viernes, 30 de agosto de 2019

FARC-EP: Manifiesto, objetivos, unidad del pueblo, alianza con el ELN, paz con justicia social, Asamblea Constituyente


Resumen Latinoamericano / 29 de agosto de 2019
Mientras haya voluntad de lucha
habrá esperanza de vencer
Una nueva etapa de lucha para el despertar de las conciencias
Desde el Inírida que acaricia con la ternura de sus aguas frescas la selva amazónica y del Orinoco, sitiados por la fragancia del Vaupés, que es piña madura, anunciamos al mundo que ha comenzado la Segunda Marquetalia bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión. Es la continuación de la lucha guerrillera en respuesta a la traición del Estado al Acuerdo de Paz de La Habana. Es la marcha de la Colombia humilde, ignorada y despreciada hacia la justicia que destellan las colinas del futuro. Será la de la paz cierta, no traicionada, desplegando sus alas de anhelos populares sobre la perfidia del establecimiento.
La rebelión no es una bandera derrotada ni vencida; por eso continuamos con el legado de Manuel y de Bolívar, trabajando desde abajo y con los de abajo por el cambio político y social.
Buscaremos coordinar esfuerzos con la guerrilla del ELN y con aquellos compañeros y compañeras que no han plegado sus banderas que tremolan patria para todos.
Esta insurgencia no se levanta de las cenizas como el ave fénix para seguir operando en las profundidades de la selva remota. No. Volará a través del cristal de esas lejanías brumosas para abrazar con la fuerza del amor, los sueños de vida digna y buen gobierno que suspiran las gentes del común.
El objetivo no es el soldado ni el policía, el oficial ni el suboficial respetuosos de los intereses populares; será la oligarquía, esa oligarquía excluyente y corrupta, mafiosa y violenta que cree que puede seguir atrancando la puerta del futuro de un país.
Una Nueva Modalidad Operativa conocerá el Estado. Sólo responderemos a la ofensiva. No vamos a seguir matándonos entre hermanos de clase para que una oligarquía descarada continúe  manipulando nuestro destino y enriqueciéndose, cada vez más, a costa de la pobreza pública y los dividendos de la guerra.
Durante el tramo final del proceso de paz desarrollado en La Habana, y en el breve espacio de un año de post acuerdo, pudimos constatar que hay militares y policías que anhelan la paz para Colombia, tanto como la gente del común. Ellos -que son pueblo uniformado- fueron tocados por los beneficios del Acuerdo y quisieran ahora dedicarle
más tiempo a sus familias, a estudiar una carrera, a prepararse mejor para la defensa de la soberanía y consagrar sus armas al servicio del pueblo. Sabemos que quisieran tener el poder suficiente para arrancarles las charreteras a los altos mandos corruptos de la institución… No quieren seguir siendo utilizados por políticos dementes como gatillo de los falsos positivos, del asesinato de líderes sociales y de excombatientes. No quieren seguir siendo cómplices del
paramilitarismo, del desplazamiento forzoso, del inhumano despojo de tierras y de las políticas económicas que victimizaron a millones de colombianos. Les indigna que solo ellos tengan que sentarse ahora en el banquillo de los acusados mientras la cúpula política que emitió las órdenes, contempla indiferente el espectáculo tras el burladero de la impunidad. Luego del Acuerdo de Paz de La Habana, la gran mayoría se distancia de la absurda idea de ser cipayos de Washington en una guerra injusta contra Venezuela.
Compatriotas y ciudadanos del mundo, nuestra divisa es: paz a los colombianos, paz a los países vecinos, paz a los cuarteles que no dirijan sus miras y sus cañones contra las comunidades. Unidad, unidad, unidad… Movilización de la inconformidad contra los malos gobernantes, y por la construcción de un nuevo orden social justo.
Anunciamos nuestro desmarque total de las retenciones con fines económicos. Priorizaremos el diálogo con empresarios, ganaderos, comerciantes y la gente pudiente del país, para buscar por esa vía su contribución al progreso de las comunidades rurales y urbanas. La única impuestación válida será -siempre en función de la financiación de la rebelión- la que se aplique a las economías ilegales y a las multinacionales que saquean nuestras riquezas.
Vamos a entrarle duro, con ustedes, al combate contra la corrupción, la impunidad, contra los ladrones del Estado que como sanguijuelas le están chupando la sangre y hasta el alma al pueblo.
Seguiremos siendo la misma guerrilla protectora del medio ambiente, de la selva, de los ríos, de la fauna, que los colombianos conocen, y no dejaremos de alentar el esfuerzo mundial de la razón por detener el cambio climático. Cuenten con nuestra férrea oposición al fracking que contamina nuestras aguas subterráneas.
Queremos trabajar con todos los estratos del pensamiento humanista la construcción de la patria del futuro.
Tenemos los colombianos la carta de navegación del Libertador para marchar hacia “…un gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz”. Con ello estaremos comprometidos de corazón y sin descanso -como dice Marulanda- en una lucha constante por los cambios, motivados en la gran causa de la paz con justicia social y soberanía, por un Nuevo Gobierno Alternativo que salve al país de la crisis general.
Sí; nuestro objetivo estratégico es la paz de Colombia con justicia social, democracia, soberanía y decoro. Esa es nuestra bandera, la bandera del derecho a la paz que garantiza la vida. Es la vida el derecho supremo. Ninguno de los derechos fundamentales es aplicable si no hay vida. Por eso queremos para todos paz con alimento, empleo, agua, techo, salud, educación, vías, mercadeo, conectividad, recreación y la más amplia democracia. Sólo así daremos sentido a la vida. Unidos seremos la antorcha de la esperanza, la potencia social transformadora que puede hacer
