Por: Richard Canan
Cuando se desclasifiquen los documentos secretos de los intentos de golpe de Estado en contra de Venezuela, de seguro en todas las papeletas aparecerá el nombre del más nefasto y rastrero personaje de la historia política reciente del país, el espurio “Canciller” Julio Borges, proveniente de las filas del partido de extrema derecha Primero Justicia.
Borges es un personaje sin talento alguno, anodino e intrascendente. Su narrativa discursiva jamás ha generado ánimo o emoción en las masas. Sin embargo, montado en el portaviones del tarjetón electoral de su partido, ha logrado apropiarse, como una sanguijuela, de varios cargos relevantes del escenario político electoral venezolano. Con derechos monárquicos, como El Príncipe, encabeza las listas en cuanta elección o convite se presente. Es un arrocero profesional. Un codicioso, siempre maquinando a su favor.
Nada relevante en su currículo, ni es su carrera política. Ningún escrito que evidencie aportes al estado del arte en ningún ámbito del conocimiento. Sin trabajo conocido, ostenta un alto nivel de vida. Es todo un sibarita, al estilo de los más exquisitos jeques y maharajás, viajando como un rey por todo el planeta, dándole duro al vino y la buena mesa. Sus bolsillos siempre llenos de dólares, euros y demás variantes del cochino dinero. Todo producto de su “ardua” labor esquilmando a los dadivosos financistas de los múltiples intentos de golpes de Estado que ha fraguado y ejecutado en los últimos 17 años (es un tremendo fracasado). Vive cómodamente entre Bogotá y Madrid, siempre en First Class, saboreando champaña y caviar a discreción.
Este nefasto personaje salta nuevamente a la palestra porque lo acaban de investir con el graciosísimo y excelentísimo título de “Comisionado presidencial para la Relaciones Exteriores de Venezuela”. Más nada. Se han fabricado un rimbombante cargo de canciller plenipotenciario de la República Imaginaria del deschavetado Guaidó. Todo con el mayor beneplácito de su amo, el inefable Donald Trump, patrono y protector de estos apátridas y desvergonzados políticos de segunda categoría. Por supuesto, todo violando impunemente nuestra Constitución Bolivariana, nuestra soberanía e independencia nacional.
En el nombramiento, vía gaceta imaginaria digital (Twitter, Instagram y Facebook), el autojuramentado Guaidó expresó con sublime emoción que ahora sí, luego de 9 meses dilapidados, debemos “prepararnos para la transición y una potencial elección libre”. Representando el magnánimo e iluminado ciudadano Julio Borges, el protoprócer imprescindible que “se encargará de aumentar la presión internacional sobre la dictadura”. Confesando además que entre sus maliciosas tareas están las de continuar aplicando la máxima presión posible desde el punto de vista “diplomático y financiero”. Es decir, Borges seguirá al frente de la nefasta campaña de bloqueo económico, financiero y comercial que está resistiendo heroicamente el pueblo venezolano. A tamaña confesión, relevo de pruebas. Cárcel para estos apátridas.
En su primer “acto de gobierno”, el espurio “Canciller” Borges, instalado desde la sede de la Cancillería Colombiana (uno de los países que les da cuerda a los locos), masculló emocionado con su precario nivel intelectual: “Se trata de un régimen forajido que pretende desestabilizar toda la región y especialmente Colombia, es un plan diseñado desde La Habana y Caracas para romper todas las democracias del continente”. Como si los gravísimos problemas que padecen los colombianos (décadas de violencia, terrorismo de Estado, drogas y paramilitarismo incluido) fuese responsabilidad de Venezuela y no de los gobiernos locales que han sido incapaces de solucionarlos.
Contrario a esto, el Comandante Chávez siempre bregó por la hermandad, la paz y el respeto a la soberanía e integridad territorial de ambos países. Él generó las mejores condiciones para recibir e integrar legalmente (incluidas las misiones sociales) a millones de hermanos colombianos que llegaron huyendo de la cruenta guerra fratricida y de las precarias condiciones socioeconómicas y las desigualdades sociales imperantes en ese país. La rapiña conservadora continental repite fielmente su guion en todas partes: saquear la renta nacional y dejar solo migajas para el pueblo.
Al Príncipe-Canciller Borges lo reciben con alabanzas, genuflexiones, la alfombra roja y hasta guantes de seda. El odio que transpira la oligarquía en contra del Gobierno Bolivariano, los ha hecho romper las más mínimas normas diplomáticas de respeto y no injerencia en los asuntos internos. La camorra apiñada bajo el denominado Grupo de Lima, ha tenido que subordinarse ante las órdenes del Tío Sam. Deseosos de seguir recibiendo dólares y palmaditas del inefable Trump, han vendido su alma al diablo y han quedado para la historia como perritos falderos.
El “Canciller” Borges pasará a la historia como un triste conspirador fracasado. Nunca verá coronado ninguno de sus maléficos planes. Todo lo que toca lo termina rompiendo. Eso sí, por sus terribles crímenes cometidos en contra la patria, no podrá escapar de la mano implacable de la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario