En el más allá, los dos capos del contrabando y la mafia, estuvieron viendo y estudiando los robos y violaciones al derecho nacional e internacional del presidente interino, y decidieron venir a reunirse con él para que les explicara cómo ha logrado convertirse en el capo de todos los capos.
En el salón de estudios e investigaciones Adolfo Hitler, en la Quinta Paila del Infierno, se encontraban diariamente Al Capone y Vito Corleone para ver lo que estaba pasando en la tierra con los grandes capos mafiosos. Allí le hacían análisis del entorno y vigilaban los pasos de gente que, como ellos, hacían todo lo posible para sobrevivir haciendo trampa y cometiendo violaciones y crímenes para seguir adelante como sea. Hasta que una tarde dieron con el expediente de Juan Guaidó. Fue Al Capone el primero en darse cuenta, porque en el infierno se aficionó a la música española y le llamó la atención que iban a dar un concierto en Cúcuta, Colombia, para llevar ayuda humanitaria a Venezuela. El hombre le hizo seguimiento y estudió al detalle el caso, y una vez que comprendió que todo fue una vulgar estafa, y que un señor llamado Juan Gaudio que había llegado al concierto gracias a una banda de narcotraficantes, llamada Los Rastrojos, fue el que se quedó con todo, comprendió que ese hombre lo estaba superando con creces, y que él, Al Capone, se estaba quedando pequeño ante un robo como ese. Fue entonces cuando le entregó el expediente a Vito Corleone. Vito lo leyó detenidamente. Fue a su computadora y comprobó el caso. Buscó más información y se enteró de que además habían recibido más de 600 millones de dólares de una organización de Estados Unidos llamada USAID, y viendo a Al Capone, casi se pone a llorar.
Los dos hombres se abrazaron.
– No somos nada –dijo Al Capone.
– No somos nada.- dijo Vito Corleone
Después de permanecer un rato abrazados, decidieron separarse y tomar asiento. Sacaron sus pañuelos y se secaron con vergüenza las lágrimas, y fue Vito Corleone el primero que habló.
– Tenemos que hablar con ese hombre.
– Sí, vamos a pedirle permiso a Satanás para que nos deje bajar a la tierra.
-Y si no nos lo da, lo sobornamos.
– O lo amenazamos con secuestrarlo.
Hablaron con Satanás, quien sin pensarlo dos veces, y conociéndolos bien, decidió darles permiso para que viajaran a un lugar de la tierra a entrevistarse con el hombre ese que, ante tantos robos y violaciones, los había dejado como verdaderos niños de pecho.
Al intentar bajar a la tierra vieron primero dónde se encontraba el señor que tanta envidia les había causado, y se dieron cuenta de que andaba en gira.
– ¿Y lo reciben en otros países? ¿Y no lo meten preso?- preguntó Al Capone.
– ¡Cómo ha evolucionado la delincuencia, amigo!-dijo Vito Corleone.
Pensaban visitarlo en Venezuela, pero se dieron cuenta de que el permiso que les había dado Satanás duraba pocos días, y entonces decidieron irse hasta Miami, donde el capo de todos los capos, como empezaron a llamarlo, estaba reunido con unos venezolanos que seguramente también estaban siendo estafados en ese momento.
Llegaron a un lujoso hotel, y cuando vieron que el capo de todos los capos se dirigía a su cuarto, se decidieron a esperarlo allí. Y cuando el presidente interino entró y los vio gritó:
-Cese a la usurpación. Gobierno de transición y elecciones libres.
Los dos hombres le pidieron silencio. Y el interino se calmó. Ellos le dijeron quiénes eran, porque él no tenía la menor idea de quiénes habían sido. Y después de alabarlo y felicitarlo por tantos robos y violaciones y extorsiones y saboteos, le pidieron que les explicara cómo lo había logrado. Y el interno, de la manera más sincera les dijo:
-No soy yo, es Trump.
Y fue entonces cuando Al Capone y Vito Corleone entendieron, y Al Capone dijo:
-Ah, solo así se explican estos robos y saboteos y violaciones, Porque con un tipo como tú no se va a ninguna parte.
Y los dos, Al Capone y Vito Corleone salieron de la habitación rumbo al infierno, antes de que los saliera a buscar Satanás.
Roberto Malaver
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