realidad el sentimiento más profundo que anida en el corazón humano.
La paz traicionada
La historia de Colombia es una historia salpicada por las traiciones a los acuerdos y a las esperanzas de paz.
En 1782, tras firmar un Acuerdo con la corona española que prometía el fin de la opresión, el guerrillero comunero, José Antonio Galán, terminó traicionado, arrestado y descuartizado vivo. Las partes de su  cuerpo desmembrado fueron exhibidas en las entradas de algunos pueblos como escarmiento y recurso brutal para disuadir la rebeldía.
Luego de la batalla de Boyacá -aurora de la independencia de Nuestra América- la traición se explayó como niebla revuelta, agitada por una ambición desenfrenada de riquezas y poder. Y fue Santander el cabecilla de la traición. Él intentó por todos los medios, en concierto con el gobierno de Washington, asesinar al libertador Simón Bolívar y
destruir su legado; él condecoró con la Cruz de Boyacá a los asesinos del mariscal Antonio José de Sucre, quien había derrotado con sus soldados internacionalistas la opresión colonial en la pampa de Ayacucho. Santander es el héroe de la oligarquía colombiana y es su paradigma; no es el héroe del pueblo.
Esa oligarquía santanderista truncó la vida de Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo amado por el pueblo y que era para éste, su esperanza de redención. Su intransigencia no perdonó a Guadalupe Salcedo, jefe de las guerrillas liberales del Llano, quien terminó acribillado a tiros en la pacificación de los años 50. Tampoco se la rebajaron a Jacobo Prías
Alape, vocero de la guerrilla comunista en las conversaciones de paz con el Gobierno del Frente Nacional. En 1960 fue asesinado por la espalda en la población de Gaitania.
El Movimiento político Unión Patriótica surgido del primer diálogo de paz Gobierno-FARC, fue exterminado a tiros. Más de 5 mil militantes y dirigentes de la UP, fueron abatidos. Toda una generación de revolucionarios y revolucionarias fue masacrada.
Después de firmar el acuerdo de paz con la guerrilla del M-19 en los años 80, el Estado fue matando, uno a uno, a sus principales comandantes, los compañeros Iván Marino Ospina, Álvaro Fayad y Carlos Pizarro Leongómez.
Y ya en el año 2011, un presidente de la República ordenó con premeditación y alevosía asesinar al comandante de las FARC-EP Alfonso Cano con quien desde hacía meses adelantaba contactos exploratorios para abrir conversaciones de paz. Esta traición ocurrió, luego de un bombardeo de la Fuerza Aérea, con el agravante de que
el comandante insurgente se encontraba capturado y en total indefensión.
Desde la firma del Acuerdo de Paz en La Habana, y del desarme ingenuo de la guerrilla a cambio de nada, no cesa la matazón. En dos años, más de 500 líderes y lideresas del movimiento social han sido asesinados, y ya suman 150 los guerrilleros muertos en medio de la indiferencia y la indolencia de un Estado.
Cuando firmamos el Acuerdo de La Habana lo hicimos con la convicción de que era posible cambiar la vida de los humildes y los desposeídos. Pero el Estado no ha cumplido ni con la más importante de sus obligaciones, que es garantizar la vida de sus ciudadanos, y particularmente la de evitar el asesinato por razones políticas. Todo esto: la trampa, la traición y la perfidia, la modificación unilateral del texto del Acuerdo, el incumplimiento de los compromisos por parte del Estado, los montajes judiciales y la inseguridad jurídica, nos obligaron a regresar al monte. Nunca fuimos vencidos ni derrotados ideológicamente. Por eso la lucha continúa. La historia registrará en
sus páginas que fuimos obligados a retomar las armas. Nos reclamamos herederos del legado de Manuel Marulanda Vélez. Somos la continuación de aquella gesta que se iniciara en Marquetalia en 1964.
El expresidente Santos juró con impostada voz de Nobel de Paz que no cambiaría ni una sola coma de lo pactado, que cumpliría lo firmado de buena fe y que no nos iba a poner conejo. Pero ni siquiera se atrevió a titular tierras a los campesinos que han vivido en ellas por décadas, siendo algo tan sencillo como el agua. Tanto el fondo de tierras, como la sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito acompañada de proyectos alternativos y el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo, han quedado por ahora, perdidas en el laberinto del olvido. Nada hizo Santos para impedir el hundimiento en el Congreso de la Reforma Política, sabiendo, como todos los colombianos, que ninguna guerrilla se desarma si no existen plenas garantías de participación política para todos. Y para rematar,
sabotearon las Circunscripciones Electorales Especiales de Paz concebidas para que las víctimas de las regiones más afectadas por el conflicto, tuvieran voz en el Congreso de la República.
Estos son asuntos nodales de la paz. Ahora su sucesor en la Presidencia de la República, Iván Duque, asegura sin inmutarse que lo que él no firmó, no lo obliga, desconociendo así que el acuerdo se firmó con el Estado, no con un gobierno.
¿Quiénes son Duque y el Centro Democrático para desconocer una obligación de Estado elevada a norma constitucional, que hoy es Documento Oficial del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y Acuerdo Especial del Art. 3 de los Convenios de Ginebra? El Estado que no respeta sus compromisos no merece el respeto de la
Comunidad Internacional, ni de su propio pueblo.
