Hay situaciones generadas por la diáspora escuálida venezolana que la están rankeando a escala internacional como uno de los más tristemente célebres productos de exportación "Made in Venezuela".
El presidente ecuatoriano Rafael Correa se ha pronunciado por una serie de videos disponibles desde hace días en las redes sociales, en el que personas con acento venezolano, acérrimos y desaforados críticos a Venezuela y a la Revolución Bolivariana, a bordo de unidades de transporte en Quito alientan a los(as) ecuatorianos(as) a "salir a la calle", señalando además que el sistema político de Ecuador adquiere la características de "dictadura", como supuestamente sucede en Venezuela. Ahora resulta que también exportamos guarimberos.
"Nos han traído, creemos, estamos investigando, creemos que son de esos venezolanos reaccionarios de Miami a Ecuador para que conversen en los buses y alarmen a la gente. Felizmente, como se ve en el video nadie les para bola (nadie hace caso)", dijo Correa presentando uno de los afamados videos. Advirtió además: "Si alguien ve a uno de estos angelitos, avise enseguida a la autoridad para mandarlos de patitas fuera del país, de regreso a Miami, donde deben estar".
La situación es mucho más compleja, más allá de la notoriedad que ha adquirido este asunto de los venezolanos en Quito montados en autobuses haciendo monólogos que parecen de gente desquiciada. El escualidaje venezolano ha diversificado sus expresiones de bochorno puertas afuera de Venezuela, en lo que no es otra cosa que una lamentable y vergonzosa comparsa de gente patética que forma parte de una campaña internacional contra su propio país.
Productos de exportación de la contra venezolana
Esposas de guarimberos presos: Lilian Tintori y Patricia (Pato) de Ceballos son las expresiones más mediatizadas y ruidosas en la alfombra roja de la derecha internacional. Nunca los familiares de verdaderos presos políticos como Óscar López Rivera tuvieron la atención, la cobertura mediática y la mano tendida de ex presidentes y lobbys internacionales como las han tenido ellas, mientras van de un banquete al otro, fotografiándose y haciendo farandipolítica.
Presentando la imagen de un Estado "dictatorial, violador de derechos humanos y agresor" a la integridad física de los polítiqueros guarimberos presos, Tintori cambió las licras y el pelo suelto para andar con blusita blanca y moñitos estilo Candy Candy. Y mientras Jaime Bayly afirma que el famoso audio de Patricia de Ceballos, donde se expone su infidelidad con Luis Chataing "es real", las giras, los aviones y los hoteles siguen a la orden del día. La cuestión ha servido incluso para la importación de devaluados bienes de la política, ex presidentes deslegitimados en sus países de origen que han venido a montar el show de la Venezuela "en dictadura", donde tienen una total atención mediática para decir lo que les viene en gana.
Los raspacupos: Desde hace un par de años, la mala fama de los venezolanos en el extranjero como gente trampera ha llegado a un cenit inédito. Algunos van hasta Quito pagando posadas miserables o quedándose encerrados en hoteles. Van hasta sitios como "El arepazo", administrado por venezolanos, raspan su cupo, almuerzan con una arepa y se quedan un rato hablando mal de su país con otros venezolanos raspacupos, para luego volver a encerrarse en su hotel para no gastar.
Pato y la Tintori van de un banquete al otro, fotografiándose y haciendo farandipolítica
Trampean, hacen alarde de cretinismo. Como si se tratase de una expresión típica de la clase media mediocre, van al extranjero a robar a su país argumentando que tenían que hacerlo porque no tenían otra opción. Se toman fotos en Perú, pero ninguna es en Machu-Pichu. Van hasta México y se traen una franela que dice "Fui pa Cancún y sólo me traje esta pinche franela". Exhiben la gorrita tricolor, hablan pestes de todo. Si ven un estante con papel tualé se toman una foto. La gente en esos países los mira con extrañeza, mientras nuestros compatriotas hacen alarde de su venezolanidad ruidosa, pendenciera, arrogante y estafadora.
Los "asilados políticos": Siguiendo el ejemplo de verdaderos malandros banqueros como Eligio Cedeño y Nelson Mezerhane, hay venezolanos de la clase media, personas sin fama, dinero o gloria, que estando en EEUU intentan regularizar su situación en ese país donde no los quieren recibir, violentando las normas migratorias solicitando status de "perseguidos políticos".
Falsean documentos colocando en sus planillas de solicitud que de ser deportados a Venezuela serán "encarcelados o asesinados". Pagan abogados para que les procesen esos trámites (que son gratuitos), pues ni siquiera dominan el inglés. Son decenas de miles las solicitudes de "asilo político" de venezolanos que hoy reposan en las oficinas del servicio de migración gringa. Los funcionarios gringos han descubierto la farsa, al punto de ser excesivamente rigurosos en procesarlas, ya que los solicitantes deben probar contundentemente que sus vidas o la de su familia están en peligro –por razones políticas, raciales o religiosas– al regresar a Venezuela.
