25.jul.2015
Prensa PSUV.- Hoy se cumplen 39 años del brutal asesinato, de Jorge Rodríguez (padre) en manos de las fuerzas represivas del puntofijismo.
Jorge Rodríguez, había sido un abnegado
dirigente y combatiente socialista, que nació en Carora, estado Lara, el
16 de febrero de 1942. Recibió formación como docente y posteriormente,
ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV), específicamente a
la Facultad de Humanidades, en la que ocupó responsabilidades de
dirección estudiantil, una de ellas como delegado del Consejo
Universitario en 1966.
También fue un activista destacado
contra el cierre de la universidad en el primer Gobierno de Rafael
Caldera. En 1972 fue detenido por el Servicio de Inteligencia de las
Fuerzas Armadas (SIFA) y desde allí dirigió la huelga de hambre de los
presos políticos. El 19 de noviembre de 1973 convocó a la creación de la
Liga Socialista, en la que se desempeñó como secretario general hasta
el momento en que fue asesinado.
El 27 de febrero de 1976 fue secuestrado
el vicepresidente de la Owens Illinois, Williams Frank Niehous, por
parte de los autodenominados Grupos de Comando Revolucionarios. Esta
acción fue utilizada por el gobierno de Carlos Andrés Pérez como
justificación para actuar contra las libertades democráticas.
La persecución y muerte de líderes
estudiantiles, revolucionarios y dirigentes sociales se consumaron bajo
el pretexto de la búsqueda del industrial norteamericano, entre los que
destacan: Wilfredo García Silva, José Aquino Carpio, Lilian Gutiérrez,
Nelson Rodríguez, Ricardo Acevedo, Agustín Serrano, Tito González
Heredia y Jorge Rodríguez. Se desató una feroz represión gubernamental
contra los sectores populares y revolucionarios, que se expresó en el
encarcelamiento de un conjunto de dirigentes políticos acusados de haber
participado en el plagio, entre ellos Salóm Mesa Espinoza, David Nieves
y Carlos Lanz, quien fue liberado en 1984. Este secuestro fue
considerado el más largo de la historia política venezolana (tres años y
cuatro meses). Niehous fue rescatado en junio de 1979.
Como a todos estos lideres
revolucionarios, a Jorge Rodríguez se le había detenido con la excusa
del secuestro del empresario norteamericano, sin embargo, su detención
ilegal fue parte de las acciones represivas para frenar los avances
revolucionarios.
Luego de su detención, en la avenida
Sucre, frente al liceo Miguel Antonio Caro, al dirigente Jorge Rodríguez
lo llevan a un paraje solitario de la carretera Panamericana, vía a los
Altos Mirandinos.
Los agentes Braudio Gudiño La Cruz,
Guillermo Zambrano Salazar, Itamar Ramírez y Juan Álvarez Díaz fueron
los que lo trasladaron. Fue torturado a fin de que revelara la ubicación
del secuestrado. Por no delatar y acusar a sus compañeros de hechos en
los que además no estaban involucrados, Jorge Rodríguez recibió una
golpiza extrema. Fue regresado a la DISIP donde agonizó por horas en una
celda conocida como “tigrito”.
Hasta allí le llegó repentina pero
“natural” e inevitable la muerte, el 25 de julio de 1976. El gobierno
adeco anunció al país que el maestro había muerto de un infarto. Pero en
realidad, como consecuencia de las torturas, su cuerpo mostró derrames
internos y desprendimiento de órganos así como numerosas fracturas. La
tenaz denuncia de José Vicente Rangel permitió establecer la verdad.
Por pensar y hacer vivo el pensamiento
de que el socialismo se conquista peleando, y actuando en consecuencia a
sus ideas, Jorge Rodríguez se convirtió en una de las víctimas más
conocidas de la democracia representativa que encarnaron por 40 años los
gobiernos de Acción Democrática y Copei; hoy 37 años después, el pueblo
venezolano enarbola la misma bandera de lucha por un mundo más justo y
solidario.
Los valores de Rodríguez, presentes en
la Revolución Bolivariana, se ven reivindicados cada día con la
participación activa de la población en la construcción de su propia
historia, en un país en donde ejerce el gobierno de la mano del poder
popular; en un país en el que asumirse socialista, comunista,
conservador, socialcristiano o de cualquier otra corriente ideológica,
no representan un peligro para la integridad física, y mucho menos de la
mano de los organismos de seguridad del Estado.
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