Estuvimos cerca de poner fin a través del diálogo al más largo conflicto del hemisferio, pero fracasamos porque el establecimiento no quiso respetar los principios que rigen las negociaciones, el pacta sunt servanda y la buena fe. Logrado lo que querían, que era la entrega de las armas, conscientemente hicieron trizas el Acuerdo de Paz, despedazando -como dicen los uribistas- “ese maldito papel”.
Volviendo la mirada hacia atrás, el primer paso de la traición fue la convocatoria de un plebiscito improcedente, porque siendo la paz un derecho contramayoritario, no se consulta. Pareciera, que más que blindar la paz, lo que quería Santos era derrotar a Uribe, exponiendo así el más importante logro de Colombia en las últimas décadas al
albur de la mentira, la politiquería y la manipulación mediática del uribismo.
El Acto Legislativo 002 de 2017 que obliga a las instituciones del Estado a cumplir el acuerdo de paz, fue debilitado de manera incoherente hasta por la propia Corte Constitucional que lo aprobó. Si algunos contenidos del Acuerdo no eran consonantes con la normativa constitucional, el camino era modificarla para que no colisionara con lo dispuesto en el Acuerdo Final, respetando siempre los convenios internacionales sobre Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
Las modificaciones de esta Corte dañaron el Acuerdo sobre víctimas y justicia para la paz, acabaron la autonomía de la JEP como jurisdicción de cierre, modificaron el régimen de condicionalidad solo para entrampar a los guerrilleros, excluyeron a terceros involucrados en el conflicto amparándolos con la impunidad, y ampliaron el fuero especial para presidentes de la República a todos los aforados  constitucionales. También modificó la Corte la Ley de Amnistía pasando por alto claras disposiciones del Estatuto de Roma con relación al reclutamiento de menores.
Esa Corte que había sentenciado que el Acuerdo no podía ser modificado en los próximos tres gobiernos terminó soltándoles la rienda a legisladores de derecha que en dentelladas rápidas del “fast track” lo destrozaron con el pretexto de su implementación normativa.
Preguntamos ¿en que lugar del planeta un acuerdo de paz firmado solemnemente por una guerrilla y un Estado, aplaudido por el mundo, ha sido destruido unilateralmente de esa manera tan infame por personas que nunca fueron plenipotenciarias de las partes? El Fiscal General, congresistas de derecha de la facción política de Uribe y Duque, y la embajada de los Estados Unidos, comandaron la inexcusable derrota de la paz.
La oración de Jorge Eliécer Gaitán, que recordamos en la instalación de los diálogos de paz en Oslo, recobra hoy, ante esta realidad la más arrolladora vigencia: “Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio. ¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres del pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia!”.
Para los hijos de Santander sigue siendo “primero la ley -en este caso el derecho penal del enemigo- así se lleve el diablo la República”. Esa visión fundamentalista fue lo que mató la paz.
¿Cómo construir la paz sobre estas ruinas taciturnas? Por algo hay que empezar. Y tiene que ser con la instalación en el Palacio de Nariño de un Nuevo Gobierno colocado allí por una gran coalición de fuerzas de la vida, de justicia social y democracia, que convoque a un nuevo diálogo de paz. Un nuevo diálogo que corrija y encadene la perfidia y la mala fe, que involucre a las fuerzas guerrilleras y a todos los actores armados para que podamos fundar una paz definitiva, estable y duradera, sellada con el compromiso colectivo del Nunca Más. Un nuevo Acuerdo de Paz sin más asesinatos de lideres sociales y de ex combatientes guerrilleros, en el que las armas sean  verdaderamente retiradas de la política y colocadas lejos de su uso, no entregadas.
No más santanderismo 
Si no nos liberamos de la maldición del santanderismo, los colombianos nunca tendremos paz, ni patria digna. Con ese lastre será imposible levantar el vuelo. Fue Santander un falso héroe nacional y “el arquetipo de la simulación: no tenía cara sino careta”.
“No fue el paradigma de Colombia sino de su destrucción”. El santanderismo es “el triunfo del pícaro sobre el hombre honrado”. Un “sórdido rábula que afilaba sus garras en los dorsos de los tratados de derecho”, eso fue Francisco de Paula Santander. Se robó el empréstito de 1824. Era invencible en el campo de la pequeñez, es
decir, en elecciones, compadrazgos, clientelismos, libelos, suspicacias, intrigas, en organizar mayorías en el Congreso…; controlaba el poder judicial y el legislativo; manipulaba la prensa de Bogotá. Planeó con los Estados Unidos dividir y desmoralizar al ejército libertador; sabotear el Congreso Anfictiónico de Panamá; desmembrar a Colombia; imponer su racismo, asesinar a Bolívar y a Sucre, y abolir la obra política y legislativa bolivariana. Y promovió la invasión del Perú a la Gran Colombia. Con razón decía el Libertador: “En cuanto a Santander, este hombre perverso ya nada le queda por hacer, toca todos los resortes de la intriga, de la maldad, y la maldad es para dañarme y formarse su partido… La existencia de ese monstruo de iniquidad y de perfidia es una asechanza perpetua al gobierno, a mí mismo y a Colombia”.
Una nueva forma de hacer política
Mirada desde el deber ser y la inocencia, la política es una elevada manifestación de altruismo, que impulsa -lejos de todo interés material individualista- a servir a los ciudadanos y a la patria, no por el oro ni por la fama ni el predominio, sino por amor y sentimientos puros de humanidad; por la dignificación de la vida y por la grandeza de la
