía desarrolló una campaña brutal de asociar al gobierno los estragos de la guerra económica que ellos mismos generan
Si la premisa de un sistema económico mixto ha de cumplirse, no será con buena parte de la actual burguesía: parásita, corrupta, ingobernable y golpista. Si el giro económico venezolano contará con la acción de una empresa privada eficiente, productiva y responsable, tendrá que ser con sectores no oligopólicos subordinados a la política de desarrollo nacional. No con estos malandros de Fedecámaras y Consecomercio.
Y es así que la guerra económica como expresión de este punto de crisis, más que una afrenta y una dificultad, pasa a ser, ahora, un factor de oportunidad.
Maduro en las encrucijadas
Bajo la tutela de Chávez y de acuerdo a su propia formación, Maduro conduce en medio de las encrucijadas entre la negociación, la concertación y el giro dramático. Sí. Nicolás Maduro le tendió la mano a todo lo más "sobresaliente" de la burguesía venezolana. Tenía que hacerlo, a expensas de que su propia intuición le decía que tales gestos tendrían la respuesta de la burla y la subestimación. Al llegar triunfante de la Cumbre de Las Américas de Panamá, expresó que la burguesía confundía sus modales y su estilo diplomático, llamando ahora a ir "a la raíz", a radicalizar las acciones económicas "sin creer en la burguesía".
La situación es que en el plano político abierto hay una declaratoria formal de guerra económica, de contrataque ahora a manos del gobierno nacional. Quienes querían guerra y esperaban no recibir respuestas por eso, se equivocaron.
Este punto de inflexión en la guerra mide el pulso político de la dirigencia en el gobierno nacional. Sobre esta variable se cierne asumir si desde los mandos políticos hay decisión para tales fines o, si en caso contrario, la contundencia en el discurso de Maduro (un gran subestimado político por la derecha) terminará como demagogia. El más indicado para responder esto es uno que alguna vez llamó a Maduro "cobarde", retándolo a que lo metieran preso: Leopoldo López Mendoza, guarimbero de pedigrí, primo de Lorenzo Mendoza y probablemente el primer oligarca preso de la historia política reciente en el país, quien además por su notoriedad política y mediática era asumido como un intocable. La autoridad ha actuado sobre él, no hay espacio para tolerancias ni respeto a apellidos. Maduro cruzó la línea y llegará adonde tenga que llegar para someter a los monstruos del golpismo.
La situación es que hoy hay ex ministros y ex gobernadores del chavismo solicitados por la justicia o procesados por diversos crímenes. Hay también decisiones duras que se han tomado a lo largo de la coyuntura económica que, aunque están revestidas de polémica, no han dejado de ser necesarias. Dicho en otras palabras, en la Venezuela donde alguien le pone la mano encima a la "intocable" Farmatodo, no hay espacio para mitos e historias de tiempos pasados donde nada le pasaba a nadie por hacer cualquier cosa.
Si algo ha caracterizado las decisiones políticas de esta época con sus circunstancias es que la paciencia táctica tiene límites no muy prolongados, que las decisiones deben tomarse cuando tienen que tomarse y que no hay intocables, sea cual sea su origen político y sea cual sea su marca de origen. No hay intocables.
Lidiar con el costo político
La burguesía desarrolló una campaña brutal de asociar al gobierno los estragos de la guerra económica que ellos mismos generan. Una de tales variables apunta al tema de las expropiaciones, como responsables de un déficit de productividad que, en consecuencia, ha generado desabastecimiento, señalan. Ha logrado levantar tal argumento, en una Venezuela en la que el Estado nunca ha expropiado (por nombrar algunos ejemplos) planta alguna de papel higiénico, pañales o toallas sanitarias, productos altamente sensibles y desaparecidos de los anaqueles. Cualquier acción que pueda venir de la mano del gobierno nacional ahora, concretamente en expropiaciones, seguramente estará revestida de polémica.
Cerrar el chorro (que ya no es tan grande) de dólares a los nichos seudoempresariales de Fedecámaras implica el manejo selectivo y diferenciado de las divisas, excluyendo de la mesada de Papá Gobierno a muchas empresas con capacidades instaladas en la distribución de productos. Son estas, a su vez, empresas con una consolidada mercadotecnia y una propaganda desplegada desde hace años, que lograron crear relaciones de chantaje sobre la masa consumidora.
