lunes, 24 de octubre de 2016

Su delirium enchinchorreado

Arquimedes Siracusa · 



Cuando las hordas salvajes del oficialismo tomaron por asalto el Palacio Legislativo sin ninguna oPOSICIÓN de los gloriosos millones de millones de leales tropas de la Oposición, cuyos Generales despotrican del pueblo diariamente a través de Internet, amenazándolos con la destrucción total mediante el uso de las bombas solo mata chavistas, ese prohombre del presidente de la Asamblea, dinámico, jovial, de hablar refinado y de gustos exquisitos, se encontraba en pleno delirium y súbitamente se vio obligado a regresar a un mundo real, del cual había escapado, no se sabe con ayuda de qué tipo de sustancia.
En su delirium, se veía aquel hombre probo (probó de toda vaina) con una nalga en Washington y otra en Madrid, pero centrado en el obelisco de la plaza Altamira, recordando viejos tiempos y su mente inoculada de odio lo guiaba por esos recónditos y torcidos pensamientos sobre su propia “realidad” y los argumentos que estupefacientemente, perdón quise decir pacientemente había diseñado para convencer a aquellos fanáticos mental y conductualmente sometidos por las graciosas, perdón de nuevo, grandiosas ofertas realizadas por este, su viejito mentor de motor arrechísimo.
Deliraba sobre la maravillosa ficción de haber demostrado que quien da el GOLPE DE ESTADO es el PRESIDENTE y ese malvado desgraciado (el presidente) se permitía dar ese golpe mientras estaba en Arabia Saudita o Qatar, reunido con aquellos miserables marginales envueltos en sus desgarradas túnicas blancas y que para mayor desgracia lo llamaban su excelencia, el viejito bonachón vivía esa experiencia delirante con gran EXTASIS.
Deliraba sobre el restituir el HILO CONSTITUCIONAL, en algún momento debió retomar otra DOSIS de constitucionalidad, porque se le retorció la banal idea de LEVANTAR EL PARO que se le fue de las manos, todo este delirium bajo los acordes de Lucy in te Sky whit Diamons.
Deliraba sobre la DEFENSA DE LA CONSTITUCION, aquella que derogaron en el funesto abril, aquí verdaderamente la experiencia fue color de amapola, aunque el olor de las mismas le obligó a estornudar con un gran hachís y recordó sus orígenes en el polvo blanco, perdón el partido blanco.
De tal manera deliraba, que veía a la Asamblea como a través de un caleidoscopio, un caleidoscopio extraño porque el único color que no tenía era el rojo y eso en su delirium le molestaba, faltaba el color rojo sangre y para él no es ningún problema proporcionarlo.
Así transcurría en su delirium cuando repentinamente ingresó la minúscula horda chavista, la única en existencia actualmente de esa especie en extinción que se llama chavismo, y fue cuando de lo chorreado que se puso se sintió satisfecho de haber descubierto otra función para obelisco de la plaza Altamira que tanto le gusta utilizar
CHINCHORRO: palabra “clave” para adular a un opositor, por eso de agarrarse de dos palos y quedar con el culo abajo.

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