patria.
Pero la política en Colombia -salvo honrosas excepciones- dejó de ser una práctica laudable para convertirse en el arte de robar y de embaucar acompañado de una elocuencia sonora y demagógica. La  mayoría de los políticos y sus alfiles incrustados en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial no piensan en servir, sino en enriquecerse. Inventan todos los días leyes y más leyes para beneficiar a la gran empresa, al capital y a ellos mismos, mientras mantienen al pueblo lejos, muy lejos de su corazón. Magistrados venales interpretan la ley que es la ley del embudo: “lo ancho pa’ ellos y lo angosto pa’ uno”. La gran mayoría de nuestros males vienen de sus leyes absurdas. El control de la Hacienda Pública, la firma de contratos, las coimas jugosas, es lo único que llena su ambición. Y para lograrlo compran todo: curules, alcaldías, gobernaciones, presidencias de la república, y también conciencias famélicas y sin
luces para que voten por ellos. El Estado ha sido secuestrado por los forajidos y la mafia de la corrupción y la impunidad. Rescatarlo y liberarlo, está en manos de la movilización de las conciencias, de la nación en masa, del pueblo unido. Esa es la fuerza que puede.
La palabra la tiene el soberano
Sí. Debemos levantar de las ruinas esta república. Y eso sólo lo puede hacer el pueblo, que es el verdadero soberano. Por encima de él, el cielo, solamente. El movimiento social y político colombiano tiene la palabra. En la introducción del Acuerdo Final de La Habana, hay un compromiso que quedó suspendido en el firmamento yerto de los incumplimientos y que es necesario revivir; se trata de la convocatoria a todos los partidos, movimientos políticos y sociales, y a todas las fuerzas vivas del país a concertar un gran ACUERDO POLÍTICO NACIONAL encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz demande, poniendo en
marcha un nuevo marco de convivencia política y social. El régimen imperante, de políticas neoliberales, de corrupción y guerra del actual poder de clase, nos ha colocado frente a dos caminos: o se abre una recomposición como resultado de un diálogo político, y de la institucionalización de los cambios resultado de un Proceso Constituyente Abierto, o esos cambios, tarde o temprano, serán conquistados mediante el estallido de la inconformidad de todo un pueblo en rebelión.
Sigamos intentando la salida más concertada; abramos todos los caminos de aproximación; analicemos y recojamos las múltiples propuestas y plataformas elaboradas desde el campo popular y la intelectualidad crítica del país y bordemos con ellas una sola bandera, para marchar como proceso constituyente abierto hacia la superación de la exclusión, la miseria y las inmensas desigualdades; hacia la democratización en profundidad del Estado, la vida social, restableciendo la soberanía y buscando incidir en los procesos de cambio en Nuestra América y garantizar el bienestar y el buen vivir de nuestro pueblo. Se trata también de potenciar nuestras aspiraciones y llevarlas a un nuevo nivel en el que entonces sí, una Asamblea Constituyente, suficientemente representativa y con plenas garantías de actuación, dé un impulso definitivo a las transformaciones estructurales que requiere Colombia.
Los jóvenes, las mujeres, los campesinos, los negros y los indios, los transportadores, los gremios, los partidos políticos, las centrales obreras, los desempleados, los cristianos e integrantes de otros credos religiosos, los ambientalistas, los deportistas, el movimiento comunal, el arco iris LGTBI, los que sueñan con la paz, todos y todas,
debemos sumar fuerzas para conquistar el objetivo de un nuevo país, de un nuevo orden social, con una economía al servicio de la nación, que regida por principios de humanidad estimule la producción interna y el empleo. Que asuma la educación gratuita y de calidad en todos los niveles, como la primera necesidad de la República. Una política internacional de paz que retome la idea de Bolívar, de conformar en este hemisferio una Gran Nación de Repúblicas hermanas que garantice nuestra independencia y libertad. Un nuevo orden que al proclamar la soberanía patria proscriba la extradición de nacionales, el libre albedrío de las multinacionales y la presencia de bases militares
extranjeras en el territorio.
La potencia transformadora
La unidad del movimiento social y político del país con sus banderas de vida digna desplegadas al viento es la potencia transformadora, la potencia del cambio social en cuya construcción debemos empeñarnos.
La fuerza del pueblo está en la UNIDAD, en la minga nacional por la dignidad de Colombia y su gente. La potencia transformadora se conforma con la unidad y la fuerza de todas las conciencias que confluyen desde todos los puntos cardinales donde palpita el anhelo de patria nueva. No debemos dejarnos arrinconar por los guerreristas y tiranos.
Seamos un solo puño en alto, por un nuevo gobierno, un gobierno de transición. No más de lo mismo. Tomemos el timón de Colombia y dirijámosla sin pérdida de tiempo hacia las costas de la dignidad humana. Somos más. Apliquemos la fuerza de la unión y de la razón para llevar al Palacio de Nariño, un gobierno amoroso con sus ciudadanos, respetuoso de sus vecinos, enemigo de la guerra, soberano y solidario con los pueblos; con unas nuevas instituciones integradas con gente virtuosa, honrada, de méritos y sentimientos humanos. Un gobierno que haga la felicidad del pueblo.
La lucha sigue.
¡Con Bolívar, con Manuel, con el pueblo al poder!
FARC, Ejército del Pueblo