Así que tal decisión (la de excluir selectivamente empresas de divisas del Estado) tendrá la oportuna y contundente respuesta de tales empresas que tienen a la mediática a su total servicio. Argumentarán de todo, dirán que esas empresas recurrirán al dólar paralelo (incrementando su precio), que esas empresas se verán en el peligro de cerrar, que "se irán del país" (como Procter & Gamble, que ya tiene casi 10 años amenazando con irse). Veremos alguna propaganda típica al estilo de la Polar, hablando de creer en el país, reclamando su mesada de divisas. En fin. Claro que habrá polémica.
El plan continuado del golpe económico y la desestabilización política ya ha hecho una enorme herida
Pero el costo político real es el que se ha venido estructurando durante más de dos años a la sombra de un sabotaje sistémico articulado como mecanismo de extorsión a la población. El plan continuado del golpe económico y la desestabilización política ya ha hecho una enorme herida en el imaginario político venezolano. La guerra sólo colocó la pelota del lado del chavismo, del gobierno, y eso implica que la dirigencia está en la encrucijada de defender profunda y consistentemente a la población, o no.
La guerra económica que inició estando el barril de petróleo a 100 dólares recrudeció ahora en las condiciones del precio internacional del crudo a 40 dólares. Sobre esta circunstancia de urgencia, donde hay que actuar sin pausa pero sin prisa, las cartas están echadas, y Maduro ha declarado que hay que seguir actuando empleando otros recursos, otras acciones, para revertir el escenario de desgaste y los estragos que la acción criminal de la burguesía está generando.
¿Qué va a venir?
No son tiempos para ansiedades. Lo cual indica que cada acción a tomar por el gobierno nacional seguramente será pausada, quirúrgica, pero consistente. Esto a continuación se basa en probabilidades (no asumirlo como predicción basada en informaciones emanadas desde fuente alguna en el gobierno). Para subrayar esas probabilidades sólo hay que mirar a los puntos focales de la guerra:
- La distribución de los bienes importados tienen un panorama particularmente crítico y sobre ellas recae la necesidad de actuar. Probablemente sean estos los primeros que sean objeto de un veto en divisas o alguna expropiación en esta nueva etapa de la guerra. Bienes no alimentarios, pero sí esenciales (como artículos de aseo personal y del hogar) forman parte de estas cadenas privadas de distribución que pueden ser las primeras en recibir la respuesta del gobierno.
- Cadenas asociadas a la importación y procesamiento de insumos para productos del hogar y de higiene, que cuentan con plantas y una masa trabajadora consolidada, también pueden verse incluidas en acciones. Intentando no desarticular el tejido importador y productivo en estas cadenas, el ejecutivo podría resolver una acción de toma temporal de los espacios o expropiación, sin generar paralizaciones de plantas. Algunas de estas plantas están en manos de cadenas que trabajan exclusivamente con este tipo de artículos. Pero muchas plantas, productos de este tipo y marcas, pertenecen a otras cadenas que asociamos a alimentos.
- Empresas pequeñas o grupos de cadenas pequeñas que puedan verse involucradas en acciones fraudulentas a la economía pero asociadas a bienes sensibles, probablemente sean sancionadas. Esto tiene el precedente reciente de la cadena Día Día, expropiada, y hoy en manos de Pdval.
- Plantas paralizadas o que estén en amenaza de paralizarse podrían ser expropiadas o apoyadas desde el gobierno, según sea el caso.
- Un factor, pero ya de índole político, debe ser incluido en este estudio de posibilidades: el factor de la base de apoyo al gobierno nacional. Probablemente nos encontramos en el preámbulo del escenario ansiado por muchos de presenciar la pérdida de privilegios y expropiación de activos de una parte de la burguesía. El manejo político de la coyuntura debe focalizarse en la toma de acciones sobre un espacio de tiempo prolongado, ralentizado pero continuo, lo cual inhibe a esa parte de la base de apoyo que espera rapidez y contundencia, o que se le expropie todo a la burguesía de un golpe. Tal cosa no va a pasar en estos momentos. Por otro lado, buena parte de la base del chavismo no espera acciones que puedan parecer espasmódicas contra la empresa privada y esta probable forma de accionar se conjugará con ellos.
- La pregunta de fondo es si el chavismo (y algunos más allá del chavismo) desde su diversidad apoyaremos mayoritaria y consistentemente estas acciones probables: en el contexto de la guerra económica actual y a la sombra de sus estragos, hechas públicas las reuniones de Maduro con los empresarios (sin casi resultados en la realidad), descubiertas mil formas de corrupción empresarial y demostradas en el terreno las mil formas de sabotaje a la economía con sus actores visibles, desde el gran empresario hasta los pequeños especuladores del comercio, las mayores probabilidades apuntan a que sí. Sí habrá un apoyo mayoritario a la contundencia y radicalización de las acciones contra la guerra económica.
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