lunes, 16 de diciembre de 2019

Somos un faro para América Latina y el Mundo (+PSUV)



Prensa PSUV.- Un hecho democrático de dimensión ocurrido el 15 de diciembre de 2006 marcó la historia para siempre: la fundación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Quien tenga dudas sinceras sobre la naturaleza y el rumbo de la Revolución Bolivariana, encontrará en este acontecimiento una prueba inequívoca.
Se trató de un acto político tras las elecciones presidenciales de ese año, y fue cuando el propio Comandante Hugo Chávez hizo mención al proyecto del Partido Socialista Unido de Venezuela.
No hay antecedentes para un acto de estas dimensiones y de pareja participación democrática. Fue un proceso difícil que implicó convocatorias a decenas de miles de promotores, la inscripción como aspirantes a militantes de 5 millones 800 mil personas, la formación de los Batallones Socialistas, la elección de voceros, comisionados y finalmente 1.681 delegados que participarían en el Congreso Fundacional, instalado el 12 de enero de 2008 y el 2 de marzo de ese mismo año.
Luego toda esa estructura –más de 92 mil personas, en representación de alrededor de 1 millón 200 mil miembros activos– protagonizaría la elección en segundo grado del órgano máximo de conducción, el 9 de marzo de 2008. Cinco días después, el 14 de marzo de 2008, Hugo Chávez, proclamado presidente del Partido por el Congreso, juramentó la Dirección Nacional del PSUV en el Teatro Municipal de Caracas.
En un masivo acto realizado en el Poliedro de Caracas el 29 de marzo de 2008, el Comandante Chávez anunció también las Comisiones de Trabajo de la Dirección Nacional y las Vicepresidencias Regionales del PSUV.
Tras la designación de responsabilidades para los miembros de la directiva, el PSUV trabajó en la conformación de los Equipos Estadales de Trabajo Político para completar a la estructuración total de la organización. Allí comenzó el desafío histórico que afronta esta inédita herramienta política de masas, autodefinida en sus documentos liminares como democrática, antiimperialista y anticapitalista.
Antes de comenzar su ciclópea tarea, sin embargo, ya había producido un impacto más allá de las fronteras de Venezuela: a la luz pública se produjo un exitoso esfuerzo por gestar desde abajo una organización política de masas, con netas definiciones ideológicas y un contundente programa de acción, con la aportación de millones de personas, a la vista y escrutinio de todos, en el máximo posible de transparencia y participación.
Implícito en este complejo mecanismo está el factor de mayor relevancia para definir el carácter democrático del hecho PSUV: Chávez, receptor del poder delegado voluntaria y fervorosamente por millones de hombres y mujeres, ha querido y ha logrado transferir ese inmenso poder a la única instancia capaz de gestionarlo sana y sostenidamente: un Partido.
¿Hay acaso una prueba mayor de la intencionalidad subjetiva y la dirección objetiva de un proceso político? ¿Para qué edificar una organización, asumir los infinitos problemas que devienen de la participación colectiva? ¿Para qué crear instancias organizadas, altamente politizadas, con cientos de miles de personas introducidas ya en el desconocido y fascinante universo del debate político, donde toda voz debe ser escuchada, la intención ha de basarse en el razonamiento y la decisión en la voluntad mayoritaria? ¿Para qué, si no para democratizar el poder y, sobre esa base, acelerar por el camino de la revolución?
Rescate histórico
Otro rasgo positivo y sobresaliente del PSUV y su dialéctica virtuosa, es el rescate de cuadros militantes provenientes de los más diversos intentos de reivindicación social. Los miembros de la Dirección Nacional, en sí misma síntesis de edades, condición social, formación etnocultural y proveniencia política, son apenas una muestra mínima de los miles de cuadros con voluntad y capacidad para asumir posiciones dirigentes a todos los niveles.
Instancia de unidad social y política de una mayoría abrumadora compuesta por trabajadores de todos los sectores, campesinos, juventudes, profesionales y pequeños productores del campo y la ciudad, en el marco de un proceso revolucionario, el PSUV ha obrado como fuerza centrípeta conjugando experiencias e individuos de disímiles trayectorias. Aquí también se verifica una dinámica inversa a la que puede constatarse en las filas revolucionarias en otros países, donde fuerzas centrífugas, impulsadas por el retroceso de las ideas revolucionarias en las últimas décadas, causan la constante destrucción de capacidades encarnadas en militantes dispersos.