jueves, 29 de agosto de 2019

Proponen paridad fija del bolívar con el petro para estabilizar la moneda y salir del atolladero



Para Emilio Hernández, profesor de la Universidad Simón Bolívar, se cometió un error al poner a fluctuar un petro bajo la órbita del dólar, mientras otro se mantuvo estable, lo cual ha desembocado que hoy tengamos un petro con valor de 80 mil bolívares y otro que vale un millón de bolívares. De allí los altísimos niveles del dólar especulativo y criminal, enmarcado además, dentro de la guerra económica. Propone, como una de las soluciones estructurales, hacer una paridad fija del bolívar con respecto al petro, o sea, dejar uno solo: el petro, que costaría un millón de bolívares, y luego, una vez estabilizado, con una reconversión definitiva monetaria, sacarle tres ceros a la moneda, que dejaría un petro en mil bolívares.
Sostiene Hernández que es necesario por un lado deslastrarse del esquema liberal de algunos economistas, aplicar el esquema de un solo petro y mantenerlo con firmeza con el respaldo y garantía del Gobierno venezolano.
“Entonces yo digo que tenemos que abandonar eso, y te digo que estoy completamente convencido que tenemos posibilidades. Tenemos que convencernos de que tenemos que abandonar la perspectiva liberal, la libre fluctuación de las monedas y de las llamadas monedas fiduciarias, creadas sin respaldo y comenzar a crear monedas como el petro, que es con respaldo del Estado venezolano, en el sentido de que garantice que hoy, mañana, dentro de 10 años, el petro va a comprar riqueza venezolana a gran escala”.
Hernández, presentado a menudo en los distintos escenarios donde acude a dictar charlas y conferencias, es presentado como “especialista en criptoeconomía”. En la USB dicta cátedra como profesor en computación y telecomunicaciones. En años recientes integró un grupo de expertos que hizo una serie de propuestas al Gobierno Nacional en materia de criptomonedas. Por esos días la idea del petro andaba en boga.
“Me puse a estudiar el tema de las criptomonedas porque esos son sistemas informáticos y como las criptomonedas son sistema monetarios me dediqué a estudiar la economía, a raíz de eso, junto con otros colegas, hemos hecho propuestas monetarias para atacar el problema económico que es derivado de la guerra económica, de una agresión en varios frentes: el frente financiero, comercial y el frente monetario sobre todo,.
-Y el sabotaje…
-Exacto, hay alianzas internas que no se pueden llamar venezolanas; esa es la realidad…
-Aquí es importante detenerse no en cuanto a lo que ellos hagan sino en lo que nosotros dejamos de hacer, ¿cómo evalúa usted las actuales circunstancias?
– Creo que en el tema monetario hemos podido defendernos mejor. En el tema de los bloqueos creo que se ha hecho un gran esfuerzo para combatirlos, buscando vías y gente con quien hacer negocios, con Rusia, China, Irán, Turquía , India. Seguramente se incrementarán en los próximos años los negocios con México, Argentina, pero en el tema monetario hemos algunas cosas como si fueran experimentos que no han funcionado. Primero, fue la creación del petro como una moneda especulativa, porque estaba inspirada en las criptomonedas que ya existían como el bitcoin, el etherium y otras, que son de tipo especulativas, es decir, se revalorizan por escasez y por demanda,por apetencia. Afortunadamente, pronto abandonamos esa vía. Hubo un cambio de dirección incluso en la Superintendencia de las Criptomonedas y optamos por una vía en la que el petro más bien está estable, como anclado al dólar. Vale 60 dólares, un poco más o menos. Eso fue un primer paso: hacer que el petro sea una moneda que no va a fluctuar locamente ni se revalorizarse como el bitcoin, sino que es una moneda estable y eso lo hace más atractiva como divisa internacional. Ya dimos ese paso.

