25 Ene 2020
Antes de que se comprobara que el virus de Wuhan podía ser transmisible entre seres humanos, el gobierno chino ya había establecido máximas medidas de control internas para proteger a la población y evitar la propagación.
China cuenta con un sistema de detección de enfermedades respiratorias altamente eficaz, capaz de detectar nuevas cepas de virus en tiempo récord, gracias a ello, informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 31 de diciembre sobre un tipo de neumonía de causa desconocida e hizo público su genoma completo el 11 de enero.
Sin embargo, y según datos de la OMS, 41 personas han fallecido y 1 mil 287 casos que han sido confirmados están bajo tratamiento y en observación. Fuera de China, han sido diagnosticados 16 casos: cinco en Tailandia, tres en Singapur, dos en Vietnam, Japón y Corea del Sur y uno en Taiwán y Estados Unidos. Todos contrajeron la enfermedad en China.
La OMS coqueteó con la posibilidad de declarar emergencia internacional, pero hasta ahora no hay un consenso generalizado en el grupo de emergencia que discute sobre el nuevo brote.
Los casos comprobados no son numerosos, además, las autoridades chinas desplegaron acciones rápidas para contener el virus: restricción del libre tránsito, cuarentena en la ciudad de Wuhan (foco de la infección) que se ha extendido a Huanggang, Ezhou, Chibi y Zhijiang, por lo que 21 millones de personas están ahora bajo vigilancia epidemiológica para que cumplan con las medidas sanitarias que evitarán eventualmente el contagio.
Como la gripe H1N1 de 2009, el brote de SARS (síndrome respiratorio agudo y grave, en inglés) en 2002, el coronavirus de Wuhan ataca principalmente el sistema respiratorio.
El origen del brote es por ahora desconocido, tampoco se tiene información precisa sobre el mecanismo de contagio o si puede manifestarse de forma asintomática, es decir, la alarma sobre la severidad de esta enfermedad se disparó primero mediáticamente, reduciendo la responsabilidad al país asiático con titulares como "China es una fábrica incontrolable de epidemias".
Lo primero que debe ocurrir para que un virus o algún patógeno sea declarado enfermedad transmisible, es que alguna persona o animal lo tenga, es decir, un portador en cuyo cuerpo se almacenen millones de cepas de ese virus.
Ahora, ¿existen datos de estudios que prueben que un paciente tiene millones de virus de Wuhan en su cuerpo? Por ahora no. Un brote no es una epidemia, y asumir automáticamente que ante la proyección de algunos casos con igual sintomatología puede convertirse en una es un error, sobre todo cuando se sabe que cualquier resultado de pruebas de anticuerpos son susceptibles de manipulación.
Hay antecedentes que así lo confirman.
Muertes por influenza regular o neumonía se registran anualmente en cualquier país del mundo, sobre todo si los pacientes han presentado patologías previas, son portadores de enfermedades respiratorias crónicas o reúnen condiciones que los hacen más vulnerabes, como la edad.
Una característica que compartían los fallecidos por el virus de Wuhan es que todos eran mayores de 60 años. Pero vale la pena resaltar que, antes de que se produjera la primera muerte comprobada por este virus, ya se hablaba en los grandes medios de una nueva cepa.
El caso más reciente reportado por la OMS fuera de China se registró hace dos días en la República de Corea y es el primer caso del nuevo coronavirus en el país.
Al revisar las palabras que emplea el organismo internacional para referenciar el caso, llama la atención que en el diagnóstico final del paciente destaca que "las pruebas de reacción en cadena para todo tipo de coronavirus fue positivo", y dos días después la misma prueba arrojó positivo para el nuevo coronavirus 2019-nCoV, como también se le ha denominado al virus de Wuhan.
La amenaza de enfermedades incontrolables que llegan a cualquier parte del mundo en apenas días, tiene una utilidad social, económica y política que va más allá de las declaraciones de la OMS. El presidente Xi Jinping y del primer ministro Li Keqiang han exigido que se preste el máximo de atención a la salud pública y que se destinen todos los medios necesarios a la erradicación de la enfermedad, por ello, están construyendo un hospital solo para esta enfermedad y preveen tenerlo listo en menos de 10 días.
Por otra parte, el negocio farmacéutico ha aumentado sus demandas y ya se habla de una posible vacuna, pues para cada virus se espera una.
Muchos negocios de viajes han cerrado ante el miedo que genera ahora mismo hablar de hacer turismo en China, negocios de vigilancia epidemiológica y cuarentena repuntan en el mercado. Es elevado el costo que ha tenido para el gobierno chino frenar la propagación, atender los casos confirmados, los sospechosos y además mantener a raya la paranoia interna y externa.
El impacto de estas enfermedades en los mercados puede medirse por las ganancias que se generan alrededor de los conglomerados farmacéuticos, pero también las pérdidas en otros sectores económicos de marcada importancia.
En 2002, con el brote original de SARS, cuya sintomatología comparte paralelismos con el virus de Wuhan, tuvo un efecto importante en el mercado petrolero registrando un descenso del precio del petróleo del 20%.
El portal Zerohedge cita predicciones de Goldman Sachs con respecto al mercado petrolero y el nuevo coronavirus, advirtiendo que podría registrarse una caída de 260 mil barriles por día en el mercado global de demanda de petróleo, de los cuales 170 mil serían en forma de combustible para aviones si se produce un brote parecido al de 2002.
Otra hipótesis que ha cobrado aún más relevancia en los medios, tiene que ver con la investigación de Jonathan Read, un experto del Reino Unido en la transmisión y dinámica evolutiva de las enfermedades infecciosas.
Read dice que la propagación del coronavirus ha aumentado su tasa de mortalidad de 2.5% a 4%, y que según sus aproximaciones, "si 250 mil personas en Hubei se infectaran antes del 4 de febrero, no menos de 10 mil chinos morirán en las próximas 2-3 semanas". Algo evidentemente aterrador.
El gobierno chino se ha tomado todas las investigaciones en serio y no desestima ninguna cifra, el propio Xi Jinping presidió la reunión en la que se creó un grupo de liderazgo del Comité Central del Partido Comunista para estudiar más a fondo la enfermedad y adoptar las nuevas medidas especialmente relacionadas con el tratamiento de los pacientes.
Los grupos trabajarán en la Provincia de Hubei para dirigir todo desde el terreno, los involucrados tienen la prevención y el control de los brotes de coronavirus como máxima prioridad de su trabajo.
"La vida es de suma importancia. Cuando estalla una epidemia, se da una orden. Es nuestra responsabilidad prevenirla y controlarla", dijo Xi.
Las autoridades chinas centran su esfuerzo en combatir el virus, estabilizar la vida social y económica de las ciudades y la población afectada, tomando en cuenta que en estas fechas las festividades del Año Nuevo chino provocan grandes desplazamientos dentro del país.
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