12 noviembre 2019
Después de casi un mes de crisis y protestas, más de 100 organizaciones civiles apoyaron la convocatoria
Barricadas, multitudinarias manifestaciones en Santiago e incidentes en varias ciudades marcaban un llamado a paro general este martes en Chile, convocado por un centenar de organizaciones sociales para presionar al gobierno de Sebastián Piñera a que profundice en las reformas sociales.
En la jornada, el peso chileno se desplomó 3,1% y alcanzó su valor mínimo histórico, de 783,82 unidades, mientras que la Bolsa de Comercio de Santiago cayó 1,57% en medio de los temores sobre los efectos en la economía de la extensión de la crisis social.
A primera hora, las barricadas incendiadas impidieron el paso de vehículos en algunos accesos a Santiago y una gran marcha convocó a 300.000 personas – por la céntrica avenida Alameda.
Con bombos, banderas chilenas y de las asociaciones gremiales que adhirieron a la protesta -principalmente de entes públicos- los manifestantes se agruparon en Plaza Italia, epicentro de las protestas que mantienen en vilo al país desde hace más de tres semanas. Luego marcharon varias cuadras hasta la sede de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), pasando frente a la casa de gobierno, donde al final de la manifestación, se registraron enfrentamientos con la policía.
Después de ser dispersados del centro de Santiago, miles de personas volvieron a congregarse en la plaza Italia de Santiago, rebautizada como «plaza de la Dignidad» por los manifestantes.
El llamado a huelga general se produce a más de tres semanas de que estallaran las primeras protestas sociales, convocada por la llamada “Mesa Social”, que reúne a organizaciones sociales de empleados fiscales, profesores, trabajadores de la salud pública, empleados portuarios y de los aeropuertos.
“Llamamos a paralizar totalmente las faenas productivas y puestos de trabajo”, afirmó la convocatoria, firmada por más de 100 organizaciones, entre ellas la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (Anef), el Colegio de Profesores, trabajadores de la salud pública, empleados portuarios y de los aeropuertos.
La Confederación Nacional del Cobre, que agrupa a trabajadores tercerizados de la minería, también se unió al llamado.
Con casi un tercio de la oferta global, equivalente a unos 5,6 millones de toneladas producidas al año, Chile es el principal productor mundial de cobre.
Los colegios públicos adhirieron en pleno al llamado y gran parte de los colegios privados también se sumaron, algunos por razones de seguridad. La mayoría de las universidades no tiene actividades desde que estallaron las movilizaciones.
El transporte estatal no se había sumado al llamado y el aeropuerto de Santiago no se iba a paralizar completamente.
“Este Aeropuerto no puede estar ajeno a lo que pasa en Chile”, manifestó el líder de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, José Pérez, precisando, no obstante, que “algunos grupos” de trabajadores de la Aduana, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) “no se van a sumar a la paralización completamente”.
Los gremios exigen reformas más profundas al sistema de pensiones –heredado también de la dictadura- y que entrega pensiones bajísimas a la mayor parte de sus jubilados, por debajo del salario mínimo (420 dólares). También piden incrementar el presupuesto a la salud pública, donde se atiende casi el 80% de la población chilena y aumentar el salario mínimo.
Tras casi cuatro semanas de manifestaciones, el golpe a la economía ha sido fuerte, afectando especialmente al comercio y al turismo.
La Cámara de Comercio de Santiago estimó que desde el estallido social las ventas del comercio han caído en promedio un 50%. Tras la cancelación de dos reuniones internacionales (Apec y la COP-25), además de la final única de la Copa Libertadores, el sector del turismo acusaba igualmente millonarias pérdidas.
El gobierno ya estimó para octubre una caída del PIB de hasta 0,5%.
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