Un único petro

Agrega Hernández que en agosto del año pasado el presidente Maduro anunció un anclaje, no solamente del petro, que al principio parecía que iba a ser una anclaje al valor de las materias primas. El llamado “white paper” dice que el petro está anclado al valor de una combinación de petróleo, oro, diamante, de lo que valga esa cesta de materias primas , pero después resultó que quedó casi anclado al dólar, pero también anunció un anclaje del bolívar al petro, y un anclaje del salario a medio petro. El anclaje del bolívar al petro era a razón de 3.600 bolívares por petro. El salario en ese momento era medio petro, 1.800 bolívares, que se aplicó luego de una reconversión monetaria. Eso parecía indicar que el camino estaba hecho.
“Hubo una especie hasta de optimismo en la población, pero a las dos o tres semanas se comenzó a ver como que sacaron un petro criptomoneda diferenciado del petro unidad de cuenta, y empezaron a diverger esos dos valores. La unidad de cuenta del petro vale 80 mil bolívares ahorita, por eso el salario mínimo es 40 mil, que es medio petro, pero de la unidad de cuenta, pero el petro criptomoneda, asociado al valor del dólar, lo han asociado al valor del dólar especulativo, criminal. Lamentablemente, me parece una política errada. Entonces, el petro cripto ha subido tanto que al día de hoy está llegando al millón de bolívares. Tenemos un petro que vale 80 mil y otro que vale un millón de bolívares.
-¿Y quién hizo la división del petro?
-Eso es una decisión monetaria que la tomó el gabinete, desconozco los detalles. Es algo así como que mataron el tigre y le tuvieron miedo al cuero . Lo correcto en mi opinión hubiese sido tener un solo petro. Y lo correcto en mi opinión es haber definido una paridad que en ese momento los 3.600 bolívares por petro y no dejar que eso cambie ¿cómo no dejas que eso cambie?, bueno el Estado va a emitir petros y todo el que tenga 3.600 bolívares lo cambia por un petro , siempre, como el petro vale 60 dólares, garantizado por el Estado ¿cómo lo garantiza el Estado?, bueno, porque puede aceptarlo como moneda de pago de las exportaciones de petróleo. Hay un abanico de opciones en manos del Estado para hacer que el valor del petro se mantenga en el mercado internacional. Lo que no se hizo fue anclar el bolívar al petro. Se dejó que fluctuara el bolívar y el petro, el petro criptográfico, y entonces el petro se fue a las nubes igual que el dólar. Claro, a estas alturas ya no se pude poner en 3.600 porque la inflación nos llevó a otros niveles. El petro está llegando a un millón de bolívares.
Sostiene Hernández que lo que se debería hacer es fijar en este momento al petro en el millón de bolívares, pero dejarlo fijo. Afirma que ahorita hay una ventaja con respecto a hace un año: toda la infraestructura del petro, incluyendo las billeteras para intercambiar petros, la plataforma , está terminada, depurada y eso no estaba listo en ese momento, aunque en mi opinión se podía anunciar. Entonces, el petro puede comenzar a ser una moneda de intercambio con más facilidad para todos. Pero la moneda de circulación nacional, según la Constitución, es el bolívar. Entonces se pregunta ¿cómo podemos congeniar estas dos cosas?
“Yo creo”, indica, “ que tenemos que hacer una paridad fija del bolívar con el petro. Eliminar el petro unidad de cuenta. Dejar uno solo: el petro. No petro cripto o petro unidad de cuenta. Decir que vale un millón de bolívares, no cambiarlo nunca, aunque más adelante se pude evaluar si hay que variar, pero dejarlo fijo en este momento en un millón de bolívares. Eso es operativista con que el Estado siempre cambie que el que tenga un millón de bolívares le dan un petro y luego, en mi opinión, una vez estabilizado, hacer una reconversión, otra vez, pero ya definitiva, sacarle tres ceros al bolívar y entonces el petro sería como el billete de mil del bolívar. Si a un millón le quitas tres ceros queda en mil. Entonces el petro sería el billete de mil, no habría que imprimirlo”.

Influencias negativas

Especifica Hernández que el bolívar como moneda se continuará usando por varias razones, y no solamente por lo que indica la Constitución, sino porque Venezuela ha construido una infraestructura de cobro de impuestos, cobro de IVA, cajas fiscales, el Seniat, que está soportada en bolívares. Adicionalmente, se tiene un sistema de control de capitales en los bancos. Eso no se puede hacer con los dólares porque los bancos del exterior no van a suministra información sobre el origen y destino de las divisas.
“Entonces, “detalla: “si dejamos que se dolarice mucho la economía, que ya lleva un nivel preocupante, vamos a perder el control, la vigilancia del origen y destino de los fondos, como consecuencia nos van a meter más narcotráfico, terrorismo, pago de sicarios, y no vamos a poder investigar los fondos. Por ello hay que tener control de nuestra moneda, que tiene que ser un control bancario, un control por la vía de los impuestos y el petro, aunque es fraccionable, será para los pagos altos, del billete de mil hacia arriba. El petro sería como un soporte que me permite hacer pagos internacionales fácilmente, ya que le puedo transferir a cualquiera que tenga un celular en el exterior, que tenga la aplicación del petro. Esta dualidad, usar a la vez el bolívar y el petro, se resuelve y se facilita si hay un valor fijo, es decir, mil bolívares un petro. Este esquema es muy sólido. Todo el mundo me pregunta ¿por qué no se ha hecho?”.
-¿Por qué no se ha hecho?
-Yo tengo una máxima que es que no le atribuyo a la malicia lo que le puedes atribuir al desconocimiento. Creo que tenemos todavía, lamentablemente, influencia de las teorías económicas liberales. Teorías económicas que sustentan el capitalismo, que privilegian mucho el libre mercado. Entonces hay muchos asesores y mucha gente que favorecen la libre fluctuación del bolívar frente al dólar. El dólar es una moneda extranjera pero el petro y el bolívar son nuestros. Nosotros podemos fijar una paridad fija. Con una política monetaria, restringiendo aquí, emitiendo allá, mantenemos esa paridad. Lo podemos hacer, pues las dos monedas son nuestras. Creo que tenemos que terminar de sacudirnos la influencia liberal en el pensamiento económico. Ese pensamiento liberal es muy dañino. Si nos están atacando con una guerra económica tenemos que adoptar un pensamiento económico no liberal. Un pensamiento económico de seguro mató a confianza, de dando y dando. Si el petro cuenta cercano a un barril de petróleo, dame mi petro y aquí está tu barril de petroleo, que todo esté apoyado con garantías y no que el petro valga lo que diga el mercado, que es un instrumento manipulable por los más poderosos.
Piensa Hernández que las actuales dificultades de índole monetaria se solucionarían, ya que las personas se decidirán por el petro, garantizado su valor fijo por el Estado en vez de seguirle el juego a Dolar Today. Es posible que al momento de aplicar la medida, la inflación siga su inercia, luego se van a estabilizar los precios vinculados con el valor internacional. Por todos lados se trunca el contrabando de productos esenciales.
Además, sustenta que es un error no ver que la estabilidad de la moneda es fundamental para aumentar la producción.
T/ Manuel Abrizo
F/ Luis Graterol, Archivo CO

