Roberto Chiazzaro / 10 de marzo de 2020
La caída del Muro de Berlín implicó el fin de la Guerra Fría, y del bipolarismo, en el esquema geopolítico mundial. Serán los EUA los que emerjan como la única potencia hegemónica a nivel del sistema mundo, fueron aquellos los tiempos del ”Fin de la Historia”.
El acelerado desarrollo de la globalización, las políticas de deslocalización de la producción, las intervenciones bélicas en Afganistán, Irak; Libia y Siria, etc., la crisis económica mundial del 2008, aún no superada, que asoló al sistema capitalista, fueron factores que propiciaron la emergencia de un colosal rival, a todo nivel, como lo es China, secundada por Rusia. Estas han erosionado, sensiblemente, el poder de la potencia hegemónica, al grado tal, que podemos afirmar, que hoy, es el multipolarismo el que rige el esquema geopolítico mundial.
El acceso de Donald Trump a la Presidencia de los EU, no fue casual, fue el candidato electo para cumplir un claro objetivo, recuperar el sitial de privilegio de los EU y de sus transnacionales, o al menos (a esta altura de las circunstancias) contener el empuje de la nueva potencia mundial, la cual inexorablemente, en un futuro cercano, desplazará en casi todos los campos (el militar podría ser la excepción) a esa nación.
En el marco de la estrategia desarrollada por Trump para dar cumplimiento al objetivo precedentemente señalado, América Latina cumple un papel destacado, ya que los recursos naturales existentes en esta región del mundo resultan vitales para el desarrollo de la economía norteamericana.
Muchos países latinoamericanos a lo largo de los primeros quince años de este milenio, llevaron adelante una política impulsada por Gobiernos Progresistas, caracterizada por una mayor independencia con respecto a la potencia hegemónica, asociada a la implantación del regionalismo poshegemónico, que implicaron la creación de organismos como: UNASUR y la CELAC e instrumentos que potenciaron la integración como lo fueron el ALBA y el Mercosur Ampliado, propiciando la cooperación entre sus miembros.
Asimismo, durante este período, la presencia económica de China se torna relevante, se operó un verdadero desembarco de la potencia emergente en Latinoamérica, transformándose en un breve lapso, en una de las principales inversionistas de la Región y constituyéndose en el principal destino de las exportaciones de varios países, incluyendo al nuestro. Por la vía de los hechos, China está desplazando, aceleradamente, a los EUA de Latinoamérica.
En el marco de este contexto regional, EU presiona para imponer por distintos medios un realineamiento a los países latinoamericanos, haciendo que la Doctrina Monroe, una vez más, cobre vigencia.
Uruguay no ha sido ajeno a todos los movimientos descritos, el primero de marzo asumió la Presidencia de la República, el Dr. Luis Lacalle Pou, en representación de la llamada Alianza Multicolor, que agrupa a un conjunto de Partidos de orientación política conservadora y alineada en materia económica con los postulados del neoliberalismo. Esta Coalición Conservadora desplaza al Frente Amplio, que desde el año 2004 dirigía el Gobierno de la República.
Las directrices de la futura Política Exterior de la Alianza Conservadora se subordinarán, sin dudas, a las aspiraciones de los EUA de recuperar su posición hegemónica en el seno de Latinoamérica.
La presencia del Sub Secretario de los EU, David Hale en el Uruguay, entrevistándose con el hoy Presidente resulta significativa al manifestar que Uruguay resulta ser un socio vital para su país, tratando en el encuentro temas relativos al fortalecimiento de las relaciones bilaterales, temas vinculados a la seguridad global.
Tema este último que se refiere al empleo por parte de la estatal de telecomunicaciones ANTEL, de la tecnología 5G desarrollada por empresa Huawei, hecho este que generó una fuerte declaración por parte de la embajada china con sede en Uruguay.
Este realineamiento con los EU, inevitablemente generará cambios sustanciales en materia de Política Exterior, uno de ellos es que el futuro Gobierno apoyará la reelección de Luis Almagro como Secretario General de la OEA, contribuyendo aún más a que este Organismo siga estando al servicio de la potencia hegemónica en la Región.
Dado que resulta necesario a los intereses de los EU que caiga el Gobierno de Maduro en Venezuela, Uruguay reforzará las acciones que se están instrumentando a tal efecto y seguramente pasaremos a integrar la Alianza de Lima y el Prosur, abandonando así la UNASUR.
Por supuesto, descontamos que Uruguay también abandonará todas las gestiones llevadas a cabo conjuntamente con México y el Caricom, buscando una salida pacífica para solucionar la crisis por la cual está atravesando el Pueblo de Venezuela.
Probablemente integremos el coro de naciones que impulsan una solución militar para culminar con este conflicto. No nos caben dudas de que reconoceremos como Presidente de Venezuela a Guaidó, y lamentamos que no hayan sido invitados a participar de la ceremonia del cambio de Gobierno las autoridades de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Esperemos que cuando la Asamblea General de las Naciones Unidades trate la condena al bloqueo que ejercen los EU sobre el pueblo de Cuba se mantenga la coherencia sostenida hasta la fecha, reafirmando esa condena.
