La visión totalizadora es que Venezuela está inmersa en un “caos” y una profunda “crisis económica” porque posee un modelo “populista” que “subsidia a su población” y no se la pone a competir libremente por su pan. Desde Chávez para acá esa ha sido la retórica, pero esta vez la narrativa toma ribetes cósmicos y sobrevuela el goebbelismo para encender en el mediano y largo plazo la “candela” intervencionista.
En el contexto de los diálogos de paz, el Estado en verdadera guerra contra su pueblo, Colombia, es presionado por la clase dominante local y transnacional para usar el factor Ledezma en la construcción de un relato único sobre Venezuela en el que se demuestra el verdadero choque profundo en América Latina, el de los Estados soberanos y los Estados coloniales representados en la antinomia Alianza Pacífico versus ALBA-Mercosur.
Factor Ledezma
Con la detención de este golpista crónico, Semana, El Espectador, El Tiempo, Caracol, El Colombiano y NTN24 utilizan un viejo recurso de la narrativa única centrado en visibilizar los hechos convenientes y tapar las razones y el contexto del hecho. Ledezma así se convierte en un nuevo “preso sin debido proceso del régimen de Maduro”, que actúa con “desespero” por su “creciente pérdida de legitimidad por tener ahogado a su pueblo en una crisis económica” por el “fallido modelo económico castrochavista”:
- En ese sentido, Caracol afirma que “la detención de Ledezma marca un paso más hacia la radicalización” y “reduce la posibilidad de que se abran canales de consenso entre la oposición y gobierno, y presagia tiempos de mayor tensión en un año electoral”. En las causas de la detención se minimiza la relación de Ledezma con el golpe de Estado fallido previsto por la Operación Jericó y no se cita el testimonio de Lorent Gómez Saleh sobre sus planes de atentados en Venezuela y el apoyo directo del alcalde (y de Uribe).
- La principal fuente de las filtraciones de la inteligencia colombiana, la revistaSemana, hace un trabajo imaginativo fino y directo al afirmar: “En la tarde del jueves llegó una caravana de camionetas y agentes motorizados con uniformes del Sebin hasta la torre Exa. Rompieron la puerta de su oficina en el sexto piso, golpearon a Ledezma en el pecho y las costillas, y sin mostrar orden de allanamiento o captura se lo llevaron, según relataron funcionarios de la alcaldía y otros ciudadanos que, además de ser testigos, trataron de evitarlo. Pero algunos agentes dispararon tiros al aire y dispersaron el forcejeo”. Incluso la revista remarca que la tarde del jueves fue de “desasosiego para muchos venezolanos” porque “había versiones de que estaban allanando la casa de María Corina Machado”.
La homogenización del relato único sobre las “detenciones arbitrarias”, el ataque a la “oposición democrática”, la banalización de la intervención y el golpismo como versiones dudosas del presidente Maduro toman más fuerza cuando solamente un medio privado, las2orillas.com, recuerda el video en el que Lorent Gómez Saleh implica a Ledezma en los atentados y asesinatos selectivos que planeaba en Venezuela con complicidad uribista.
“¿Por qué no cae Maduro?”, se pregunta la revista Semana
La primera impresión de la edición titulada así es que fue prevista con anticipación, ya que este tipo de números no se deciden de hoy para mañana si no de antier para mañana. Semana, además, profundiza la narrativa de banalizar la intervención iniciada con el ataque a los símbolos patrios del caricaturista Vladdo en la clave de provocación y luego de victimización. Y tiene dos artículos, uno que da nombre a la portada y otro titulado “Febrero violento”.
En el principal se desnuda la línea de fondo cuando se destaca que “la encrucijada que vive el presidente Nicolás Maduro en Venezuela plantearía serios interrogantes sobre su sostenibilidad en el poder en cualquier lugar del mundo. Y en el vecino país se han planteado escenarios catastróficos prácticamente desde el momento mismo de la estrecha victoria del actual mandatario sobre Henrique Capriles, después de la muerte de Chávez”.
Pero esta nota sin firma sigue en la construcción del imaginario venezolano: “Sectores de la oposición han esperado durante los dos últimos años una inminente ‘implosión’, que el malestar causado por la escasez de bienes esenciales, por la ineptitud del gobierno, y por la cada vez más evidente corrupción, produzca un estallido de protesta espontánea que obligue a Maduro a dejar la Presidencia. Otros han hablado de un autogolpe generado por la división entre facciones del chavismo. Pero nada de eso ha ocurrido”.
Más adentro se afirma que Maduro responde con más peleas, se miente respecto al supuesto impasse con los empresarios españoles, desmentido por el gobierno, se hace énfasis en que “en realidad lo que asfixia a Venezuela es el fracaso de su modelo económico”, y se sobrevuela la idea de “olla a presión” y “situación” similar al Caracazo en una vieja intoxicación mediática repetida hasta el cansancio por los analistas de urbanizaciones cerradas.
Lo de Semana no es importante por su permanente obsesión con Venezuela sino porque es el medio por excelencia que marca la agenda en Colombia y claramente pica adelante en la línea ultra, abriendo las puertas a las presiones para exigirle la intervención al gobierno de Santos, al igual que la repotenciación del Estado fallido y la guerra civil.