LA GEOPOLÍTICA DEL AMAZONAS


El INPE de Brasil dice que ha detectado más de 72 mil incendios en 
lo que va de 2019 (Foto: Ueslei Marcelino / Reuters)



En la última semana hubo una oleada mediática sobre los fatídicos incendios en la Amazonía. Diferentes personalidades del mundo político y del espectáculo se pronunciaron en sus redes sociales ante este hecho. Miles de imágenes, falsas o no, se propagaron en todos los medios globales de comunicación, mostrando cómo los incendios se habían salido de control.
La destrucción de la Amazonía lleva tiempo, y se intensificó de forma pronunciada en la era preparatoria del saqueo corporativo de la administración de Michel Temer.
Hoy, este incendio asoma una aceleración en la maniobra de despejar el camino para el capital corporativo extractivista, siendo evidente que la Amazonía es una zona de interés estratégico mundial por el sinfín de recursos que posee.

MICHEL TEMER PREPARÓ EL TERRENO

Michel Temer, luego del impeachment a Dilma Rousseff, aprobó diferentes decretos, apoyado por diputados, que facilitaban autorizaciones a empresas mineras privadas, principalmente canadienses, para la extracción de múltiples recursos en la Amazonía.
Conjuntamente, contaba con el apoyo de otra bancada de diputados ruralistas del sector del agronegocio, que deseaban conservar sus tierras, acumular más terreno y disminuir hasta la mínima expresión las reservas indígenas, afectando considerablemente a la Amazonía.
Días después, Temer anunció modificar el decreto que daba apertura a la explotación minera luego de duras críticas, manifestaciones en contra de esa implementación y presiones de algunos congresistas. Sin embargo, fue una mínima edición, mientras abría la Reserva Nacional do Cobre e Associados (Renca) para las actividades mineras, pero ofreciendo supuestas garantías ambientales.
Cabe recordar que la Renca es una región de la Amazonía en la que se estableció la protección de diversos minerales estratégicos en 1984, en la que solo una empresa pública del Estado brasileño podía extraer los minerales de esa área.
Ahora bien, Temer, solo estaba adecuando la esfera legal, casi por debajo de la mesa, para la extracción demoledora que estaba por venir.
Con una llegada al poder político carente de legitimidad popular, era menester para el brasileño operar de formas totalmente diferentes a como hoy lo hace Jair Bolsonaro.
El presidente brasileño, horas después de tomar posesión de su cargo, aprobó un decreto para que sea el Ministerio de Agricultura de Brasil el ente que certifica la protección de los territorios ancestrales de los indígenas, que anteriormente se encargaba la Fundación Nacional del Indio.
Con este paso, al estilo hard power, Bolsonaro le otorgó privilegios a las corporaciones mineras y del agronegocio para realizar sus actividades propias.
Así, Temer dejó el terreno abonado a Bolsonaro para que concluyera el trabajo sucio transnacional.

EL CALDO DE CULTIVO CORPORATIVO

Ya para julio había un caldo de cultivo con el tema de la Amazonía, porque a principios de ese mes, el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) informó sobre focos de incendios en lo que va de año y la aceleración de la deforestación en la Amazonía respecto al año pasado a más de 1 mil kilómetros cuadrados, aumentando pronunciadamente.
Ante esto, en una conferencia de prensa con periodistas extranjeros, Bolsonaro desmintió la información y le respondió a un periodista europeo que "La Amazonía es nuestra, no suya".
En agosto, Bolsonaro destituyó al director del INPE, Ricardo Galvao, tras la publicación de los datos de deforestación de la Amazonía y, a su vez, abrió un concurso para contratar a una empresa privada que realice el monitoreo satelital en el área.

