El inefable Donald Trump acaba de presentar con total desfachatez su propuesta de “solución final” para el aniquilamiento definitivo del pueblo Palestino. El llamado “Acuerdo del Siglo” viene a validar la histórica posición política norteamericana de amparar todas las acciones criminales de acoso, desplazamiento forzoso, colonización y exterminio que el Estado terrorista de Israel viene ejecutando de manera sistemática en contra del pueblo palestino.
Todo lo señalado por Trump es oprobioso y denigrante para la raza humana. Está autorizando (sin tener cualidad alguna para ello) la ejecución de una nueva barbarie, una política de aniquilación en pleno siglo XXI. Por eso, en la presentación de su pernicioso plan, únicamente aparece flanqueado por el criminal de guerra Benjamín Netanyahu. Ninguna autoridad Palestina, ningún representante de otro país, ninguna autoridad de la Organización de Naciones Unidas o de la Liga de los Estados Árabes. Absolutamente nadie se presentó en la Casa Blanca a convalidar sus maquiavélicos planes.
La impresentable propuesta del deschavetado Trump, llamado hipócritamente “Paz para la prosperidad”, pisotea todas las resoluciones de Naciones Unidas, los Acuerdos de Oslo y los más elementales Derechos Humanos. Entre los principales exabruptos contenidos en la pavorosa propuesta se encuentran: “Establecer Jerusalén como la capital sin divisiones de Israel”, desconociendo los históricos derechos palestinos sobre sus territorios y los lugares santos tanto para musulmanes como para cristianos; “Reconocer que la gran mayoría de asentamientos de Israel en el territorio ocupado de Palestina son parte del Estado hebreo”; “Reconocer el Valle del Jordán, que representa aproximadamente un tercio de la Cisjordania ocupada, como parte de Israel”, violando los acuerdos de Naciones Unidas sobre las fronteras previas a 1967; “Denegar la posibilidad a los refugiados palestinos de «su derecho al retorno» a las casas perdidas en Israel previas al conflicto”.
Ni corto ni perezoso Netanyahu aplaudió con falso regocijo la gracia de Trump. Frotándose las manos reconoció con descaro que el Estado terrorista y genocida de Israel se anexaría de inmediato “alrededor del 30% del territorio ocupado de Cisjordania”.
Para el valeroso y golpeado pueblo palestino, este malicioso “acuerdo del siglo” significa que los más de 5.000.000 de refugiados, que viven permanentemente bajo la protección de Naciones Unidas, continuarán por mucho más tiempo su terrible viacrucis, sin poder volver a sus tierras ancestrales. El incremento de los refugiados, es la máxima demostración que la colonización sionista se ha ejecutado exitosamente. Con total crueldad, sin limitaciones y sin obstáculos. Siempre bajo el mismo método criminal de operar por la fuerza de las armas, para tomar las tierras, viviendas, vialidades y servicios básicos, desplazando a la población autóctona palestina e ir construyendo asentamientos para sus voraces colonos.
Cualquier forma de resistencia al plan de desplazamiento (llamado operaciones de “vaciado de territorio”, es decir, limpieza étnica y religiosa), aplicado por décadas impunemente por el Estado terrorista israelí, es cobrada sumarialmente con el desplazamiento forzoso, la cárcel sin juicio o el asesinato selectivo. Para nada importa a los colonizadores genocidas que las víctimas sean ancianos, mujeres o niños. Hay gozo en el estamento militar sionista por enfrentarse y disparar a mansalva, “valerosamente”, contra la población civil indefensa.
Afortunadamente, el repudio a las locuras de Trump es abrumador. Por todo el planeta se oponen al plan de “Solución Final” del desequilibrado presidente norteamericano. Empezando por el Presidente palestino Mahmoud Abbas, quien con mucha hidalguía rechazó el desquiciado plan, calificándolo como la “bofetada del siglo”, y de inmediato expresó lo siguiente: “Quiero decirle a Trump y Netanyahu: Jerusalén no está a la venta. Todos nuestros derechos no están a la venta ni por compromiso. Su acuerdo es una conspiración y no funcionará”, afirmó también que “No nos arrodillaremos y no nos rendiremos”. Vaya coraje el de este pueblo oprimido que se levanta contra el poderoso y sanguinario imperio norteamericano y su satélite de colonizadores sionistas. Abbás de inmediato y soberanamente, cortó todo tipo de relación diplomática tanto con Estados Unidos como con Israel.
Desde Naciones Unidas, Michael Lynk, relator especial de los Derechos Humanos en territorio palestino instó a “condenar abiertamente la aprobación del plan que permitiría que Israel se anexionara parte del territorio palestino”, afirmó que esta es “una propuesta sesgada hacia una de las partes del conflicto”. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, rechazó el plan señalando que “Jerusalén es sagrada para los musulmanes. El plan que quiere entregar Jerusalén a Israel es absolutamente inaceptable”.
Igual manifestación de solidaridad con los derechos del pueblo palestino expresaron en bloque los países de la Liga de los Estados Árabes (hasta el rey de Arabia Saudita), Rusia y Francia. Íngrimos y solos, en la acera del oprobio y la inmoralidad, se quedaron los payasos sin circo, los confesos criminales Donald Trump y su aventajado engendro Benjamín Netanyahu.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
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