14 de noviembre de 2019
Nueve minutos que desmienten a Carabineros sobre el respeto de sus propios protocolos y demuestran que la desmedida represión en las calles, es una política de Estado.
Mientras la clase política negocia con el Gobierno de Piñera una salida pactada a la crisis, como lo hicieron con la dictadura, en las calles la represión desatada de la policía sigue cobrando víctimas. Los mismos que mantuvieron la constitución de Pinochet, ahora rasgan vestiduras y se arrogan la representatividad de un movimiento que está lejos de ser representado por los que mantuvieron un sistema neoliberal para salvaguardar su privilegios, y que solo ha traído miseria al pueblo de Chile.
La violación sistemática de los derechos humanos y la impunidad con la que actúan los agentes del Estado, ha tenido no solo el apoyo del conglomerado derechista en el poder, sino que también de los medios y en gran medida, sus trabajadores. El periodismo chileno está inmerso en una profunda crisis, los periodistas viven en una burbuja mirándose al espejo. Y son meros relacionadores públicos del monopolio mediático y el poder económico. Por eso es que tienen que reportear desde el balcón o robar desde las redes el trabajo que otros hacen.
Si el gobierno impone la cultura de la fuerza bruta en las calles y los medios naturalizan la violencia de Estado, estamos frente a un escenario complejo para las luchas del pueblo. Por eso es importante que las redes y las formas de comunicación diversas, tomen un papel relevante para quebrar el bloqueo mediático.
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