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Ha habido unos 40 mil incendios más que en el mismo período de 2018
BBC Mundo
Tras este reporte, fue poco o casi nulo el pronunciamiento de los medios; el tema no era tendencia para el momento.
Días después fue cuando este hecho obtuvo una amplia cobertura mediática. Desde celebridades hasta políticos del mundo se pronunciaron lamentando lo ocurrido.
Entre los "preocupados" estaba el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que a través de su cuenta Twitter, previo a la Cumbre del G7, publicó que "nuestra casa está en llamas", extrapolando el asunto a una crisis internacional, y agregó que el tema debía tratarse en la agenda del G7 que estaba por realizarse en Biarritz, Francia.
Horas después, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, mostró su apoyo a la iniciativa de Macron, en actuar por la Amazonía.
Ambos actores políticos muestran un claro interés. Desde marzo, Trudeau esgrimió lo fundamental que es la minería para la economía canadiense y su participación en otras regiones. Ni hablar de los controvertidos planes mineros en la Guayana Francesa, por parte de la administración de Macron, en la que participan empresas francesas y la Columbus Gold de Canadá.
Con los letales incendios, el despeje de esos grandes espacios en la Amazonía facilita las venideras actividades de las corporaciones que allí participen.
Luego el presidente Donald Trump se pronunció sobre este hecho ofreciendo ayuda para el incendio. Resalta la sólida alianza entre ambos mandatarios, en la que tienen perspectivas comerciales futuras.
Aquello continúa correspondiendo a las líneas del Consenso de Washington, no solo articulando megaempresas mineras sino también las que forman parte del agronegocio, como Monsanto.

EL INCENDIO LETAL EN LA AMAZONÍA CAMBIA EL PANORAMA

Por redes y medios de comunicación se propaga que la Amazonía es el pulmón del planeta, brotando nuevamente el discurso sobre la internacionalización de esta zona que es considerada como prioridad estratégica nacional de Brasil.
Pero, ¿por qué hay tanto auge discursivo actual en torno a una zona que lleva tiempo devastada por los grandes capitales extractivistas, ganaderas y agrícolas?
La extensiva Amazonía cuenta con la mayor biodiversidad del mundo, el reservorio más grande de agua dulce y, por supuesto, minerales. Al haber tantos recursos, la presión internacional, ONG, lobbys transnacionales y financieros, van de la mano con la innegable intención de internacionalizar lo sucedido en esta zona y crear la matriz de la reducción de la capacidad de acción del Estado brasileño.
Al cierre de la Cumbre del G7, el anfitrión francés calificó al incendio como una catástrofe y anunció la movilización de 20 millones de dólares y apoyo militar en la Amazonía.
Bolsonaro respondió a Macron, que no aceptará el dinero, y agregó que los temas de la Amazonía no deben entrar en la agenda del G7 sin contar con la participación de Brasil, ya que esa práctica corresponde a un pensamiento colonialista.
Ahora es que inicia una nueva etapa en el escenario amazónico en la que diferentes élites corporativas se jugarán su puesto en esta amplia zona llena de recursos. Así, Bolsonaro sin disimulo muestra su acercamiento con la élite estadounidense, triangulando a su vez con el presidente de Colombia, Iván Duque, para crear un plan conjunto que garantice, aparentemente, la soberanía de sus Estados y de sus riquezas naturales.
Simplemente, el incendio es un síntoma a todo lo que se ha llevado a cabo en estos últimos años en la Amazonía. Las preocupaciones son la pantomima a los verdaderos intereses políticos y económicos que orbitan en esa extensa zona rica en recursos.

GUAIDÓ LO VUELVE A HACER: EL NOMBRAMIENTO DE "COMISIONADOS" ENTRE BURLAS Y CRÍTICAS


Juan Guaidó y Leopoldo López están juntos desacreditados por la trama de corrupción sobre la "ayuda humanitaria" en Cúcuta (Foto: RTVE)





El día de ayer mediante su cuenta en la red social Twitter, el diputado Juan Guaidó hizo público algunos "nombramientos" correspondientes a su ficticio gobierno paralelo. 
La distribución de supuestos "comisionados presidenciales" quedaron distribuidos de la siguiente manera, resaltando el de Leopoldo López, el mentor político de Guaidó que desde el golpe fallido del 30 de abril se encuentra en la embajada de España en Caracas, en una clara evasión de la justicia venezolana. 
Otros "cargos", como el de Julio Borges o el de Javier Troconis, a su vez describen las prioridades del gobierno ficticio de Guaidó: escalar en la guerra diplomática y de sanciones contra Venezuela, al mismo tiempo que se administra el botín de los activos robados a la República.
Pero fue el "nombramiento" de Leopoldo López como "comisionado para el Centro de Gobierno" el nombramiento que generó más suspicacia, burla y confusión de todos, pues ha sido interpretado como una confirmación de que Juan Guaidó es una ficha manejada por López. 
Sin embargo, la situación de López en la embajada de España sumó otro factor de confusión: el denominado "Centro de Gobierno" sesionaría a lo interno de la sede diplomática, enfrentando las restricciones que España le ha impuesto a las actividades políticas del fundador de Voluntad Popular. 
Con este movimiento a nivel de los medios, Juan Guaidó intenta oxigenar la idea de que su gobierno paralelo es real, días antes de la convocatoria a nuevas manifestaciones de calle.
Pero, nuevamente, la confusión y las burlas han revertido el esfuerzo.