Por Humberto Gómez García/ Caracola/
Sin dudas el presidente Nicolás Maduro en esta su primera aparición en la escena internacional y en el marco del 69 Aniversario de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dio un discurso contundente, impactante, actual que recoge en lo fundamental el criterio estratégico de la República Bolivariana de Venezuela sobre la necesidad de refundar –siguiendo el camino político trazado por el Comandante Supremo Hugo Chávez– el esmirriado organismo mundial cuya Carta de fundación, como lo señalo el presidente, hace mucho fue echada a un lado por las naciones capitalistas poderosas de Norte y convertido al organismo en un instrumento donde naciones imperiales como los Estados Unidos del Norte la manipulan a su antojo y para sus bastardos intereses guerreristas y expansionistas, igualmente la ignoran y se lanzan a fratricidas campañas bélicas como lo hiciera el presidente genocida Bush contra Irak o lo hace el actual presidente Barak Obama, seguidor de esa bárbara y terrorista política, contra Libia, Afganistán, Siria.
El discurso bolivariano retumbó en el espacio donde se reúne la Asamblea General cuando reivindicó el carácter antimperialista de la Revolución Bolivariana (curiosamente no mencionó el socialismo) y atacó sin cortapisas, con la valentía de las enseñanzas chavistas y bolivarianas, la crueldad del imperio, criticó el imperialismo que se abroga el derecho de agredir naciones soberanas como está ocurriendo en Siria. La crítica a esa forma de lucha contra el terrorismo que ellos crearon –monstruoso Frankestein hechura del occidente imperialista, lo llamó Maduro– fue contundente e implacable y como alternativa presentó un plan de lucha por la paz donde participen las principales naciones árabes: Egipto, Siria, Irak, Jordania, Líbano, la nación persa de Irán para crear un plan de enfrentar el terrorismo yijadista y del EI creado por Estados Unidos. Levantó en todo momentos las banderas de la paz.
Impactante a nuestro juicio fue la referencia a la independencia de Puerto Rico, recordando el apoyo dado por la Celac que invitó a esa nación hoy colonizada a ser miembro de la nueva instancia integracionista latinoamericana y caribeña sin los Estados Unidos ni Canadá. Pidió la excarcelación del patriota independentista puertorriqueño Oscar López Rivera, que lleva preso 33 años en las ergástulas norteamericanos por luchar por la soberanía e independencia de su patria. Igualmente exigió la libertad de los 3 héroes cubanos presos desde hace 14 años en Norteamérica por luchar contra los terroristas que agreden a Cuba. Exigió, a nombre de Venezuela y América Latina, el fin del criminal y genocida bloqueo económico yanqui a Cuba.
Hizo importante referencia a los logros de la Revolución, “Venezuela prácticamente cumplió las metas del milenio”, señaló y se refirió a los logros sociales, educativos, de empleo, del 26% de desempleo en 1998 la Revolución lo bajó el 5,5% en el 2013 y salud. Le faltó referirse a la extraordinaria y descomunal conquista de las 622 viviendas construidas en 3 años, hecho que no se está produciendo en ningún otro país en esas magnitudes y que se le debe sacar más partido político.
Expresó con fuerza y sentimiento su apoyo al gobierno argentino de Cristina Kirchner, asediado y acorralado por los llamados “Fondos Buitres” y las “nuevas” formas de colonialismo imperial. No podía dejar de expresar su incondicional apoyo como Presidente y del pueblo de Venezuela, al mil veces heroico pueblo palestino de Gaza, asesinado, acosado, aterrado y destruida su infraestructura –mezquitas incluidas– por el sionismo israelita, al que por cierto omitió mencionar por su nombre.
Puso de ejemplo de organización a imitarse para el reodenamiento y el nuevo orden internacional a Petro Caribe, por los enormes avances en solidaridad y humanismo –creación del Comandante Chávez– alcanzados por todos los países que lo integran y sus significativos beneficios en todos los órdenes. Igualmente puso de ejemplo a la Unasur, otro logro alcanzado por el comandante Chávez y la Revolución Bolivariana y no podía dejar de referirse a otros de los logros chavistas y que es hoy la Celac, hechura del comandante ya declarada su mortal enfermedad.
Nicolás Maduro mostró, una vez más, su estatura de estadista, el manejo fluido de los temas internacionales y la capacidad discursiva ante un complejísimo escenario representado por los presidentes de todo el mundo asistentes a la Asamblea General de la ONU. Con el manejo certero de las estrategias políticas y programáticas de la Revolución Bolivariana, fue hilando un discurso bien manejado, con sobriedad pero a la vez con contundencia cuando era necesario, elevar la voz, una gesticulación apropiada, natural y espontánea. Quiso demostrar las verdades de la Revolución y presentarse en un rol que antes ocupó, al menos por 14 años, el Comandante Chávez. Posición delicada porque no fue a imitar el estilo discursivo de Chávez ni su gesticulación, fue con voz propia, original pero cubierto por el halo y la magia del prócer recién fallecido.
Los presidentes y primeros ministros presentes en la asamblea no sólo escuchaban el discurso de Nicolás, lo miraban, lo observaban, medían la altura de sus gestos en uno de los presidentes más estatura del mundo, hecho que le da una cierta imponencia. Para muchos no hablaba el nuevo presidente de Venezuela sino la voz de un pueblo y una revolución que todos aprendieron a admirar viendo la actuación, la firmeza y la contundencia de Hugo Chávez. La definición de antimperialista, de revolucionario, de enemigo del colonialismo y cualquier dominación imperial de nuestra Revolución, la reivindicación de los pueblos explotados y la lucha contra la pobreza, la miseria, las guerras, las injusticias, y los planes y proyectos que expuso en la brevedad del discurso con toda seguridad llamaron la atención de los jefes de Estado y de los pueblos que siguieron las palabras de Maduro por televisión. Impactante fue, sin dudas, la referencia a la imperiosa necesidad de enfrentar el brote de ébola, y la lucha contra el cambio climático. Sentó cátedra cuando llamó a los Jefes de Estado a encarar esos grandes problemas con la seriedad y el rigor que ameritan y no desgastarse en campañas guerreristas sin sentido arrastrados por los imperios.
Creo que el Presidente Maduro pasó una prueba que no era fácil. Venezuela es una nación poderosa, fuerte, que influye con las políticas revolucionarias a toda la América y otras latitudes. Pero además, Nicolás Maduro ha sido –y es– el presidente más atacado y acosado del planeta. Clases completas como la oligarquía y las tres cuartas partes de la clase media todos los días trabajan por derrocarlo en conspiraciones de todo tipo, de manera que cuando va a la ONU, se reúne en New York con los negros y los pobres, trabajadores, reverendos e intelectuales de Harlen quienes le hacen un imponente e impactante acto. Allí les ratifica seguir una política creada por el Comandante Chávez, gas gratis para la calefacción de los hogares de los humildes de los Estados Unidos para el invierno y la decisión presidencial de que la refinería Citgo no será vendida.
(humbertocaracola@gmail.com) (@hgcaracola)
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