Me subo en el Bus Barinas via Varinas el Centro. El calor arrecho del llano se queda afuera con el cómodo aire acondicionado de la unidad. Una carajita va al volante. Seria, concentrada, de uniforme rojo con negro. Arreglaíta la carajita. Me siento casi a su lado, en el único asiento de su derecha y observo su prestancia pa manejar mientras a la izquierda el paisaje del llano urbanizado acompaña el viajecito.
A diez minutos del viaje, al estacionarse en una de sus paradas frente a un barrio sube una mujer, joven, con tres niños que ya se defienden solos dentro de la unidad; de esos chamos de los cerros que toda vaina es una aventura. Ella recibe el saludo de la chofera. Son conocidas, amigas, costilla o familia. Después de preguntar por un gentío, la salud, los carajitos y sus respectivas respuestas, la chofera del Bus Barinas, o "el rojito", como también se les dice a la unidad suelta la pregunta que genera esta nota:
-No te vi en las votaciones el domingo, ¿no fuiste a votar?
Inmediatamente dirijo la vista al dedo chiquito, como decimos nosotros, de las dos mujeres.
-Sí fui, pero llegué como a las cuatro de la tarde; estaba haciendo una sopa de res.
Ciertamente las dos mujeres tenían el deo pintaíto de azul violeta todavía.
-¿Y cómo hiciste con la muchachera?
-Los dejé con mi mamá que salió a votar temprano con Mónica. Tú sabes que Mónica tiene su patrulla y mi mamá está en ella.
-Esa carajita sí es chavista de verdá carajo, “La Come Escualidos”… ¿A quién más se llevó?
-A su papá, a Ramón, la Ernesta y toda su familia; a Felipito y Zenaida. Porái andaban el domingo con su poco 'e viejitos, viejitas y machos.
-Esas no durmieron pa saber los resultados. ¿Y tú votaste rápido?
-Casi tres horas pa llegar a la mesa. La cola estaba larguísima. Todo el barrio estaba allí. Te busqué y no te vi. Casi te llamo pa formarte un peo.
-No chica, yo toy clara. Los escuálidos del barrio se quedaron locos. ¿Recuerdas a Tibisay, la chocona que tiene la bodega?
-Sí claro, ¿qué decía la escuálida?
-Que cuánto nos habían pagao pa votar.
-Ajajajaja, deja que la agarre la Mónica, le va a dar hasta en la madre. Esa sí no se queda callada.
-Nooo, si te cuento. Mi mamá me echó el cuento que Mónica ese mismo día se agarró con el marido de la gocha. Parece que le dijo cuándo iba de regreso que por eso estábamos como estábamos. Por brutos. Que si seguíamos votando por Maduro. Que si la vaina se iba a pone peor. Que no sabía cómo los chavistas éramos tan brutos.
-¡Santo!, me imagino a la Mónica descargándolo. ¿Qué le dijo?
-Que más bruto era él que ni sabía por quiénes estábamos votando. Que era un hablador de paja porque su mujer era la primera que se llegaba a la cola del Mercal todo el tiempo. Que si la vaina estaba tan mala cómo era que sus hijos estudiaban en la Bolivariana, que quién le había dado las Canaimitas a las dos hijas de él y hasta le dijo "cómo te gusta anda en el rojito con aire acondicionado, sentaíto, cómodo hasta Barinitas, y lo que haces es habla pura paja.
-Esa Mónica si es peleona vale. Por eso le dicen "La Come Escuálidos".
-Los escuálidos nunca entenderán qué pasó el domingo. Allí lo que había era pueblo, pueblo chavista.
-Los escuálidos nunca entenderán qué pasó que ahora somos Chávez...
Mientras dice esto, la chofera toma el micrófono para anunciar: “Próxima parada en La Cuatricentenario. No hay parada hasta el Aeropuerto".
Allí me bajo yo.
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