Los productos de la "economía alternativa" en la frontera: Los venezolanos con doble nacionalidad colombo-venezolana, que cometen marramusias en la frontera, son expresión genuina de una paraeconomía parasitaria fronteriza, asociada a las mafias del mega y microcontrabando. La paraeconomía del contrabando no tiene sólo a los actores colombianos en la jugada, hablamos de colombianos naturalizados venezolanos, y venezolanos nacidos en nuestro suelo como actores activos en estos ilícitos, que han adquirido una fama indiscutida en todo el eje fronterizo oriental colombiano.
"Exportando por los caminos verdes" y muchas veces por los puentes internacionales, estos "emprendedores de la economía informal" hacen alarde de un profundo antipatriotismo, venerando con ello las banderas de la patria oportunista, del rebusque y del aprovechamiento ilícito, que ni es colombiana ni venezolana: es verde como los billetes. Si del lado venezolano hay estigmatización a los colombianos que bachaquean, también la hay en Colombia a los "venecos" o medio-colombianos y tachirenses que nos hacen una fama terrible a los venezolanos, actuando del otro lado como mercaderes de mafias, paraexportadores de bienes saqueados a la economía de nuestro país.
Lo que hoy sucede es la conjugación de una economía cucuteña históricamente dependiente de Venezuela con la mafia de la guerra económica de la burguesía venezolana, que han hecho proliferar el contrabando por medio de sus artificios en el dólar paralelo y la acción concreta del oportunismo ilegal binacional.
He allí que con cada producto venezolano del lado colombiano hay un elemento de estigma asociado a una "exportación" ilícita, una expresión del contrabando de hecho, practicado también por venezolanos. Cada producto barato del contrabando comprado en Colombia es entendido por los colombianos como una oportunidad cortesía de la actuación de venezolanos que ayudan a desangrar a su propio país. En Bogotá, entre la clase media "nacionalista", afirman que comprar productos del contrabando es colaborar con "la destrucción de la economía colombiana y seguirle el juego a los cucuteños y venecos". También es cierto que el gentilicio del Norte de Santander tiene un estigma histórico a cuestas en su propio país, ahora lo han aderezado con el estigma del "veneco" contrabandista desangrador de Venezuela. La prensa colombiana lo afirma duro y fuerte: "los contrabandistas son los venezolanos".
La degradación de la campaña escuálida internacional contra el chavismo alcanzó niveles de traición a la patria
Malas exportaciones venezolanas
Durante décadas, en medio del estrepitoso fracaso cultural de la Cuarta República puntofijista, Venezuela alcanzó fama internacional por ser un país exportador de petróleo y misses, pero la degradación del escualidismo en el marco de su campaña internacional contra el chavismo alcanzó niveles propios de la traición a la patria. No hay otra manera de clasificarlo.
Lo cierto, aunque no lo parezca, es que petróleo, jetfuel, gasolina, diesel, carbón, úrea, azufre, vidrio, plástico, hierro, acero, aluminio, bauxita, cacao, tabaco, flores, cerdo, arroz, licores y frutas son algunos bienes que Venezuela exporta, algunos en grandes proporciones y otros en dimensiones modestas. Deportistas, artistas y académicos destacados también le han hecho un nombre a Venezuela en el extranjero, pero la derecha no hablará de eso, no posicionará eso, no lo reseñará, no lo patrocinará. Tales exportaciones no coinciden con la degradación de su país, articulada y bulliciosa, que tienen montada puertas afuera desde hace años.
La exhibición en vitrina de una Venezuela "destruida" a causa de un "modelo fracasado" es una estrategia patentada por la derecha internacional para contener el cambio político regional que ha tenido lugar con el advenimiento de Chávez y los países del Alba. He ahí que toda la degradación exportadora de la derecha y la aberrante culturalidad escuálida mediocre de Venezuela se conjugan en un aquelarre dantesco de proporciones amarillistas transnacionales. Si tienen que malponer al país entero para atacar a la Revolución Bolivariana, lo harán con saña y con entusiasmo. Si tienen que malponer al país entero para exhibir la decadencia y mediocridad escuálida, lo harán con saña y entusiasmo.
Sólo pedimos al camarada Rafael Correa que si constata que hay venezolanos guarimberos pululando en Quito, si los agarran, que los mande a Miami como bien ha dicho. No los mande de vuelta a Venezuela. No le haga eso a un país bolivariano, estimado compatriota. Aquí nosotros no los queremos, y además, ellos tampoco quieren estar acá. Exportar guarimberos es algo en lo que no queremos tener fama en el extranjero.
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