jueves, 19 de diciembre de 2019

Abrazo entre fascistas.



Por: Richard Canan 
Otra foto más para el tenebroso álbum familiar. Otro pelón más que se suma a las claras preferencias de la extrema derecha venezolana por aupar la violencia, los golpes de Estado, los magnicidios y cuanto método criminal brote de los afanosos laboratorios de guerra sucia de los halcones gringos. Insisten torpemente en su fracasada misión de intentar la ruptura violenta de las instituciones democráticas, para ellos asaltar el poder político.
De tanto ensayar las salidas violentas han perdido el rumbo democrático. Está claro que esta generación de políticos opositores carece del gusto por someterse a los designios de la mayoría a través de la elección popular. Tal y como es tradición histórica en nuestro país, donde el pueblo, en elecciones secretas y directas, decide quién los dirige en sus distintas instancias de gobierno.
Ya son varios los años en que los fracasados líderes de la extrema derecha (con Voluntad Popular y Primero Justicia a la cabeza) dejaron de participar en elecciones democráticas. Con sus perversas maquinaciones y sus malcriadeces, dejaron que sus franquicias políticas quedaran fuera de juego en los procesos electorales. Todo para justificar su asalto al poder por las vías violentas, de la fuerza y la coerción. Esto es malo, muy malo. Tristes personajes como Guaidó (usurpador, autoimpuesto y ungido únicamente por la graciosa voluntad del Tío Sam) se creen el fantasioso cuento de que son adalides de la democracia. Pero no pasan más allá de ser una fugaz quimera de las redes sociales y una construcción mediática. Carecen de todo apoyo popular. Tremendo pelón histórico que están pagando bien caro dentro de la fauna de la extrema derecha venezolana.
Pero bueno, para ser coherentes con sus prácticas criminales, en la extrema derecha solo se rodean de sus iguales, hampones y asesinos. Con los de su misma calaña, con quienes se regodean y se dan mutuo consuelo. Palmaditas de panas burdas. Por eso la foto sonriente de Carlos Vecchio, de lo más abrazado con el delirante golpista boliviano, el agente neofascista Luis Fernando Camacho, deja mucho que desear y es un referente más del escasísimo espíritu democrático que poseen estos personajes.
Los mensajes del “obsesionado embajador” Vecchio demuestran una clara admiración. Hay afinidad entre los capos, entre los agentes del mal y para nada lo ocultan: “@LuisFerCamachoV se ha convertido en una persona clave para la transición en Bolivia. Ahora como candidato presidencial asume una responsabilidad mayor. Bolivia nos inspira, junto a Camacho, a conquistar nuestra libertad también. Gracias por compartir tu experiencia”.
La “transición” que menciona Vecchio no es otra que la ejecución de un golpe de Estado mediante el uso de fuerzas militares y policiales, grupos de exterminio, contando con el total apoyo del imperio norteamericano y las maquinaciones de peones como el patán Almagro. La “experiencia” que ha recibido de Camacho es de cómo pasar del rol de poderoso empresario, separatista y golpista, a convertirse en un inmaculado, desprendido y casi azaroso candidato presidencial. Que no salga solo el pajarito.
Vecchio no duda en demostrar admiración por este patotero, psicópata y fanático religioso. Ambos parecen nefastos seguidores de Adolfo Hitler, del macabro Pinochet o del mismísimo Satanás. Zape gato con esta perversa gente.
Sin escrúpulos, no tienen un ápice de moral a la hora de destruir su propio país. Arrasan con todo en la búsqueda de aniquilar y exterminar a sus adversarios políticos. Aunque para ello deban vender su patria al imperio norteamericano o a las oligarquías locales. Estos son los mismos impúdicos personajes que reciben descaradamente millones de dólares del nada generoso Tío Sam, el cual intentará cobrar con sobrados intereses cada dólar entregado.
¿Quién eligió a Vecchio y quién eligió a Camacho para representar a sus respectivos países? Pues nadie. Están puestos en escena sobre la miserable agenda del golpismo y la violencia. Son entelequias que no cuentan con ningún tipo de legalidad o respaldo popular.
Si Vecchio apareciera abrazado con algún defensor de la paz, de los Derechos Humanos, con algún representante del diálogo, la concordia y la tolerancia por el otro, podría ganarse algún mínimo nivel de respeto como político opositor. Pero las acciones de este rastrero personaje siempre han estado ligadas a la más baja ralea. Vecchio es la perfecta representación moderna del neofascismo.
Todos sus crímenes tendrán castigo. “Hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (Eclesiastés 3). Sin lugar a dudas que veremos a estos maquiavélicos personajes cosechando su siembra de odio y perfidia. Probarán las consecuencias del abrazo entre arpías ponzoñosas: todos envenenados en su propia maldad.

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