Por Hugbel Roa
Entre los libros más racistas y clasistas que he leído, hay uno en particular que me viene a la cabeza: el “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa presentan la historia de América Latina como una larga y solemne idiotez. Con ese panfleto hay algo en que coincido: hay un gran idiota latinoamericano. Si los autores tuvieran la oportunidad de conocer a Juan Guaidó, lo reeditaran.
Desde el SOTU 2020, el magnate no tuvo más remedio que justificar todo lo que ha invertido en el idiota y darle un espaldarazo, método infalible para que señoras del Cafetal, Carlas Angolas y afines elucubraran y redactaran textos del tipo “atentos, ahora sí, al rrrrégimen le quedan pocas horas”, soberana idiotez que ya anticipaba el fracaso del idiota.
El idiota no había salido de la Miami y ya estaba metiendo la pata. La Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sanciona a la aerolínea venezolana CONVIASA, poniendo en riesgo a más de 2 mil trabajadores y trabajadoras y sus familias. Solo un idiota creería que iba a ser recibido entre júbilo y alegría, cuando sales de tu país a solicitar más sanciones y bloqueo contra el mismo.
El pueblo enardecido, esperó al idiota en Maiquetía para exigirle no más sanciones contra el país, mientras que el idiota abusando de su idiotez, anuncia que vendrán “más sanciones por polémicas que sean”, pareciera que todos y cada uno de los fracasos del idiota se adjudican a la idiotez congénita de su subcontinente.
Así como en el Manual, los autores critican el supuesto “dogmatismo de izquierda” desde otro dogmatismo: el que postula el mercado como el único y mejor regulador de la vida económica y social, cuestión bastante discutible, por cierto, y que los autores no ubican en los ámbitos de la idiotez sino en los del sentido común, el idiota Guaidó después de haber sido rechazado enérgicamente por el pueblo, se va a una plaza y se aplaude el mismo.
Uno ya no sabe cómo reaccionar ante tanta idiotez, lo que sí sabemos es que Guaidó será recordado por su visita en el Despacho Oval, de la misma manera que recordamos a Mónica Lewinsky cuando visitaba a Bill Clinton.
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