martes, 23 de junio de 2015

A Fabricio Ojeda

Estamos en la Era Bicentenaria, definida así por el Comandante Supremo Hugo Chávez. Son tiempos de exaltación del fervor patriótico, de levantar el sentir nacional –venezolanista y nuestro americano– del pueblo, de asumir la profunda raíz bolivariana de nuestra Revolución. En este sentido, por estos días recorren nuestro país los restos simbólicos del teniente Pedro Camejo, el Negro Primero del Ejército de Bolívar, quien murió en la Batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821.
Pedro Camejo, el Negro Primero, uno entre las decenas de miles de venezolanos que dieron su vida en los campos de batalla para conquistar nuestra independencia de España.
Contemporáneamente, miles de venezolanos y venezolanas levantaron las mismas banderas traicionadas por la oligarquía. El más grande de todos lo fue sin duda Hugo Chávez. Uno de ellos fue Fabricio Ojeda, asesinado en otro campo de batalla de la misma lucha por la independencia, esta vez del imperialismo.
Fabricio Ojeda asumió y levantó las banderas de Bolívar, primero en la lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez y luego contra la seudodemocracia neocolonial que se instaló en Venezuela después del derrocamiento de la dictadura.
Fabricio Ojeda peleó en diversos campos de batalla: en la clandestinidad contra la dictadura, en el parlamentario y cuando renunció al Congreso denunciando la traición de adecos y copeyanos, se fue a combatir a las unidades guerrilleras. En los escritos que nos legó dejó plasmado su pensamiento revolucionario, bolivariano y marxista; ajeno a cualquier forma de reformismo y conciliación con los enemigos de la Patria.
Capturado por segunda vez en junio de 1966 por los aparatos represivos del Puntofijismo, le tocó librar su último combate en el campo de batalla de la tortura en el que el combatiente solo está acompañado de su conciencia. Allí, el 21 de junio de 1966, hace 49 años, murió asesinado venciendo al mismo tiempo a sus torturadores. 

EDUARDO PIÑATE


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