12 noviembre 2019
Lo que garantiza que la Revolución Cubana esté aún en pie después de 60 años de bloqueo estadounidense es que existe una ideología muy sólida, una meta que es el socialismo renovándose constantemente y la unidad entre pueblo y Gobierno, afirmó a JR el destacado periodista argentino, Carlos Aznárez
Carlos Aznárez es un periodista argentino, contumaz y superactivo que desmonta las falacias que muchos medios de comunicación de la derecha lanzan contra los movimientos sociales y a la par apoya las causas justas de los Gobiernos progresistas y democráticos en la región.
Aznárez ha ejercido el periodismo durante más de 30 años como redactor en los diarios Noticias, la Razón, Sur, Página 12 y las revistas Crisis y Fin de Siglo. Hace dos décadas fundó y se desempeña como director de la revista impresa y del sitio web Resumen Latinoamericano, y con su pluma en ristre desnuda con verdades elocuentes las fake news (noticias falsas) que aparecen en los medios de prensa occidentales.
Con este especialista en temas políticos, también coordinador de Cátedras Bolivarianas, ámbito de reflexión y debate sobre América Latina, conversamos después de su participación en el Encuentro antimperialista de solidaridad, por la democracia y contra el neoliberalismo, efectuado en Cuba a principios de noviembre.
-¿Cómo definiría el reciente golpe de Estado contra Evo Morales?
-Indiscutiblemente lo ocurrido en Bolivia estos días forma parte de un plan perfectamente diagramado desde las usinas del imperio, contando con el hándicap de que se logró meter en el escenario principal de los últimos comicios que dieron la victoria a Evo a ese apéndice de las políticas de Washington en el continente que es la OEA. Queda claro que, como esas víboras venenosas que esperan el momento justo para picar a su presa, Luis Almagro jugó un papel meritorio en este desenlace. Primero simuló “respaldar” la legalidad de la votación, entrando en aparente contradicción con los fascistas de Santa Cruz, y luego apuró la auditoría para legalizar el golpe cívico-policial-militar y dar luz verde para que el dúo Camacho-Mesa y sus huestes asesinas descargaran toda la brutalidad a la que están acostumbrados.
Resulta evidente que el imperio no podía soportar que un presidente indígena haya puesto a Bolivia de pie como nadie lo lograra antes, que su economía estuviera a la cabeza en el continente y que su pueblo más humilde por primera vez fuera incluido en la vida social y política. Pero además, el plan imperial necesitaba cortar de raíz una política exterior independiente y reivindicadora de las mejores tradiciones del nacionalismo popular latinoamericana, anticolonial y antipatriarcal. De ahí, la necesidad de mentir sobre un fraude que no existió a los ojos de ningún observador salvo la OEA, o la apuesta por desencadenar una ofensiva racista, supremacista y fascista tan familiarizada con las iglesias pentecostales y la ideología de Donald Trump.
Ahora Evo ya no gobierna y ha tomado el camino del exilio, pero su carisma sigue intacto y sin duda, será referencia futura. Mientras tanto, el pueblo boliviano no solo resiste sino que se prepara para un proceso de autodefensa que podrá contemplar todas las vías posibles de lucha. Y cuando digo todas, es todas, mal que les pese a algunos que creen que las batallas populares del siglo XXI deben solo encaminarse por las urnas. En Bolivia como en Chile y Ecuador ha quedado perfectamente claro que las democracias burguesas son una trampa para los que siguen pensando en clave revolucionaria. Aprender de estas experiencias será importante para que esta tragedia boliviana dure el menor tiempo posible.
—¿Cuáles son sus criterios sobre los sucesos que ocurren en América Latina?
—Cuando analizamos estas rebeliones que ocurren actualmente y que abarcan varios países como Puerto Rico, Haití, Argentina, Ecuador, Perú, Chile y Panamá, lo primero que hay que analizar son los hartazgos de las poblaciones frente a las políticas neoliberales. Siempre digo que el neoliberalismo se expresa con brutalidad en lo económico y que para mantenerlo necesita siempre el apoyo de la represión, y eso es lo que estamos viendo.
Primero, la gente no puede tolerar más las políticas de ajuste que han saqueado sus salarios, terminado con sus puestos de trabajo (en Argentina se han perdido más de 400 000), o la embestida contra todo lo que se logró en algunos Gobiernos progresistas y hasta con las conquistas históricas de la clase obrera.
Los pueblos se organizan, marchan pero no los escuchan y con el tiempo se cansan y cuando estos regímenes imponen otra medida que les afecta, se lanzan a las calles con mayor ímpetu, como ha ocurrido en Chile con el aumento del transporte donde los estudiantes recibieron una represión brutal y como consecuencia se les ha unido gran parte de la población.
En Puerto Rico ocurrió algo parecido, con un gobernador al servicio de Estados Unidos. La gente se cansó de los altos impuestos y se lanzó a defender sus derechos hasta que derrocaron al gobernador. En Ecuador sucedió también una explosión popular que logró echar atrás el paquetazo que había impuesto Lenín Moreno.
En síntesis, frente a las políticas neoliberales, la dignidad de los pueblos ejerce su autodefensa y la gran pelea se gana en las calles, no en los parlamentos, ni en las elecciones que a veces se pierden por la traición de los políticos. Otra característica de estas manifestaciones es que ya no creen en los políticos tradicionales ni en esa democracia burguesa no participativa.
—¿Cómo analiza los nuevos Gobiernos en México y el próximo en Argentina?
—Hoy hay una vía, la de la pelea, la rebelión en la calle, y otra, la de las urnas, donde se instalaron a hombres progresistas como Andrés López Obrador y Alberto Fernández. Claro, esos procesos tienen ciertas limitaciones pues mantienen el capitalismo, aunque lo humanizan y suavizan. Yo sigo diciendo que quiero el socialismo para mi país, creo en la revolución pero frente a lo que tenían México y Argentina, estos son una alternativa y lo que pueda ocurrir en esos procesos, lo dirá la vigilancia de los pueblos. Por lo pronto se han sacado el neoliberalismo salvaje que estaban sufriendo México y Argentina.
—¿Qué efecto ejercen en los pueblos los medios de comunicación de la derecha?
—Los medios hegemónicos juegan un papel fundamental como estandarte de la invasión, colonización y restauración conservadora al presentar el discurso del invasor como algo que te va a salvar de los problemas y al final es todo lo contrario. Frente a eso hemos aprendido en estos años y hemos ido generando nuestros propios medios y lenguaje periodístico para contrarrestar la fuerza y potencia que desarrollan. Algunos piensan que no tenemos la fuerza suficiente, pero somos muchos en el continente que a partir de los adelantos tecnológicos, las redes y celulares estamos adquiriendo la posibilidad de contrarrestar esos discursos con la verdad, con la cobertura de los ataques que sufren los pueblos. Si no hubiera medios alternativos como Telesur, golpes como el de Honduras, o la brutalidad represiva en Chile y Ecuador, no saldrían a la luz pública, y se quedarían solo con el discurso de los medios hegemónicos. Hoy muchas personas recurren a las redes para conocer la verdad. Frente a esos medios hegemónicos la respuesta tiene que ser los medios alternativos
—¿Qué piensa sobre Cuba, en estos momentos en que se recrudece el bloqueo económico y financiero desde Estados Unidos?
—Cuba siempre ha resistido el bloqueo con objetividad, valentía y mucho coraje de su población. Eso no es casualidad porque un bloqueo de esa magnitud solo se resiste con ideología y garantizándole las cosas fundamentales a la población: salud, educación, alimento, seguridad. Creo que el Gobierno revolucionario con Fidel, con Raúl y el actual de Díaz Canel, siempre lo han entendido y han tratado de minimizar los efectos del bloqueo contra la población a pesar de que es brutal. Cuando llegas a Cuba te das cuenta de la proeza que realiza este pueblo para tratar de superarlo o minimizarlo. Ahora es más de lo mismo con la nueva vuelta de tuerca que ha dado la administración de Donald Trump para tratar de asfixiar el turismo, reducir los viajes para que la gente no visite la Isla, incrementar el bloqueo financiero y económico. Pienso que Cuba ha vencido y va a vencer con la fuerza y la unidad de su pueblo, y si hay algo que garantiza que esta Revolución esté aun en pie, después de 60 años, es que existe una ideología muy sólida, una meta que es el socialismo renovándose constantemente y la unidad entre el pueblo y el Gobierno. Eso es una cosa que los pueblos latinoamericanos debemos meternos en la cabeza, que sin la unidad de la izquierda es muy difícil vencer a esta derecha voraz contra la que peleamos.
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