viernes, 21 de febrero de 2014

Simón Díaz: Lo más importante que me ha dado Dios, es ser venezolano

Compartimos con los lectores y lectoras, como homenaje a la memoria del tío Simón, esta entrevista que realicé al maestro coplero venezolano, con quien tuve el privilegio de conversar una hermosa mañana del 23 de marzo de 2003. La misma fue publicada en la revista Fascinación, del Bloque Editorial Dearmas...

ENTREVISTA


Con el maestro Simón Díaz. 23 de marzo de 2003. Foto:
              Jorge Carías
Con el maestro Simón Díaz. 23 de marzo de 2003. Foto: Jorge Carías


Nunca en mi vida he sentido afinidad por alguna corriente política. Sino que me adhiero a esa corriente política de sentir nacional, a la que aspiro yo que sea bueno para toda Venezuela

Por Ángel Cristóbal

(Domingo 23 de marzo de 2003. Revista Fascinación, No. 820. Bloque Dearmas).-
Después de repasar varias veces las alturas de Cumbres de Curumo, encontramos la calle “Simón Díaz” y por último la quinta donde hace 27 años vive el destacado cantautor. El artista más querido de Venezuela nos recibió con una amplia sonrisa; amablemente nos paseó por su hermosa propiedad, a donde el aire llega fresco y puro, y nos mostró con orgullo las fotos, pinturas y galardones que adornan las paredes de la mansión. A ratos se sentaba al piano; los acordes de una melodía conocida se dejaban escuchar con cierta melancolía. Hay algo en el maestro Simón Díaz que nos hace querer detener el tiempo de la entrevista. Después descubrimos que es ese privilegio de estar ante lo trascendente, ante uno de esos hombres que Berthol Brecht definió como “los indispensables” de la vida de un pueblo.

Simón nació en una fresca mañana de agosto de 1928, en un pueblito ribereño del río Guárico, estado Aragua, llamado Barbacoas. Allí transcurrió su infancia, pobre, pero a la vez rica en ambiente, paisaje y tradición. De aquel pueblito azotado por las enfermedades y la desolación, la familia se muda a San Juan de los Morros y es allí donde comienza el verdadero encuentro del adolescente con la vida: fue becerrero en Santa Isabel, muchacho mandadero de casas de familia, repartidor de un bodega, vendedor de chucherías y granjerías que Doña María, su madre, preparaba. Pero, poco a poco, también irá demostrando su inclinación por la música y en los años 40 se incorporó a una orquesta del pueblo: “Yo acomodaba los atriles, los micrófonos…era el peoncito de la agrupación y ganaba 5 ó 6 bolívares por cada baile” –recuerda. “Me conocía todo el repertorio de esa orquesta y a la larga me convertí en cantante bolerista, hasta que me colmé de aquel pueblito y me vine a Caracas, a estudiar música”.

Tenía 20 años cuando se muda a la capital del país, buscando expandir sus conocimientos musicales. Aquí se inscribe en la vieja casona de la Santa Capilla (la Escuela Superior de Música) bajo la dirección del maestro Vicente Emilio Sojo; es allí donde adquiere importantes conocimientos que le servirían más tarde para realizar sus famosas composiciones…

-Sr. Simón, ¿cuáles han sido, desde entonces, sus principales fuentes de inspiración?
-Mira, mi inspiración es el recuerdo de aquellas cosas; del ordeño, de las vacas, de la sabana, de las aguas y de las lluvias, de todas las cosas hermosas que había en aquella época. Esa fue mi imaginación, mis recuerdos y mi conducta como vía para componer.
-Y por eso se dedicó a componer tonadas. ¿Usted fue precursor de ese género en Venezuela?
-Mira, mi primera tonada la escribí en el año 1954 y fue “Tonada del cabestrero”. Venezuela, en esa época, tenía tonadas pero no de esta manera, que eran preparadas por los compositores venezolanos para grandes cantantes y era lo que más fuerza tenía entonces. Aunque sí habían comenzado ya otros autores con tonadas llaneras, que tienen que ver con la esencia del trabajo llanero. De ahí me agarré para hacer esas composiciones que hoy día son conocidas con bastante regularidad, mundialmente. No soy un precursor, en realidad me dediqué a continuar la tonada venezolana y a fortalecerla.

-¿Cree que con el tiempo morirá el canto arriero?
-Yo de chiquito conversé muchas veces con la gente humilde del campo y escuchaba sus cuentos, les oía cantar, reír y soñaba con ser algún día arriero. Todavía queda gente en el llano que ordeña. Esta faena es un gran reservorio de la faena. Allí el ordeñador se ordeña la cabeza y produce preciosos versos, hermosas coplas, hace juegos bellísimos con los nombres de las vacas y becerritos, y aprovecha el cantar para lanzar, con cierta picardía, a la muchacha de oficios de la casa, y algunas veces a la hija del dueño del hato, inteligentes e intencionadas coplas amorosas… No, eso nunca morirá

-Usted nació a las 8 de la noche, el día 8, del mes 8, del año 28… y trabajó en el canal 8. ¿Número cabalístico?
-Tal vez, por ahí dicen que en la numerología el 8 significa el rey, cifra de los triunfadores.

