Por: Roberto Fernández Droguett / Resumen Latinoamericano /El Desconcierto, 17 febrero 2020
/ Foto: Agencia Uno
Una respuesta a la columna publicada en el portal El Desconcierto: «No, no hay heroísmo en los “Primera Línea”. En esta columna hay varios aspectos problemáticos que quisiera señalar y discutir. En primer lugar, reducir a las y los integrantes de la Primera Línea a jóvenes marginados o que han estado en el SENAME es un error.
Buena parte de lo que se ha escrito sobre la Primera Línea tiene en común proponer lecturas basadas en impresiones y puntos de vistas “desde fuera”, sin mayor conocimiento de lo que realmente ocurre en ese espacio, lo cual lleva generalmente a repetir argumentos sin fundamentos, caricaturescos o simplistas. En la columna No, no hay heroísmo en los “Primera Línea”, el autor asume como verdadero el supuesto de que los integrantes de la Primera Línea son solamente sujetos víctimas de la misera y la exclusión sin mucho que perder que se exponen a la violencia policial de un modo que refuerza sus condiciones existenciales de sujetos sacrificados por el sistema. El autor termina señalando que “los “Primera Línea” no son salvadores ni guardianes de nada. Tampoco son sujetos admirables, ya que no se puede admirar lo que años de democracia transicional hicieron con personas y vidas. Eso es edulcorar la miseria”.
En esta columna hay varios aspectos problemáticos que quisiera señalar y discutir. En primer lugar, reducir a las y los integrantes de la Primera Linea a jóvenes marginados o que han estado en el SENAME es un error. Si bien hay presencia de personas con estas características, también hay estudiantes, profesionales y desempleados que participan de la Primera Linea, siendo un espacio mucho más complejo, plural y heterogéneo que lo que se plantea en la columna. Si pensamos en casos emblemáticos de personas muertas o heridas gravemente en la Primera Línea, estamos hablando de estudiantes secundarios (Geraldine Alvarado), universitarios (Gustavo Gatica) y trabajadores (Mauricio Fredes). No tener en consideración esta realidad solamente refuerza la imagen estereotipada de un espacio compuesto por sujetos marginados y sin nada que perder, y por lo tanto diferente y poco representativo del resto de la sociedad. Por lo contrario, la Primera Línea está compuesta por personas que provienen de muchos segmentos sociales, afectados en menor o mayor medida por la desigualdad y precariedad propia del sistema neoliberal.
En segundo lugar, el autor señala que los Primera Línea operan bajo una lógica de sacrificio en el enfrentamiento con la policía, para que el resto pueda manifestarse. La verdad es que al estar ahí, podemos ver que la Primera Linea efectivamente tiene como objetivo la defensa del derecho a manifestarse y que el “poner el cuerpo” responde mucho más a una lógica de apoyar y ser parte del movimiento social que a una lógica individualista de mostrarse y lucirse, como sostiene el autor en su columna. De hecho, la Primera Línea es más un espacio colectivo que se ha tejido en las relaciones entre sus integrantes que una mera suma de individuos. En este espacio, compuesto no solamente por las y los que tiran piedras sino también por personas que brindan primeros auxilios a los heridos o distribuyen comida y agua a los participantes, priman importantes lazos de solidaridad y colaboración que distan mucho de la imagen que se hace de los Primera Línea en la columna en cuestión.
Finalmente, en tercer lugar, quisiera señalar el punto más problemático de la columna, que además le da el título, que es que no hay heroísmo en los Primera Línea. Como plantea el autor “no hay privilegio alguno en estar ahí frente a Carabineros; no hay épica ni menos heroísmo. Hay solo utilización vestida de admiración, como también condescendencia disfrazada de cariño y afecto”. Evidentemente que no hay privilegio en estar frente a carabineros, más aún cuando estos disparan al cuerpo y al rostro perdigones y bombas lacrimógenas, así como gases y agua tóxica, pero mantenerse en el lugar, esquivar los diparos, soportar los gases y el agua, sí tiene valor, ya que efectivamente la resistencia que los sujetos ejercen permite que la represión policial no avance hacia el sector donde se ubica el resto de las y los manifestantes. Además, cuando te hieren o te ahogas con los gases y dos o tres personas encapuchadas te toman de los brazos y te llevan a resguardo a un lugar seguro, donde otras personas te atendien y te apoyan para que te recuperes, la verdad es que es inevitable sentir genuino cariño, afecto, agradecimiento y admiración. También se habla de utilización y condescendencia, como si los participantes de la Primera Línea no supieran porqué están ahí o no tuvieran opciones y objetivos propios. Además de ser un espacio de confrontación con carabineros, también es un espacio de politización en el que se difunden consignas e ideas propias del movimiento social, y basta con ver cualquiera de las entrevistas disponibles en youtube o en medios de prensa alternativos para ver que los Primera Línea tienen un alto grado de conciencia respecto de la situación política del país.
A modo de conclusión, considero que es relevante avanzar en debates relativos a los fenomenos del levantamiento social, como es el caso de los Primera Línea, pero haciéndolo con argumentos sustentados en evidencias y no en meras impresiones que no dan cuenta de la complejidad del fenómeno. Los medios de comunicación, particularmente los alternativos, y las redes sociales han sido herramientas de difusión de información fundamentales del levantamiento social, pero evidentemente no reflejan la complejidad de todo lo que ocurre, por lo que un mayor conocimiento de fenómenos como la Primera Línea y las reflexiones sobre sus características y consecuencias para el movimiento social debe procurar desarrollar una mirada crítica, atenta, cercana y dialogante con los actores sociales involucrados. En este sentido, para la ciudadanía movilizada, la Primera Línea, entendida como un espacio de resistencia a la violencia y los abusos policiales, ha jugado un rol fundamental en las manifestaciones del levantamiento social y en la construcción de un imaginario donde la dignidad y del derecho a manifestarse se defienden “con todo sino pa qué” como dicen los propios manifestantes.
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