miércoles, 29 de enero de 2020

Estos son los países que le han dado su mano a Cuba ante la última arremetida de EEUU



Durante la Guerra Fría, Berlín fue conocido como el punto más caliente de la misma, donde las esferas de influencia de EEUU y la Unión Soviética se encontraban. Pero aquel conflicto fue un fenómeno global, y como tal, tenía múltiples epicentros. Corea era el mayor punto de tensión en Asia. En el continente americano este rol recayó sobre Cuba.
Desde que la revolución triunfó en la isla caribeña los intereses norteamericanos se vieron amenazados, pero no fue hasta el 16 de abril de 1961 cuando el comandante Fidel Castro declaró la naturaleza marxista leninista de la revolución, que el pánico cundió en Washington. Y es que este modelo político representa la peor pesadilla para el capitalismo mundial. Esto significaba la completa pérdida de Cuba como un protectorado americano al estilo Puertorriqueño, que como escribió el cantautor cubano Pablo Milanés, Puerto Rico fue «el ala que cayó al mar».
Pero no solo eso, también significaba el pivotaje de Cuba hacia el bloque liderado por la Unión Soviética y la existencia del germen del socialismo real en lo que EEUU consideraba su patio trasero: Latinoamérica. Desde ese momento una isla de aproximadamente siete millones de habitantes en aquel momento, se convirtió en el objeto del más profundo odio de la cúpula política norteamericana y ha venido resistiendo, sabotajes, ataques terroristas, intentos de asesinato de sus líderes, bloqueo comercial e inclusive la abierta invasión armada en Bahía de Cochinos de 1961.
Durante los ya 60 años de historia del proceso socialista en Cuba la estrategia de EEUU hacia la isla poco ha cambiado. Sin embargo, durante la presidencia de Barack Obama ciertamente hubo un enfoque distinto, una aparente apertura pareció cristalizarse en una normalización de las relaciones entre ambos países, el presidente Obama declaró en aquel momento: «Este es un histórico paso adelante en nuestro esfuerzo para normalizar las relaciones con el Gobierno y el pueblo de Cuba, un nuevo capítulo con nuestros vecinos».
No obstante, esto no fue probablemente un gesto sincero del presidente Obama, sino quizá más bien la consecuencia de la presión de empresarios norteamericanos que desde hace tiempo se han venido quejando por la pérdida de oportunidades de inversión en la isla como consecuencia del bloqueo impuesto, dejando ese espacio a los capitales europeos principalmente. Lo cierto es que el cambio estratégico pretendía condicionar la apertura con la esperanza de forzar un cambio «suave» en la política cubana.
A final de cuentas, este nuevo enfoque se vio frustrado con la llegada de Donald Trump. El nuevo presidente norteamericano anunció en marzo de 2019 el regresó a la política del garrote y la mano dura, limitando también recientemente el envío de remesas de cubanos en EEUU a la isla y eliminando los viajes de los nacionales norteamericanos al país caribeño. Esta política ha sido exigida por los exiliados cubanos más reaccionario en Miami.
Un grupo de emigres contrarevolucionarios que componen uno de los lobbies políticos más agresivos e inclusive terroristas en el país del norte y que tienen a un fuerte representante de sus intereses en figuras como los senadores Ted Cruz, Marco Rubio y Bob Menéndez. Su retórica simplemente se opone a cualquier otro futuro para la isla que no signifique el completo retorno a su estado de clientelismo y neocolonia de Estados Unidos anterior a la revolución.
Esta política exterior de Trump ha llevado a que la relación bilateral entre ambos países se haya deteriorado hasta su punto más bajo en los últimos años, según declaraciones del director general para Estados Unidos de la Cancillería de Cuba, Carlos Fernández de Cossío.
Pero lejos de doblegarse, Cuba continúa su amplia reforma política, aprobando recientemente una nueva Constitución que no renuncia a la edificación del socialismo. Así mismo continúa su proceso de cambio de liderazgo pasando la batuta a una segunda generación de políticos nacidos y educados en la Cuba socialista, como el actual presidente Miguel Díaz-Canel y el recién nombrado primer ministro Manuel Marrero. A los recientes hechos el presidente cubano comentó:
«Todas las semanas EEUU aparece con una nueva medida contra la isla (…) Cuba vamos a resistir, nunca nos vamos a rendir, y con el apoyo de todos vamos desarrollando nuestras ideas, nuestros conceptos, y el país va a seguir avanzando. Los yanquis nos siguen apretando, pero nosotros vamos resistiendo y venciendo».
La isla apuesta por mantener su programa revolucionario con todas sus conquistas, sus aciertos y errores, con sus grandezas y sus deficiencias, pero sobre todo con sus características propias, bajo sus limitadas posibilidades y viviendo bajo asedio continuo. Sin duda, Cuba ha demostrado sobreviviendo al campo socialista europeo, haber construido un proyecto propio, sin ser satélite de nadie.
Más para fortuna de Cuba, la isla no está sola, la relativa reciente alianza y apoyo del Gobierno Venezolano desde el triunfo de Hugo Chávez fue sin duda un aire fresco muy necesario en un momento difícil, así como los posteriores Gobiernos de izquierda de América latina, como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, etc.
Esto especialmente después de la caída de la Unión Soviética y posterior debilidad rusa, que mermaron la posibilidad del socio histórico cubano de suministrar el volumen de ayuda de la otrora potencia socialista. Pero también esta situación ha cambiado y es que tras el caótico periodo de Boris Yeltsin, Rusia se ha recuperado notoriamente y retoma su lugar no solo como uno de los principales socios cubanos, sino como un actor de peso mundial en el plano internacional.
El embajador cubano en Moscú, Gerardo Peñalver Portal, declaró durante su visita a la Universidad Federal de los Urales que «Cuba sigue considerando a Rusia como uno de sus socios estratégicos en varios ámbitos». Por su parte, el embajador de Rusia en Cuba, Andréi Guskof, afirmó el 5 de diciembre desde Guantánamo que su país continuará apoyando el plan de desarrollo cubano mediante la colaboración en diversas áreas de impacto económico para la mayor de las Antillas.
Así pues todo parece indicar que Rusia seguirá apoyando a la isla caribeña sin escatimar esta ayuda a cambio de privilegios o concesiones que pongan en peligro la soberanía cubana, a diferencia de otros socios que pretenden condicionar su «ayuda» a una eventual «apertura democrática» en la isla; eufemismo para referirse a la entrega de la riqueza del país al capital extranjero, por supuesto.
Por otro lado, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia mexicana, Cuba pareciese contar con otro apoyo crucial en la cercana geografía, a solo 250 km de la costa de México, el Gobierno cubano cuenta ahora por lo menos con un Gobierno en México que le es amistoso y es que la primera visita oficial que el presidente Obrador recibió fue no otro que Díaz-Canel. El mandatario mexicano escribió en sus cuentas de redes sociales: «desde siempre, nuestros pueblos mantienen relaciones de hermandad y hasta en los momentos más difíciles hemos sabido respetarnos mutuamente y ser amigos de verdad».
El vicecanciller mexicano para América Latina y el Caribe, Maximiliano Reyes Zúñiga, dijo a periodistas: «tenemos claro que de las demandas más importantes en Cuba está la provisión de energía a precios accesibles y con suficiencia» y añadió que para el Gobierno mexicano «Cuba siempre ha sido un emblema de la lucha por la libertad, de la lucha en contra de los intereses imperialistas en la región».
Todo esto nos muestra que tal como ayer, hoy en día Cuba no está sola. La comunidad internacional, y no solo los Gobiernos, sino los pueblos de todo el mundo, reconoce el valor y el estoicismo de una pequeña nación a solo 300 km de Estados Unidos, que le ha plantado cara al imperio y lo ha desafiado desde hace 60 años aun quedándose sola. Un verdadero testimonio a lo que la determinación, la fuerza moral, la solidaridad internacional y sobre todo el socialismo real cubano y su pueblo han conseguido a lo largo de sus años de historia.
Sputnik

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