10 de octubre de 2019.
Desde hace años se viene hablando en Venezuela de la amenaza que el paramilitarismo colombiano implica para la paz, la estabilidad y la democracia de Venezuela. Hoy, en medio de la creciente agresión de Estados Unidos contra Venezuela, el tema cobra nueva relevancia. Al menos tres hechos recientes así lo indican: 1) la destrucción que el uribismo, con el presidente Duque a la cabeza, hizo de los acuerdos de paz, lo cual desencadenó la vuelta a las armas de las FARC; 2) las fotos de Juan Guaidó con jefes de Los Rastrojos evidenciaron ante la opinión pública mundial la conexión entre la derecha venezolana, el gobierno colombiano y el de EEUU con el paramilitarismo, y cómo esta conexión es clave en el desarrollo del plan para derrocar la revolución bolivariana; 3) la circulación de un comunicado emitido por las Autodefensas Unidas de Colombia en el que se define al presidente Maduro y todos los integrantes de su gobierno como objetivo militar, y en el que se informa sobre la existencia y profundización de operaciones suyas en territorio venezolano. De allí que sea clave, para el país, para los movimientos y organizaciones sociales y políticas, para el pueblo demócrata, pacifista y patriota, conocer e informarse sobre el fenómeno del paramilitarismo en Colombia.
Para entender el fenómeno paramilitar colombiano hay que antes estudiar el carácter de la burguesía colombiana y, a su vez, al Estado colombiano. Esto, porque el paramilitarismo ha sido y es un instrumento más de la élite política y económica de Colombia para defender sus intereses y mantenerse en el poder, sometiendo, oprimiendo y excluyendo a la inmensa mayoría del pueblo colombiano. Es fundamental entender que entre la élite dominante de Colombia, el Estado colombiano y el narcotráfico ha sucedido una fusión macabra que ha dado vida a eso que hoy conocemos como paramilitarismo.
Los paramilitares son, entonces, una creación, un engendro de la clase política dominante colombiana, usado para reprimir, para generar terror, para perseguir a toda expresión de disidencia y rebeldía ante el injusto orden económico y social de la sociedad neogranadina.
A este hecho se agrega la intervención estadounidense. El Plan Colombia que ejecuta EEUU desde hace más de una década, y que ha significado una inversión de más de 10 mil millones de dólares para la guerra, potenció y fortaleció este instrumento y esta forma de guerra irregular, no sólo para combatir la insurgencia armada, sino también para controlar el negocio del narcotráfico, tarea que ejecutan la DEA y la CIA bajo la fachada de la llamada guerra contra este flagelo.
Hoy el paramilitarismo es además un forma concreta de la guerra híbrida que las élites del poder económico y político de Estados Unidos, con la complicidad de los sectores guaidosistas de la derecha venezolana, adelantan contra el país.
La llamada desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia no fue otra cosa que un rediseño del paramilitarismo para adecuarlo a nuevas situaciones y exigencias de la estrategia contrarrevolucionaria planificada por EEUU. Nunca hubo una verdadera voluntad o intención de acabarlos. De grandes estructuras armadas o cuasi ejércitos se dio paso a formas más pequeñas, más flexibles y sobre todo más controlables por el Estado colombiano y la CIA. Nacen así las BACRIM como Los Rastrojos, Las Águilas Negras, las Autodefensas Gaitanistas, entre otros grupos. Aunque ya no existieran bajo el manto, la organización y la estructura de las AUC, siguieron siendo, en esa modalidad difuminada y aparentemente dispersa, en esencia, un brazo oculto de las élites, y de su sector más radical, el uribismo, para sembrar terror en el pueblo colombiano, asesinar dirigentes sociales, desaparecer a las voces que se levantan contra la exclusión política, económica y social que hoy impera en Colombia, así como para penetrar el tejido de la sociedad, fracturarlo, descomponerlo, imponer el crimen y la violencia como cultura, como régimen económico e instrumento de dominación política.
Es clave entender la génesis del paramilitarismo colombiano y las funciones que cumple en el entramado del poder político y económico en Colombia, como instrumento de dominación, opresión y desintegración social, para dar magnitud y gravedad real a la vinculación estrecha que la derecha venezolana aliada con EEUU tiene con este fenómeno. Esta vinculación explica en sí misma los planes de esta derecha y de EEUU para Venezuela: imponerse en las estructuras del Estado venezolano para sembrar y fortalecer la economía del crimen, ganar control territorial para controlar riquezas y extracción de recursos, generalizar el terror y la violencia como dinámica regular de la vida cotidiana, exterminar el chavismo, su dirigencia de base y popular, así como las formas organizativas que desde el seno de la gente surgen y actúan para construir soberanía, economía productiva, construcción colectiva y solidaria, cultura de paz.
De allí que sea urgente, por todo lo que están en juego y en riesgo, que en la sociedad venezolana, en el gobierno en todos sus niveles, en la sociedad en general y en sus espacios organizativos, sociales, políticos y culturales, en todos los sectores y clases sociales, libremos una cruzada histórica contra la siembra y proliferación, contra la penetración de este perverso fenómeno en la vida de nuestro país. En este sentido es central seguir profundizando la unidad entre el pueblo y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, sostener la firmeza del gobierno bolivariano en la defensa de la soberanía. Asimismo, es clave la disposición del pueblo a participar en las tareas por la defensa de la paz y la democracia, incorporándose a la Milicia Bolivariana y creando sus propias formas organizativas como las Brigadas de Defensa popular Hugo Chávez. A la alerta anunciada por el gobierno nacional debemos sumarnos todos y todas los(as) patriotas.
En gran medida un futuro de paz, estabilidad, verdadera democracia, prosperidad y felicidad social depende de que salgamos victoriosos(as) en esa cruzada contra el paramilitarismo.
*Coordinación Nacional Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora
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