Es probable que esté en la agenda del futuro gobierno conservador el estudio del Plan de Paz propuesto por Donald Trump , para solucionar el histórico conflicto que se dirime entre palestinos e israelíes, donde no solo se contempla que Jerusalén sea la capital del Estado de Israel, sino también que se validen las anexiones territoriales llevadas a cabo por el Estado de Israel en Cisjordania.
Aspiramos a que el futuro Gobierno del Uruguay no apoye dicho plan, que no sea de recibo la recomendación de Pedro Bordaberry de trasladar la embajada uruguaya de Tel Aviv a Jerusalén, y que por ningún motivo se validen las usurpaciones territoriales de Cisjordania por Israel.
Creemos que resulta vital para la Política Exterior del Uruguay, el respeto del derecho internacional público que ha encuadrado el relacionamiento de nuestro país con el resto de la comunidad internacional.
En materia de Inserción Económica Internacional, las declaraciones llevadas a cabo por el Presidente Luis Lacalle Pou, en la apertura del American Bussines Fórum en Punta del Este, resultan reveladoras. “Vamos a ponernos en la vía que hablaron Jair Bolsonaro y Mauricio Macri de flexibilizar el Mercosur… Mercosur y Tratados de Libre Comercio de Uruguay con otros países…
Uruguay necesita que le suelten el corsé para moverse más libremente y convertirse en una isla de prosperidad de paz y muy cosmopolita”
A buen entendedor pocas palabras bastan, dice el refrán. Sin lugar a dudas la propuesta del Presidente apunta a profundizar la apertura comercial del país, basado en el convencimiento de la existencia del Libre Comercio y en la convicción de que tales medidas dinamizarán nuestra economía.
Por la vía de los hechos, en el seno del Mercosur se procederá a la eliminación de la Res 32/00 del CMC, eliminación que implica la disolución de la Unión Aduanera creada por el Protocolo de Ouro Preto, y la eliminación del Arancel Externo Común, lo que significa retroceder hacia una Zona de Libre Comercio.
La experiencia internacional demuestra que tales medidas aperturistas no resultan convenientes para el desarrollo económico del país, determinando que la única exportación viable sean fundamentalmente comodities con escaso agregado de valor. Esta es una realidad que padece la mayor parte de los países de nuestra América Latina, en nuestro caso, más del 75% del valor exportado se trata de materias primas de origen agropecuario.
La desarticulación del Mercosur propuesta por el Presidente mediante el mecanismo de la flexibilización del mismo, resulta nociva para el futuro desarrollo del país, ya que profundiza el proceso de primarización de la economía. Más allá de todos los defectos que han sido señalados en lo que respecta al funcionamiento del Mercosur, este continúa siendo el segundo destino de nuestra producción exportable, y prácticamente el único al cual se exportan productos con agregado de valor.
La transformación del Mercosur en una Zona de Libre Comercio, al ser eliminado el Arancel Externo Común, le quita a nuestra débil y frágil producción industrial uno de los factores que le permite la exportación a los demás integrantes del Mercosur.
La apertura comercial y la flexibilización del Mercosur, implican que cada uno de sus miembros pueda firmar Acuerdos Comerciales en forma individual.
En el caso del Acuerdo con la Unión Europea, ello puede generar serios inconveniente de los socios con Argentina. Según lo manifestado por su presidente, Alberto Fernández, su país, fundamentando la necesidad de mantener el desarrollo industrial y la generar empleo (ante la devastación operada por el gobierno de Macri), ha manifestado que Argentina, no está en condiciones de firmar ese Acuerdo ya que implicaría una apertura de la economía que no le resulta posible sostener.
Finalmente, corresponde señalar que la aspiración de flexibilizar el Mercosur se adecua a la postura del Presidente Donald Trump, el cual ha dejado de lado la firma de Mega Acuerdos Internacionales, privilegiando la firma de Acuerdos de Libre Comercio bilaterales, en los cuales los EU pueden ejercer presión a efectos de lograr ventajas derivadas de su potencial económico. No es de extrañar pues, que haya habido contactos a efectos de que Uruguay y EU firmen un Tratado de Libre Comercio.
La política exterior delineada por el gobierno entrante, se corresponde con el realineamiento que los EU están imponiendo a los países de Latinoamérica. La misma, implica un retroceso o interrupción del proceso de Integración del Mercosur, en la medida que este generó mecanismos de cooperación, económica, social, cultural y política, que permitió a nuestras sociedades oportunidades de promoción y desarrollo, que en forma unilateral no se hubiesen podido lograr.
*Licenciado en Relaciones Internacionales, ex diputado, Secretario de RR.II del Partido Socialista del Uruguay Analista senior asociado al Centro latinoamericano de Análisis Estratégico.
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