Buchones están en la derecha. Que lucrativo es eso de tener como santo oficio la sacrificada tarea de golpista. Es un empleo exigente y agotador, de alto riesgo, que exige vestir impecablemente a la moda, viajar por todo el mundo en primera clase y usar solo hoteles cinco estrellas. Ser un agente asalariado del imperio norteamericano es el cargo con el que sueñan los más perniciosos apátridas en la derecha venezolana.
Solo hay que mirar de reojo a la cúpula golpista. Guaidó, López, Borges y demás esperpentos opositores, en sus infames vidas han trabajado o tenido un oficio noble. Algunos son ricos de cuna, mantuanos cuyo linaje esclavista y explotador se remonta a la colonia. Pero en general son unos flojos, no hacen nada productivo, ni siquiera intelectualmente han podido sacar un libro decente que traduzca alguna idea del estado del arte existente en el limbo burgués. Hasta el propio Rockefeller se esmeraba en expoliar a la clase trabajadora con sus propias manos y siempre dando la cara por el capitalismo salvaje y depredador. Es evidente que el sifrinaje criollo, responsable de los golpes y las guarimbas, es gente sin méritos, sin condiciones morales o éticas mínimas para dirigir la patria.
En vez de parecerse a la clase trabajadora, los líderes de la extrema derecha (toda la camada al frente de los partidos golpistas Voluntad Popular y Primero Justicia), destacan por su oneroso gusto por el lujo, la buena vida, los festines y las desenfrenadas orgias.
Por eso a nadie sorprende que estás sanguijuelas ya le hayan chupado cientos de millones de dólares a los despabilados funcionarios de la nefasta Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que en su propia página web (preguntas frecuentes sobre Venezuela), reconoce con total descaro sus acciones injerencistas y de financiamiento a los fracasados intentos golpistas de la maltrecha oposición venezolana. Aclarando y oscureciendo al mismo tiempo (hundiendo aún más al pillín Guaidó) esta gente corrobora sin vergüenza alguna las siguientes perlas:
Primero: Que una pareja de timadores profesionales de apellido Guaidó y Vecchio (solo los reconocen en su casa, porque nadie del pueblo los escogió por medio del voto popular para representar oficial y diplomáticamente a la República Bolivariana de Venezuela), firmaron írritamente un esperpento legal denominado “Convenio de Donación para Objetivos de Desarrollo (DOAG)” por medio del cual el gobierno norteamericano da en generosa (y nada desinteresada) donación recursos para los “programas de desarrollo” de la “Administración Interina de Guaidó”, financiando así todas las locuras irrealizables del diputado usurpador. Es un tremendo descaro además que esta peligrosa agencia norteamericana reconozca con total desvergüenza que es “el primer acuerdo bilateral que USAID ha firmado con Venezuela en más de 65 años”. Así quedará de podrido todo lo que tocan que nadie los ha querido cerca en las ultimas décadas. Vade retro Satanás.
Segundo: La Usaid reconoce descaradamente que desde el año 2017 le ha soltado a la oposición venezolana “más de $654 millones de dólares en asistencia humanitaria y de desarrollo”. Tremendo nombre para justificar la piñata opositora. Toda una rebatiña, repartiendo a discreción (solo para sus aliados internos) “más de $158 millones” para desinteresadas y cándidas “organizaciones imparciales” (a fines a la extrema derecha). El financiamiento es exclusivamente para los más cercanos al “equipo” Guaidó, codificados en la nómina bajo el renglón de “defensores de derechos humanos, organizaciones de la sociedad civil, medios independientes y supervisores electorales”. Una millonada repartida entre los bien gratificados líderes opositores y sus “agentes” captados exclusivamente para la agenda golpista.
Tercero: Hay un esmero de la Usaid en aclarar que el hermano Coco, el impoluto Juan Guaidó, jamás ha tocado de ninguna manera el cochino dinero entregado por la agencia a sus emisarios. Para nada. Él tiene un habilidoso y voraz “equipo” que se encarga de esas nimiedades, así que es a través de terceros, las privilegiadas “organizaciones privadas”, que reciben por mampuesto los recursos para financiar el obcecado proyecto golpista de la extrema derecha venezolana. Para la Usaid está dentro de lo éticamente tolerable derrocar gobiernos electos democráticamente mediante el otorgamiento de colosales recursos a grupos mercenarios a través de “contratos, donaciones o acuerdos de cooperación”. Casi que hacen una licitación.
Destaca la total carencia de patriotismo por parte de la fauna opositora, que para ejercer su oficio de políticos mediocres, deben recibir una mesada (“compensación, costos de viaje y otros gastos”) de las arcas del propio imperio norteamericano. Solo se mueven por el interés económico y la ambición de poder. Para nada les importa el bienestar de la patria, la soberanía, la independencia o nuestra integridad territorial.
Los del “equipo” Guaidó son unos chulos profesionales. Están graduados en alta. Hay que quitarse el sombrero. Han esquilmado a los mismísimos gringos en sus propias narices. Pero deben estar alertas, ya que el patrón les cobrará con creces tantos descalabros. Ninguno de los beneficiarios de las ayuditas de la Usaid puede dormir tranquilo. En algún momento se desclasificarán los datos con sus nombres, se sabrán los montos y las circunstancias (momentos políticos) de los “emolumentos” recibidos. Allí deberá actuar con contundencia el sistema de justicia para poner tras las rejas a estos agentes golpistas por recibir recursos de potencias extranjeras para destruir su propio país. Algún día se conocerán todos los detalles de los empleados criollos de la Usaid. Recibirán el repudio de todo el pueblo.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
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