Guerrilleros y militares, jóvenes y veteranos, comunistas y cristianos, revolucionarios y reformistas, entre otras tantas dicotomías que lo son y de manera taxativa en otro cuadro sociopolítico, convergen en Venezuela sobre el único eje que puede dar lugar a semejante agregación en cualquier parte del mundo: la revolución socialista.
Se verifica así en los hechos la más osada novedad política en mucho tiempo, realizada por Cuba, esgrimida por el Che, asumida y propulsada por Chávez, en choque frontal con tirios y troyanos y a contracorriente de la opinión predominante en partidos y academias: la vigencia de un programa anticapitalista y de la noción de Partido revolucionario como ejes para la agregación social y la recomposición de fuerzas políticas. Esta comprobación, que será más nítida y abarcadora en la etapa histórica que ella misma inaugura, golpeará sobre la conciencia y el accionar de decenas de miles de luchadores en todo el continente. Chávez ha adelantado ya su decisión de impulsar la unión internacional de las fuerzas que comprendan y asuman tal estrategia de revolución. Antes incluso de que ese propósito cobre carnadura, el espectro político regional habrá cambiado. En ese sentido, el Psuv es un nuevo y poderosísimo eje gravitacional en América Latina.
Tareas cruciales
Durante el período inicial de organización y luego durante el Congreso Fundacional, el PSUV comenzó con un plan de formación ideológica y política. Un video con varias exposiciones que circuló en decenas de miles de copias por los Batallones Socialistas alentó innumerables sesiones de debate teórico y político, al mismo tiempo que se avanzaba en la experiencia de organizarse. Difícil encontrar una escuela de cuadros de semejantes dimensiones en cualquier antecedente de edificación partidaria. No obstante, la comprensión en el máximo nivel posible del mecanismo de funcionamiento del capitalismo y su diferencia con el socialismo, la educación en historia, economía y política para los casi seis millones de inscriptos con eje en el millón y medio de activos, es una tarea ya señalada y asumida por la dirección partidaria y para ello nació el 06 de agosto de 2009 el Sistema de Formación Socialista Simón Rodríguez.
En el plano de la organización, además de sumar a cientos de miles de aspirantes a las filas activas, el PSUV tiene por delante una difícil tarea de reconocimiento y depuración de sus militantes y simpatizantes organizados. El funcionamiento regular, sistemático, de las patrullas será un arduo objetivo durante mucho tiempo. Sobre todo porque ahora está planteada en toda su magnitud la organización del Partido por frentes de trabajo hasta completar y superar la organización territorial.
Pero formación política y organización partidaria son funciones de la militancia y ésta deberá desarrollarse desde ya mismo en el marco de una cruda ofensiva estadounidense contra el presidente Chávez y en las futuras coyunturas electorales que tiene una importancia fuera de lo común para el camino y el ritmo de la Revolución Bolivariana.
Ejemplo para la región
Este proceso de edificación partidaria, con la participación de millones, a la vista de todos, con elecciones libérrimas, se llevó a cabo en un ámbito nacional y regional donde los grandes partidos tradicionales están, sin excepción, reducidos al mínimo, burocratizados al máximo, ajenos por completo a la democracia, negados por definición a la participación de quienes eventualmente los votan.
La diferencia estriba en naturaleza y objetivos: los anacrónicos aparatos tradicionales representan intereses de las clases dominantes de la región y tienen como objetivo la defensa incondicional de esos intereses. Desde hace décadas decaen sin pausa, pero hasta ahora no han tenido una contrapartida efectiva. La fuerza social en pugna por cambios fue una y otra vez desviada hacia callejones sin salida. El Psuv, que no busca el poder sino, al contrario, transfiere el poder de una persona a una instancia representativa del interés popular, que no busca el statu quo sino la transformación radical, será inexorablemente un faro para cientos de millones de víctimas de la crisis capitalista en América Latina y el Caribe.
Embarcado en una fase superior de su intento de derrocar la Revolución Bolivariana, el imperialismo estadounidense choca de frente con el PSUV. Buscará renovar su alianza de las últimas décadas con los grandes aparatos políticos latinoamericanos. Pero estos, amenazados de muerte por la reacción popular contra ellos, no podrán asociarse abiertamente con la Casa Blanca. Tampoco podrán reeditar caminos diagonales hacia ningún lugar. Su fuerza inercial continuará gravitando por un tiempo. Pero ya se ve en el horizonte la luz del alba.

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