Con la oficialización del fin de las negociaciones entre Rusia y Estados Unidos el 3 de octubre, las dos semanas anteriores atestiguaron cómo se desplomaba la fachada diplomática norteamericana, e inmediatamente pasó a hacer malabares a ver si ganaban (militarmente) lo que (políticamente) están perdiendo, trasladando toda la culpa del fracaso del cese al fuego -que ellos mismos propusieron- al eje Siria-Rusia-Irán-Hezbolá
.El 17 de septiembre, aviones norteamericanos atacaron posiciones del ejército sirio a las afueras de la ciudad de Deir Ezzor (capital de la provincia homónima), matando a más de 80 e hiriendo a una centena de soldados que en ese preciso momento se enfrentaban al Estado Islámico.
El resultado fue la toma de una colina
estratégica (Jabal Tardeh) por parte de los últimos que amenazaba a la ciudad y principalmente al aeropuerto (de donde provienen suministros para el ejército y la población) que ha resistido al asedio del Estado Islámico por años.
La protesta en el Consejo de Seguridad de la ONU obligó a Estados Unidos a reconocer el ataque, tildándolo de "error", por el que se disculpó. (Y el ejército sirio no sólo retomó la posición, sino que avanza sobre ella.)
(El 26 de septiembre, Hadiya Khalaf Abbas, presidente del Consejo del Pueblo -el parlamento sirio-, manifestó la existencia de unos audios interceptados por la inteligencia siria que registran comunicaciones entre Estados Unidos y el Estado Islámico, previo al ataque.)
El Estado Islámico no formaba parte del cese al fuego, y la agresión en Deir Ezzor, al este de Siria y a muchos kilómetros de Alepo, comenzó a fracturar la voluntad del cese, dejando a los norteamericanos en evidencia.
Varios países de la "coalición" (OTAN) que lidera EEUU salieron a compartir la culpa del ataque, para declarar que no fueron los gringos sino que fue Fuenteovejuna (todos y nadie a la vez) el responsable del crimen. Mientras ya era más que un entredicho el apoyo de facto de los Estados Unidos al Estado Islámico, como Rusia lo denunció.
Pocos días después, mientras un sinnúmero de violaciones al cese al fuego eran perpetradas, un convoy de Naciones Unidas y la Media Luna Roja Siria que trasladaba ayuda humanitaria hacia territorio controlado por los "rebeldes" en Alepo, fue atacado matando a más de 20 personas, hiriendo a varias y destruyendo parte de la caravana.
Este incidente, ocurrido el 20 de septiembre, se dio en el contexto amplio de la Asamblea General de la ONU. La reacción fue casi inmediata, y mientras terminaba de desplomarse el cese al fuego, Estados Unidos y la maquinaria mediática occidental culpaban automáticamente a las fuerzas aeroespaciales rusas "o" a la fuerza aérea siria. Desde un primer momento, tanto Rusia como Siria negaron categóricamente la responsabilidad.
EEUU bombardea en Siria para ayudar a al-Qaeda
Inmediatamente, esto produjo un enorme revuelo y un intento de contrataque publicitario/diplomático de la Casa Blanca en el Consejo de Seguridad de la ONU, teniendo a la embajadora norteamericana, Samantha Power, desplegando histriónicamente la culpabilidad rusa, registrando uno de los episodios más bajos y menos profesionales de la historia diplomática global al retirarse en plena deliberación del representante ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, mientras que Rusia anunciaba el final definitivo del cese al fuego y el representante sirio ante la ONU, Bashar Jafaari, acentuaba que el ejército sirio liberará definitivamente Alepo, a pesar del deseo del bloque anti-Assad.
Paulatinamente, el gobierno ruso reunió pruebas sólidas y contundentes que desmentían la versión estadounidense.
1) El ataque no fue realizado por caza alguno puesto que no hay señales de uso de esa artillería, 2) un portavoz del ministerio de defensa ruso también indicó el acompañamiento de pick-ups artillados muy cerca del convoy, 3) drones rusos monitorearon el recorrido del convoy hasta que la ayuda humanitaria fue entregada, el ataque ocurrió minutos después, en simultáneo con ataques yijadistas en otros puntos de la ciudad: el video refleja cómo un grupo de camiones comienza a incendiarse sin más detalles, 4) una versión sugiere que fue producto de un misil cuyas características concuerdan con los Hellfire empleados por drones Predator norteamericanos, 5) activistas de los "Cascos Blancos" ya se encontraban en el sitio exacto en el momento preciso del ataque, listos a lanzar la "noticia" al mundo.
Rusia entregó todas las pruebas, y exigió una investigación independiente que nadie del otro lado asumió. Fue una operación de bandera falsa.
Eso no impidió que la ONU se refiriera al episodio primero como un "ataque" del lado sirio-ruso para luego retractarse. Pero el golpe de efecto, en tanto a cambiar la percepción informativa, no logró alcanzar ese propósito, por más que facilitara los pasos institucionales que irremediablemente los Estados Unidos han tomado a continuación.
La escalada ha sido siempre el único objetivo
Todo esto sin dejar de obedecer a la lógica interna de la guerra: el cese al fuego no le convenía ni a al-Qaeda, ni al "Ejército Libre Sirio" y sus alrededores, tampoco a los Estados Unidos, temeroso de una derrota estratégica yijadista en Alepo.
Pero detrás de esa cadena de acontecimientos se movieron otros hilos que desde un segundo plano ofrecen la verdadera "razón política" detrás de los acontecimientos, desde el ataque en Deir Ezzor al expediente del convoy humanitario.
La dirigencia del Pentágono nunca estuvo de acuerdo con la implementación del cese al fuego y se dedicó a sabotear su implementación desde el principio, en contrasentido a lo acordado por la Casa Blanca con la contraparte rusa. Así lo ilustra con claridad un trabajo del investigador Gareth Porter. Una fuente rigurosa.
La implementación efectiva de la tregua y el desescalamiento del conflicto armado pasaba por la distinción entre "rebeldes moderados" y al-Qaeda por parte de los Estados Unidos, para que así se estableciera un Centro de Implementación Conjunta, lo que implicaría cooperación militar y un obligatorio intercambio de información entre la parte rusa y la estadounidense, necesario para realizar operaciones en conjunto, que finalmente favorecieran el proceso político de reconciliación luego de despejar el panorama de fuerzas yijadistas trasnacionales. No fue posible.
Desde el principio, la cancillería rusa exigió al Departamento de Estado que publicara el acuerdo, como forma de confirmar la voluntad de compromiso. Nunca ocurrió, hasta que producto del sabotaje, la agencia AP publica un interesado extracto del mismo, ya no de acuerdo al deseo ruso sino como otro elemento de intoxicación informativa para consolidar la matriz de que son "los otros" los responsables de incumplir el acuerdo del 9 de septiembre, exigiendo que se implemente una zona de exclusión aérea (como en Libia 2011) que prohiba a aviones rusos y sirios sobrevolar la zona.
Lo que a simple vista pareciera un acto de estupidez política en el fondo encarna el núcleo del asunto: queda definitivamente expresado el apoyo gringo a al-Qaeda, la falta de interés de alcanzar la resolución política de la guerra, la urgencia de impedir más victorias militares del campo del gobierno sirio y a partir de la tranca diplomática, enfilarse hacia el choque directo con Rusia.
Nunca hubo un "plan A" de Estados Unidos respecto a Siria como denuncióBashar Jaafari; siempre se trató del "plan B" y ese no es más que el apoyo a al-Qaeda, al dejarlo "disponible" para el cambio de régimen, como también señaló el canciller ruso, Sergei Lavrov. La escalada ha sido siempre el único objetivo.
No existe ningún interés en detener el actual desarrollo del teatro de operaciones
Redondeando
En resumen:
- lo de Deir Ezzor el 17 de septiembre no fue un error sino un acto premeditado en el que cuatro aviones atacaron la zona por más de una hora ("Usted no comete un error durante más de una hora", dijo Bashar al-Assad en una entrevista a la AP).
- el ataque al convoy humanitario en Alepo coronaba el proceso de sabotaje por parte del Pentágono que comenzó en Deir Ezzor para cambiar el foco de atención sobre el "error" gringo y culpar del fin de la tregua al eje Siria-Rusia-Irán-Hezbolá.
- Occidente no quiere la paz en Siria sino o bien evitar la derrota terrorista y perpetuar la guerra, o bien prevenir una victoria militar del campo liderado por Bashar al-Assad y el ejército sirio. Detrás de eso vendrían (si pudieran) el "cambio de régimen" que deponga al presidente al-Assad, o la balcanización de Siria.
- la administración Obama no controla al ejército; el Pentágono, a su vez, está dividido teniendo a la dirigencia saliente, con el ministro Ashton Carter al frente, urgido por escalar la guerra pero con el rechazo, displicencia y sabotaje por parte de grupos de las Fuerzas Especiales que entrenan a los yijadistas y no están de acuerdo con la participación gringa en la guerra transnacional, además (por momentos militarmente) enfrentados al Pentágono y a la CIA, los primeros apoyando vía Rangers o boinas verdes a grupos "moderados" y a las milicias kurdas, y a la CIA como parte operativa de la llave al-Qaeda/Daesh-Turquía-Arabia Saudita.
Teniendo lo resumido hasta ahora en cuenta, la retórica belicista alcanza nuevas cotas de amenaza cuando John Kirby, portavoz de la Casa Blanca, le "advierte" a Rusia con que más cadáveres de soldados regresarán a su país en bolsas plásticas y nuevos atentados se perpetrarán contra instalaciones rusas dentro, y fuera de su territorio.
Del mismo modo, y ante el avance del ejército sirio y sus aliados en Alepo, la Casa Blanca ya anunció la nueva dotación de misiles, artillería, armamento antiaéreo y antitanque, e inyección de recursos financieros.
Estados Unidos apostó tropas norteamericanas peligrosamente cerca de la ciudad, mientras que por otro lado anuncia que lugarcomúnmente "no permitirán la caída de Alepo". La fuerza aérea gringa atacó nuevamente infraestructuras en Deir Ezzor.
Pero esto tampoco se trata de un movimiento homogéneo y unívoco. El presidente Obama difícilmente querrá culminar su mandato con un desastre mayor en Siria, así algunos políticos en su demencia consideren la opción de la escalada total contra Rusia, los militares norteamericanos saben que esto se traduce en la Tercera Guerra Mundial y no quieren ser los responsables del avance de ese escenario.
Una victoria de Trump podría modificar los planes sobre el Levante y todo el Medio Oriente en su conjunto, puesto que con Hillary la escalada y la intevención directa está asegurada, por lo que las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, como en el resto del mundo, lo condiciona todo.
Dentro de dicho escenario, los distintos intereses del laberinto imperial buscan colocarse en la posición de ventaja sobre el terreno a la hora del cambio de administración.
Finalmente, y como se verá a detalle en la próxima entrega de esta investigación, el ejército sirio continúa ganando terreno no sólo en Alepo, sino en otras provincias como Homs, Deir Ezzor, Latakia, la zona rural de Damasco y el sur en Cuneitra y Daraa, por lo que no existe ningún interés en detener el actual desarrollo del teatro de operaciones.
La guerra transnacional contra Siria ingresa en una nueva etapa
La primera tregua de 2016 acordada en febrero y que accidentadamente se extendió unos cuantos meses no suministró ninguna oportunidad política ni dio paso alguno hacia la pacificación, sino que, por el contrario, bajo el amparo diplomático estadounidense, se le ofreció una nueva oportunidad a los yijadistas para recomponerse, reagruparse, re-equiparse y lanzar una nueva ofensiva, algo que vuelve a quedar claro con el desenlace del último acuerdo de cese al fuego.
Estados Unidos/OTAN pretendió repetir el procedimiento, encontrándose con que, sobre el terreno, las fuerzas de la resistencia que actualmente liberan (sí: liberan) Alepo y demás territorios ya lo esperaban, y actuaron en consecuencia, sin haber bajado la guardia.
En este punto, fuera de la ofensiva en el plano de la guerra comunicacional (que tampoco se ha granjeado victoria significativa alguna), la credibilidad estadounidense está destruida, no vendrá acuerdo político alguno hasta derrotar a al-Qaeda y al Estado Islámico, y la alianza que Rusia representa ante la ONU se encuentra en condiciones de contrarrestar la nueva ofensiva.
Ya lo ha demostrado a partir del control, monitoreo y vigilancia a partir del sistema satelital, radares y drones rusos; Rusia dotó de un óptimo sistema antiaéreo capaz de contener ataques de envergadura; en el plano mediático ha sido demoledoramente eficaz la respuesta de medios, páginas y servicios informativos que desmontan a diario cada una de las operaciones occidentales contra Siria (a nivel global), constantando que el tamaño de la operación mediática es proporcional a las conquistas del ejército sirio y que tampoco está triunfando el frente propagandístico occidental.
Tanto Bashar al-Assad como el ejército sirio recobran la legitimidad correspondiente, cuando muchos países occidentales defeccionan de la matriz única de la corpocracia mediática a posiciones más sensatas o menos demenciales.
Sin apelar al optimismo, y ateniéndonos a un escenario verdaderamente peligroso e inestable, la guerra transnacional contra Siria ingresa en una nueva etapa en el que se medirá la posibilidad de la ampliación del radio de devastación, o si el mapa de victorias militares sirias se mantiene, la no muy cercana redefinición un entorno político en el que prevalezca la iniciativa de la legislación internacional y la resolución siria de la guerra.
Incierto como es, la guerra se anuncia aún más larga en el tiempo. Lo cierto es que ni Rusia ni Siria resolverán del mismo modo ante las ofertas vacías y saboteadoras de los Estados Unidos.
El 1 de octubre, The New York Times filtró una grabación en la que John Kerry transmitía su verdadera opinión, cuando le afirmaba a sus interlocutores que él era de los políticos que no creía en una salida diplomática sino mediante "el uso de la fuerza", reconociendo, además, que había perdido la discusión sobre el tema.
El 3, se suspendieron indefinidamente las conversaciones en torno al cese al fuego. Pero todo quedó en evidencia.
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