Inmigración y presión a Santos
Hasta acá vimos cómo se construye un relato único y desde ahí es que luego se parte a la remasterización editorial con los datos preseleccionados para terminar de encauzar la opinión pública hacia el puerto deseado por los dueños de los medios, que van desde la oligarquía colombiana hasta los banqueros y el complejo militar colombiano asociado directamente al pentagonismo y por ende al sionismo con amplía presencia en suelo santanderiano.
En esta línea, El Colombiano plantea la siguiente tesis en su editorial “El boquete fronterizo”: “El deteriorado y caldeado ambiente político y social de Venezuela se convierte, entonces, en un detonante de las precarias condiciones de calidad de vida de los poblados fronterizos, expuestos a la presencia de los actores armados ilegales, pero también expectantes frente a lo que pueda pasar del otro lado. Preocupa que pueda estallar una crisis aún peor y que ello obligue a migrar a miles de venezolanos desesperados”.
Otro medio que continuamente invisibiliza la guerra del Estado contra el pueblo colombiano es El Tiempo (que antes era de la familia del presidente Santos y ahora del banquero lista Forbes Luis Carlos Sarmiento Angulo), cuya su web tiene la etiqueta permanente “Crisis en Venezuela” en la que se posiciona el título “¿Hay un plan para suspender las elecciones?” en base a declaraciones de la oposición.
Pero aquí la opinión es orientada por el columnista Juan Lozano, quien le exige a su gobierno y cancillería que tomen una actitud “más clara y firme” respecto a Venezuela. Lozano, claro, es el mismo que le hizo el coro a Julio Borges y a María Corina Machado cuando fueron hacer el show de los “diputados agredidos en la Asamblea Nacional”.
En El Espectador, un editorial titulado “La delgada línea roja” del domingo 22 de febrerorespalda la respuesta de Santos al gobierno venezolano y señala que “desde Colombia no hay ningún tipo de complot contra Venezuela” (habría que preguntar si Saleh sólo compraba caramelos por allá). Lo que también destaca el diario es que la respuesta de Santos debería ser “más contundente” antes de remarcar que “los asuntos de los venezolanos sólo les competen a su pueblo”. Entonces, ¿en qué quedamos?
Sin embargo, El Espectador el mismo día de su editorial publica “Venezuela: mochando cabezas” del novelista Héctor Abad Faciolince, en la que exige que el Gobierno se pronuncie con firmeza sobre “el horror venezolano” luego de calificar a la realidad bolivariana como una “tragedia que tiene sólo una cosa buena: que Colombia se puede mirar en ese espejo de infamias y no dejarse seducir por el chavismo local”.
Propaganda pura y dura.
La Primavera venezolana
Como vimos, la línea que se impone en la mediática colombiana es la ultra, y ya descaradamente se comienza a deslegitimar la tesis de que Santos no debe intervenir en Venezuela porque es un país garante de los diálogos de paz y lo que se impone son los intereses del 1% para el asedio espectro completo que salga del cuestionamiento del “espejo venezolano” como razón de Estado para evitar la llegada del “castrochavismo”.
Incluso, esta presión para la intervención se construye en base también a que Colombia es uno de los países de la Unasur encargado de monitorear la situación en Venezuela en el marco de la lógica tenaza que el imperialismo ha usado como leitmotivcontra cualquier país al que le quiera “torcer el brazo”, y la verdad en el terreno de que Bogotá es una de las patas fuertes del complejo industrial-militar estadounidense inmerso hoy en llenar de caos todo el mundo.
Pero vamos más allá todavía y leamos lo que descaradamente dice la ultra comandada por Álvaro Uribe Vélez, quien antes de la muerte del estudiante del Táchira comparte una nota titulada “Primavera venezolana” donde el “académico” Alfonso Monsalve Solórzano remarca:
“De seguir las cosas como van, la dictadura está tocando a su fin. Y como es de esperar, la Primavera venezolana se desarrollará y crecerá a niveles insospechados hasta llegar a un punto de inflexión, que todo parece indicar, está cerca y precipitándose. De hecho, la oposición está pidiéndole la renuncia a Maduro. Esperemos que el régimen, herido de muerte, como está, no anegue de sangre inocente las calles y los campos de la hermana república. Por el momento, está mostrando sus dientes y nuestro deseo es que sólo sea un amague. En cualquier caso, el pueblo venezolano parece estar listo para enfrentar pacífica, pero definitivamente, a la dictadura que los sojuzga. La Carta de las Naciones Unidas garantiza el derecho de los pueblos a resistir la tiranía, por lo que su movimiento tiene toda la legitimidad, desde el punto de vista de las normas internacionales. Ojalá los ciudadanos de ese país puedan culminar con éxito este esfuerzo por recuperar su libertad, su dignidad, su economía, su país. Si la sangre corre, será entera responsabilidad del régimen de Maduro, Cabello y compañía”.
¿Será por eso que no entregan al asesino de Robert Serra?
Si el río suena es porque piedras trae.
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