Elias Jaua
Muchas veces escuchamos al Comandante Chávez utilizar la frase “lo afirmativo venezolano” para alentarnos a seguir perseverando en la transformación positiva de nuestra Patria. Esta frase, más bien concepto diría yo, la tomó del académico y escritor Augusto Mijares quien en 1963 publicó un libro de ensayos así llamado, lectura con juicio crítico que recomiendo.
En la presentación del libro Lo Afirmativo Venezolano, el referido escritor expresa la necesidad de reivindicar el carácter nacional basado en la lucha, en el trabajo, en el estudio y en el amor sincero por nuestra Patria. Frente a los que Mijares llama “los sembradores de ceniza”, promotores permanentes de que nos sintamos avergonzados de ser venezolanos y venezolanas, contrapone su tesis:
“Aun en los peores momentos de nuestras crisis políticas, no se perdieron totalmente aquellos propósitos de honradez, abnegación, decoro ciudadano y sincero anhelo de trabajar por la Patria. Aún en las épocas más funestas puede observarse cómo en el fondo del negro cuadro aparecen, bien en forma de rebeldía, bien convertidas en silencioso y empecinado trabajo, aquellas virtudes”.
Desde la perspectiva del autor, más allá de la historia de traiciones, latrocinio, intrigas y luchas intestinas está la historia de los millones de hombres y mujeres que de generación en generación no dejaron de luchar por los principios y valores que inspiraron nuestra gesta de independencia y que constituyen las bases de nuestra nacionalidad:
“Figuras siniestras o grotescas se agitan ante las candilejas y acaparan la atención pública; pero siempre un mártir, un héroe o un pensador iluminan el fondo y dejan para la posteridad su testimonio de bondad, de desinterés y de justicia”.
Esos testimonios de amor por la Patria y por la humanidad deben servir, a decir de Mijares, “como un núcleo renovador de influencia incalculable”. Decimos nosotros que deben ser el núcleo inspirador para seguir luchando por una sociedad donde quepamos todos y todas con igualdad, justicia y dignidad, hasta que lo logremos de manera irreversible. La historia, la mayoría de las veces anónima, de esos venezolanos y venezolanos ha sido la garantía de la Patria perpetua, término también acuñado por el autor:
“Desdeñados, perseguidos o escarnecidos, siempre han existidos esos venezolanos que de generación en generación se han pasado la señal de lo que estaba por hacerse y han mantenido la continuidad de la conciencia nacional”.
Esa continuidad de la conciencia nacional, nosotros desde el campo de la izquierda venezolana la concebimos como corriente histórica de creación, de resistencia, de lucha democrática popular por la emancipación humana.
Esta corriente la protagonizan los millones de hombres y mujeres que escriben la historia con su trabajo honesto; con el estudio; el emprendimiento; la producción material e intelectual; la lucha, a veces, hasta con el más alto de los sacrificios para tener una Patria a la altura del sueño de todos los venezolanos y venezolanas.
Mijares precisa que “hombres que quisieron ser simplemente honestos fueron por eso mismo grandes y valerosos”. La conciencia nacional está llena de esos actos de heroísmo de todos los días. De heroísmo entendido en los términos que refiere el autor:
“Una íntima condición ética, que es lo que pone al hombre por encima de sus semejantes: héroe es el que resiste cuando otros ceden; el que cree cuando otros dudan; el que se rebela contra la rutina y el conformismo; el que se conserva puro cuando los otros se prostituyen”.
Hoy en medio de la grave y compleja situación nacional que vivimos, hay millones de venezolanos y venezolanos que por encima de la diatriba política, están empeñados en construir con su esfuerzo un buen porvenir para nuestra Nación. Somos los que creemos que nuestro porvenir como pueblo no será el fruto de subastar nuestros recursos en el club de los millonarios del mundo, ni de las apuestas en un garito. Con Chávez decimos: “Venezuela será de nuevo digna, grande y gloriosa” (2012, en “Mi Primera Vida”, Libro de entrevista con Ignacio Ramonet).
Vamos a afirmarnos en lo positivo de nuestro carácter nacional para despejar el horizonte hacia un buen destino. Ha llegado la hora de comenzar de nuevo.
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