Son estos tiempos en que de manera indiscutida el tablero global se estremece con importantes cambios en la configuración geopolítica. El ascenso de China es medular en este importante proceso de reacomodo de los factores de poder, una cuestión que por demás se decanta en países con recursos estratégicos como Venezuela.
América Latina + China
Recientemente China ha emprendido una audaz estrategia que apunta a su posicionamiento definitivo como principal potencia mundial. La llamada "Ruta de la Seda", implica el desarrollo de inversiones faraónicas que se proyectan desde China hacia el eje euroasiático, medio oriente, áfrica y el sudeste asiático. El método chino consiste en el desarrollo de inversiones en infraestructura, líneas de financiamiento a países, cooptación de recursos estratégicos y apertura a líneas comerciales para las exportaciones del gigante asiático.
América Latina no está fuera de ese contexto. China podría convertirse en el mayor socio comercial del continente latinoamericano en el año 2017, según confirma la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y esto infiere el posicionamiento chino sobre un ingente reservorio de materias primas estratégicas para quien es hoy el principal importador de materias primas del mundo y principal locomotora industrial del planeta.
La expansión de China en Latinoamérica en las últimas dos décadas es cada vez más activa, lo cual podría conducir al gigante asiático a superar a EEUU como principal socio comercial de la región. El experto del Instituto de Investigaciones Estratégicas de Rusia, Andréi Shishkov, ha señalado: "Los líderes chinos se plantean tareas más ambiciosas, en particular, incrementar el intercambio comercial hasta los 500.000 millones de dólares en los próximos 25 años y algunos expertos afirman que es muy posible que China supere a EEUU en la lista de socios comerciales de América Latina".
En el marco de la mesa redonda "BRICS y América Latina: situación, problemas y perspectivas de cooperación", celebrada en Rossiya Segodnya, el experto apuntó que "en general, China ocupa el segundo lugar tras EEUU en la lista de socios comerciales de la región latinoamericana, es más, para algunos países de América Latina como Brasil, Chile y Perú, China es el principal socio comercial". Este último elemento no es desestimar. Países que siempre han orbitado alrededor de EEUU ahora tienen un talante de relaciones muy sólidas con China, en una región-contexto a sólo millas náuticas de la tierra del Tío Sam.
Existen dos referentes esenciales para comprender el alcance de China en la región latinoamericana y caribeña. Por un lado, el dinamismo de las relaciones chino-venezolanas que se proyectaron desde inicios de la agenda multilateral del presidente Hugo Chávez, y de cómo los países del ALBA y luego Petrocaribe, se enmarcaron en esta dinámica consolidando además de relaciones comerciales, alianzas políticas con un impacto de influencia que tocó a la esfera regional toda.
En segundo lugar, esa proyección de China en la región se consagró en el contexto de la CELAC (cuya creación fue claramente aupada por Venezuela) mediante la multilateralidad china con países considerados "aliados tradicionales" de EEUU. El encuentro CELAC + China en 2015 dio pie al Plan de Cooperación aprobado para 2015-2019 donde se mencionan varios objetivos: 1) un fondo de cooperación por 5.000 millones de dólares, orientado a promover la cooperación en proyectos de la industria manufacturera, nuevas tecnologías y desarrollo sustentable; 2) una línea de crédito por 10.000 millones de dólares para la construcción de infraestructura, incluyendo ferrocarriles, carreteras, puertos, centrales y redes eléctricas e instalaciones de telecomunicaciones; y 3) un fondo especial de fomento de la cooperación agrícola por 50 millones de dólares, destinado a crear entre 5 y 8 centros de I+D en el ámbito agrícola, parques agroindustriales y zonas de inversión y desarrollo agrícolas.
La superación de la petrodolarización del comercio del crudo
China está imponiendo nuevas reglas del juego en la adquisición de crudo en el mercado de futuros al preparar justo ahora un esquema de pagos en yuanes y soportándolos en el patrón oro. Un esquema que rompería la hegemonía del dólar como única moneda en el intercambio comercial del petróleo sujeta a los designios de marcadores como Brent y WTI, anclados en la economía dolarizada.
Este tipo de contratos en yuanes obliga a las partes a comprar o vender un activo por un precio fijo determinado de antemano. Pudiera convertirse en el nuevo patrón para quienes realizan la compra y venta de instrumentos financieros en los mercados bursátiles y podría ser el novísimo punto de referencia para los comerciantes por ser China el mayor importador de petróleo en el mundo. Esto además de brindarle estabilidad a las actividades de comercialización de petróleo (altamente sujetas a tempestades financieras) supone un nuevo esquema que podría tener impactos mucho más allá del crudo al largo plazo, pues supone que China haría empleo de su moneda para adquirir los recursos estratégicos que importa.
En Latinoamérica debe observar esta ecuación con mucho detalle. Quien será dentro de poco su principal aliado comercial intenta desdolarizar el comercio internacional de materias primas (importante referencia de las economías regionales) y esto supone la creación de un nuevo marco político en las relaciones internacionales, pues EEUU difícilmente está dispuesto a permitir que China alcance mayores espacios a escala planetaria realizando una afrenta a su instrumento de dominación financiera global: el dólar.
Venezuela ha picado adelante. Las sanciones que Venezuela impuso al dólar al excluirlo como referencia monetaria para medir las exportaciones petroleras venezolanas, ha sido el primer paso en la dirección al relacionamiento con China de petróleo por yuanes. Colocándose Venezuela en la vanguardia de este estremecimiento del sistema financiero como hoy lo conocemos, las presiones se ciernen sobre el hecho político. Lo cual implica que para EEUU, el chavismo como realidad política es una cuestión mucho más intolerable.
¿Vendrá un recrudecimiento de las amenazas?
Según opina Michael Snyder en su blog del portal The Economic Collapse, con la economía y las finanzas Beijing ha estado jugando al ajedrez y Occidente a las damas, y lamentablemente para Washington hemos llegado al punto en el que el jaque mate está ya en el horizonte. Venezuela toma posición en función de preservar su autodeterminación y soberanía en paz en un momento de definiciones geopolíticas que determinarán el curso económico del mundo en las próximas décadas. Y ambas cuestiones las tienen claras los norteamericanos. En consecuencia, las acciones de EEUU para revertir los escenarios probables mediante el ascenso del yuan en Latinoamérica, tocando tierra firme en Venezuela, adquieren carácter de urgencia.
Ante un comité del Senado de EEUU el jefe del Comando Sur, elalmirante Kurt Tidd, señaló hace pocos meses que actores "externos" a la región latinoamericana, como China, Rusia e Irán, han establecido una mayor presencia en América Latina y requieren ser considerados con seriedad en cuanto a sus implicaciones en materia de "seguridad global". "Estos actores globales ven el ámbito económico, político y de seguridad latinoamericano como una oportunidad para alcanzar sus respectivos objetivos de largo aliento y para promover sus intereses, que pueden ser incompatibles con los nuestros y los de nuestros socios", dijo Tidd.
Para Tidd frente al Senado, el ascenso de China en América Latina "incluye acciones aparentemente benignas que pueden ser usadas para ejercer una influencia maligna". Más allá de tan tosco señalamiento, el responsable de las operaciones militares norteamericanas en esta región del mundo entiende que ante la inminencia del posicionamiento chino, las inferencias van en materia de seguridad estratégica. EEUU diseñó un modelo de dominación estratégica global signado fuertemente por su preeminencia en su área de influencia inmediata. Así que la cuestión latinoamericana adquiere un punto de honor.
Por otro lado, Venezuela, con las principales reservas de crudo del mundo, las reservas de gas más grandes del continente, la principal reserva de oro del y muy probablemente la segunda reserva mundial de coltán, es mucho más que un factor de interés. Es un factor de relevancia estratégica al desarrollo de las economías altamente especializadas en la energía y minerales estratégicos, cualidad del desarrollo y la dominación de las cuotas comerciales del mundo, donde reside la columna vertebral del ascenso de China y otros países emergentes como Rusia e India, ambos también con sólidas alianzas con Venezuela.
En esencia, Venezuela está en el ojo del huracán. Necesario es recalcar ese señalamiento por la profundidad de la incursión venezolana en el mercado de materias primas y energía mediante el yuan como referencia. Más allá de esto, la importancia de Venezuela para China recae en que, de facto, por sus ingentes reservas petroleras, representa el equilibrio o no del acceso de los países emergentes al petróleo al largo plazo, lo que en consecuencia definirá el esquema de desarrollo de este conjunto de países.
Quien controla el petróleo, controla facultades para el desarrollo. Esa afirmación demanda para Venezuela el empleo riguroso de una política exterior que sea sinergia de equilibrio, en contraposición a la lógica anterior a Hugo Chávez: el de la nación cautiva que servía todo su petróleo y demás recursos a beneficio exclusivo de EEUU. Sirva ese señalamiento para comprender la situación de turbulencia a escalas mayores que se ciernen sobre Venezuela. No en vano, Donald Trump señaló que "la opción militar" está considerada como una posibilidad para Venezuela, en un momento en que de su puño y letra se emitió una orden ejecutiva el 25 de agosto de 2017 para cercar y asfixiar la economía venezolana mediante severas sanciones económicas, bajo la narrativa de "falta de democracia" en Venezuela.
A Venezuela le corresponde por otra parte comprender, literalmente, dónde y sobre qué está parada.
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