Por: Richard Canan
Guaidó está convertido en todo un bulto. Un paquete inútil. Una entelequia. Un personaje anacrónico que está totalmente enajenado ya que perdió la pegada y el arrastre entre la masa opositora. Desperdició su momento histórico, a pesar de contar con el ingente apoyo financiero y militar de los más grandes centros de poder mundial.
Solo le queda ser mirón de palo, un figurín de adorno en la toma de decisiones que ahora toman directamente Trump y sus compungidos halcones. Todos están conmocionados, decepcionados y sorprendidos por el fracaso. Cómo es posible que su agente Guaidó no haya podido tumbar al Gobierno Bolivariano a pesar de tener toda la administración a su disposición.
Es un fracaso más que se suma a la colección de fatídicos y nefastos crímenes ejecutados impunemente por la extrema derecha violenta venezolana (redundancia incluida). Ahora están ensayando una nueva ruta guarimbera. El último invento tiene la foto bien grande de Guaidó para que nadie olvide quién es el “líder” impuesto por Washington. El texto no tiene desperdicio. Se llama “Manual de Organización Nacional. Acciones para conquistar la libertad”. Pretencioso pues. Pero llega tarde, casi copiando a los fracasados manuales y decálogos de Gene Sharp, María Corina, Capriles, la Coordinadora Democrática, la MUD y pare usted de contar.
El manual da ganas de llorar por sus carencias ideológicas y sus limitaciones intelectuales. Ningún aporte positivo al país. Parece un panfleto de marketing, como si estuviera vendiendo un curso barato de inglés o un milagroso tónico capilar para revertir la calvicie. Todo está escrito en modo informe escolar, hecho por aventajados alumnos de primer año de liceo.
El manual golpista de Guaidó parece el libro de conjuros de una bruja hechicera, ya que pretende engañar e ilusionar a sus despistados seguidores. Sí, una vez más. No tiene vergüenza en seguir mintiendo, diciendo que en estos meses puede mostrar entre sus logros haber alcanzado “la unión y la movilización dentro y fuera de nuestro país”. Guaidó lanza esta pequeña mentirilla blanca, en medio de la más atroz pugna a cuchillo limpio entre los partidos-franquicia y las distintas corporaciones que únicamente defienden sus intereses dentro de la convulsionada derecha criolla.
Suplica Guaidó por una unidad artificial. Pretende unir a la oposición a punta de Pega Loca, por eso luego de meses en pugna, ahora sí quiere “buscar los puntos de confluencia que nos lleven a un propósito común, aún teniendo visiones diferentes. Es un error pensar que para que haya unidad todos debemos pensar y actuar igual, usar los mismos colores, hablar de forma similar o someternos a un caudillo salvador”. Un mea culpa tardío para quien ha dirigido personalísimamente acciones terroristas, magnicidios, golpes de Estado, incautación de empresas nacionales y que ha implorado al Imperio Norteamericano por la intervención militar de fuerzas extranjeras. Todo sin el conocimiento, apoyo o aprobación del resto de la fauna opositora. Por eso suena a farsa que ahora quiera “poner de lado los intereses y los cálculos mezquinos”. Parece una frase hecha para su propia lápida. Que irrespeto con sus colegas opositores. Le crece la nariz de pinocho al embustero Guaidó.
Otro epitafio para su fracaso histórico es el reconocimiento y plena conciencia de su cualidad fraudulenta, de su falsedad, del artificio creado entorno a su espuria presidencia. Por eso desea afanosamente poder “construir la credibilidad y legitimidad de desempeño que garanticen la gobernabilidad de la transición”.
¿Cuál legitimidad? Si todo su proyecto político está montado sobre la violación recurrente de la Constitución Bolivariana, mediante la apuesta al uso de la violencia para lograr la ruptura del hilo constitucional. El manual golpista de Guaidó explica cabalmente que su único propósito es “que genere tales reacciones en cadena que causen la decisión de la Fuerza Armada a ponerse del lado del pueblo”. Siguen con la apuesta suicida de azuzar un golpe militar. Quieren vender los espejitos de Colón. Añorando, ante su carencia de base social y política, que se le sumen “incluso los que ahora son parte del sistema del régimen”. Que piratería. El pueblo jamás estará del lado de la burguesía y menos de esta dirigencia golpista y guarimbera.
Lo que está claro es que Guaidó quiere mantener activa su inclemente guerra mediática. Entiende que su mayor bastión no está en las calles, sino en los metadatos de las Redes Sociales. Sabe de sus carencias organizativas y de movilización, por lo que da máxima prioridad al modo selfie, es decir, hagas lo que hagas, estés donde estés, tómate tu foto apurruñado y mándala por los valerosos “grupos de WhatsApp”, Twitter, Facebook e Instagram. “Lo que no se comunica no existe”, repite con desespero. No parece muy inteligente atormentar a los vecinos por sus redes, pero ese es el camino escogido por los laboratorios mediáticos contratados por la dirigencia opositora. El único detalle es que los Bots no pueden votar.
Pero Alerta. También confiesa el disociado Guaidó sobre la necesidad de fortalecer sus grupos de choque. Para ello da prioridad a la “Generación de equipos especiales de respuesta inmediata para la movilización y activismo, tanto social como político de contingencia”. ¿Guarimberos pacíficos? Nadie se cree este verbo falaz. La narrativa de la “máxima presión” pasa por el calentamiento de la calle, es decir más violencia (lo llaman “Operación Libertad”), con el descaro de que Guaidó ordena impúdicamente exacerbar el descontento. No trabajará para solucionar los problemas de la gente, pero sí instruye infiltrarse en las comunidades para “Generar actividades que busquen reivindicaciones sociales”. Con horario y todo, miércoles y jueves, esos son los días del party guarimbero para las protestas de calle. Que “espontáneos” tan falsos son estos irresponsables opositores.
Es lamentable que el manual golpista de Guaidó reconozca con gozo que él es el responsable de la confiscación de los activos del Estado venezolano en el extranjero. Se enorgullece de su “exitosa” y diligente “campaña de protección y recuperación de activos”. Para nada menciona que ha colocado hampones y marchantes que están saqueando los recursos de todos los venezolanos. Para nada nombra los dólares timados en Cúcuta o los daños patrimoniales a Citgo o Monómeros Colombo Venezolanos S.A. Olvida mencionar que el bloqueo económico, financiero y comercial ha tenido un impacto directo sobre las causas de lo que llaman la “emergencia humanitaria”. Son unos cínicos, inmorales y vendepatria.
Tampoco sorprende la “narrativa” de la ruta electoral utilizada por Guaidó en su manual. Lo pinta (más pajaritos preñados) como el único candidato que garantiza la “Venezuela del Progreso”. Es decir, arrancó su campaña electoral, dejando tiesos a sus colegas aspirantes de otras organizaciones políticas. Muy mal hecho. Avispado el muchacho ungido por la Casa Blanca, que no cree en primarias ni en consultas por la base. Trump ya lo escogió. Para que más.
Este es un manual inocuo, intrascendente y desesperado. Un intento de Guaidó por recuperar la popularidad perdida. Ya han pasado 7 meses desde su entronización en enero 2019. Nada ha concretado, cero logros. Hay gente haciendo cola en la Asamblea Nacional para asumir la presidencia en el año 2020. Todos quieren despachar raudamente al mezquino Guaidó y a su partido Voluntad Popular. Pero Guaidó se resiste. Quiere ser caudillo y autoproclamarse presidente por toda la eternidad. ¿Se dará el caso de doble usurpación opositora? Cosas de la vida real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario