El año pasado, Estados Unidos lanzó decenas de miles de bombas en países de mayoría musulmana.
Durante 2015, el Gobierno estadounidense del presidente Barack Obama —quien ganó el Premio Nobel de Paz en 2009—, lanzó 23.144 bombas en Irak, Siria, Afganistán, Pakistán, Yemen y Somalia, todos ellos países de mayoría musulmana, según ha calculado Micah Zenko, miembro del estadounidense Consejo de Relaciones Internacionales (CFR).
El estudio de esta organización especifica que 22.110 de esos proyectiles cayeron en Siria e Irak, mientras que 947 impactaron en Afganistán, 58 en Yemen, 18 en Somalia y 11 en Pakistán.
Comentario: El término “cayeron”, como si se tratara de un accidente, no parece el más apropiado; esos proyectiles fueron disparados sin vacilación a cada uno de esos objetivos sin importar las víctimas civiles y las consecuencias a largo plazo…
Sin embargo, Zenko hace hincapié en que, pese a la gran cantidad de proyectiles, la estrategia antiterrorista norteamericana no funciona porque “las políticas antiterroristas de Estados Unidos se basan en la captura o asesinato de terroristas, mientras que dedican mucho menos dinero y atención a las políticas de prevención”.
Comentario: Estimado Zenko, permítanos decirle que su observación es casi tan torpe como absurda.
EE.UU. no tienen ninguna “estrategia antiterrorista”; de hecho han creado, entrenado, y financiado a estos grupos violentos para usarlos como fuerza de choque o chivo expiatorio a la hora de ejecutar su agenda. Así que (sin ánimo de ofender, por supuesto) déjenos señalar que afirmar o sugerir que el fracaso de EE.UU. se debe a un error de estrategia es un completo y definitivo disparate.
Como resultado de esta manera de actuar, no ha disminuido el número de integrantes del Estado Islámico, que opera en Siria e Irak y sigue contando con alrededor de 30.000 integrantes. Mientras tanto, en estos momentos los talibanes controlan el mayor porcentaje de territorio en Afganistán desde 2001, de acuerdo con un estudio publicado en ‘Foreign Policy’.
Comentario: Nuestro “amigo” Obama ha hecho honor en 2015 a su bien merecido Premio Nobel de Paz haciendo que el mundo explote (literalmente) de emoción al ver caer del cielo sus “paquetes de ayuda humanitaria”. Suerte que el CFR no tuvo que calcular la cantidad de seres humanos privados de seguir respirando como consecuencia directa o indirecta de su demencial comportamiento. De haber sido este el objetivo todavía estarían contando…
Fuente Contrainjerencia
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