-Y de hecho lo es. Usted, Don Simón, ¡le ha dado la vuelta al mundo en lomos de caballo viejo!
-Sí, es una canción que toca un tema importante, pareciera como si nunca antes se hubiera tocado. Yo conocía temas de novelas y de películas como “Amor en la tarde”, que hablan de un hombre maduro enamorado de una joven. “Lolita”, por ejemplo, es una muchachita enamorada de un joven maduro… pero canciones, no conozco que hubiera sobre este asunto. Hay una carta muy hermosa que Julio Iglesias dirige a una disquera donde escribe: “La canción Caballo Viejo, de Simón Díaz, es una de las más importantes que he conocido en mi vida. Pues el caso de tratar los amores de un hombre maduro con una muchachita estaba reservado. Y este señor Simón lo hace a través de un caballo, una habilidad sin dudas del compositor”. Sin dudas se trata de un sentimiento universal, y es una canción que va a perdurar en el tiempo, porque un joven no es un caballo viejo, pero mañana lo será por ley de la vida. Antes de mi canción, a un hombre maduro enamorado de una joven le gritaban “viejo verde”, ahora le gritan “caballo viejo”.

-“Caballo viejo” tiene 350 versiones en 12 idiomas. ¿Cuál considera usted la mejor versión o la que más le ha gustado?
-Bueno, dices bien, ha habido muchas versiones. Son muchos los cantantes que la han versionado, pero si pudiera escoger me quedo con las versiones llaneras cantadas con un cuatro nada más. Aunque son muy buenas las realizadas por Julio Iglesias, Plácido Domingo, Rafael, Juan Gabriel y Barbarito Diez. Lo que más me gusta es lo que “Caballo viejo” representa para mi país; eso me satisface mucho, a mis hijos y a mi esposa.

-Usted ha tenido un vínculo muy especial con la música y cultura cubanas, ¿no es cierto?
-Sí, ¡cómo no! Me han dicho que en la historia cultural de Cuba han hecho tres grandes recibimientos a artistas. Uno a Alfredo Sadel, otro a Oscar D’León y el tercero a Simón Díaz. Después he ido como diez veces, especialmente a La Habana; allí visité a Barbarito Diez cuando estaba convaleciente. Barbarito se puso a llorar conmigo recordando sus viajes a Venezuela.

-En su carrera, ¿hay algún sueño que no ha podido cumplir?
-Una de las cosas que más me entristecen, es el hecho de que uno de los más grandes cantantes de Venezuela no haya podido grabar una canción mía. Me refiero a Alfredo Sadel. Él me visitaba, se sentaba al piano y cantaba mis canciones. Me día, “voy a hacer un disco con puras canciones tuyas”, pero la muerte impidió que este sueño se realizara.

-¿Está satisfecho de los reconocimientos que ha recibido?
-Soy uno de los que más premios y reconocimientos ha recibido en mi país. ¡Hasta la calle donde vivo se llama Simón Díaz! El teatro Nacional de Venezuela lleva mi nombre, tres universidades me han conferido el título de Honoris Causa y tengo el premio de El Libertador Simón Bolívar, en su primera clase. En el 23 de Enero hay una calle grande, con una estatua mía, que también lleva mi nombre. Estoy muy contento, porque he podido recibir vivo todos esos reconocimientos.

-Usted, Don Simón, ¿tiene una postura política determinada?
-Nunca en mi vida he sentido afinidad por alguna corriente política. Sino que me adhiero a esa corriente política de sentir nacional, a la que aspiro yo que sea bueno para toda Venezuela.

-Sin embargo, ha habido voces que lo han señalado como admirador de este Gobierno…
-Yo siempre estaré con los que quieran el bien de mi país, no importa el partido que sea. En lo particular te digo lo siguiente, yo soy un hombre muy apreciado por mucha gente; por eso mismo no me meto en la política porque, de hacerlo, perdería la mitad de mis admiradores. Mi condición es que estoy a favor de la total democracia venezolana.

-¿Cuál es su mayor orgullo?
-Haberme casado con Betty, quien me dio tres hijos: Simón, Betsimar y Juan Bautista. Pero casi por encima de eso, lo más importante que me ha dado Dios es ser venezolano.

-Como punto final de esta entrevista, Don Simón, quisiera pedirle una saludo muy especial para nuestros lectores y lectoras…
-¡Con gusto! Ahí va:

Simón con fascinación
les va a dedicar a ustedes
las más lindas gratitudes,
y las da con emoción.
Con cariño soberano
como éste que tengo yo
mirándome aquí el reloj
-casi que es el mediodía-
a nombre de Simón Díaz,
con todo mi corazón
para todos los lectores
un abrazo del Tío Simón  

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