OPINIÓN
Leí a Giordani. Al individuo Giordani. Al académico Giordani. Él mismo nos hizo recordar que el propio Comandante Chávez, en dos momentos de alta agresión a la Revolución Bolivariana, salió de él. No lo mantuvo en el gabinete. Sus salidas fueron en aquellos tiempos luego del golpe petrolero, y en los tiempos de la pérdida de la única elección de la casi veintena de elecciones victoriosas de la revolución bolivariana.
El mismo Giordani da la clave para entender su salida del gabinete del presidente Nicolás Maduro. Es un hombre de la ortodoxia teórica y de la inflexibilidad en las rutas políticas. No puede con los giros. No pudo asimilar eso que al Comandante lo llevó a gobernar en sus primerísimos tiempos con Maritza Izaguirre, Alfredo Peña y Carmen Ramia o después a mantener y relanzar por razones estratégicas las relaciones con Repsol, Texaco y Halliburton, entre otras, pero además calarse a Capriles Radonski en la presidencia del viejo Congreso Nacional.
Leí a Giordani. Un escrito limpio. Quien lo lea en el extranjero o en otro planeta, pensará que hay un país llamado Venezuela donde durante 15 meses de gobierno reinó la paz, la oposición se dedicó a ir al Parlamento a ensayar leyes, los empresarios se dedicaron a producir, los estudiantes a estudiar, y un Presidente se dedicó a gobernar desde un bello palacio.
Leí a Giordani. No vi en su escrito ni una línea donde muestre el contexto de guerra prolongada que vivimos. Sí leí sobre muchos informes que hizo y no fueron leídos, ni acatados. Visto así Giordani no escribía informes solicitados con escenarios, sino que escribía instrucciones que al no ser acatadas generaron su “distanciamiento con el nuevo Presidente”. Si eso suena a egocentrismo no es casualidad.
Venezuela atraviesa un momento histórico donde la mejor cualidad de cualquiera a quien el Comandante Chávez hubiese dejado, es la capacidad de maniobrar políticamente dentro y fuera del país.
El presidente Maduro lo está haciendo. Veamos el escenario internacional y aquí dentro del país donde logró frenar la matanza mercenaria que iba por 40 muertos y más; pero además el presidente Maduro anda en las catacumbas con la gente. Nuestro embajador en la Unesco, el poeta Luis Alberto Crespo, vino de Francia y tuvo que ir al barrio El Polvorín a presentar su informe de gestión. Estamos en la calle. No estamos en tiempos convencionales.
El presidente Maduro lo está haciendo. Aprobando vainas postergadas en las barriadas que no pueden esperar “un árbol de problemas”, o “las metodologías del por qué” de los planificadores. Ahorita no Giordani. Estamos en guerra.
Ah, camarada Giordani, por si acaso se te olvidó, la orden completa, plena como la luna llena, fue la unidad, lucha, batalla y victoria. Abrazos.
misionverdad.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario