El presidente Nicolás Maduro ha señalado con suma insistencia la superación de la crisis económica venezolana mediante un reseteo a la estructura, planteando, para empezar, un reacomodo de la política monetaria y una reorientación del aparato rentista petrolero. Desde el 20 de agosto arrancará una nueva reconversión cambiaria y un nuevo cono monetario, al unísono de la ya efectuada derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios.
Los anuncios que realizara el presidente Maduro el pasado 28 de julio también apuntaron a una reversión de las asimetrías existentes en el precio de la gasolina, convocando a un censo nacional del parque automotor venezolano que ha registrado ya más de 1 millón 500 mil propietarios de diversos tipos de unidades.
Esos anuncios suponen un replanteamiento de la política económica, que en el caso de la gasolina expone un caudal de datos y cifras indispensables. Más allá, es necesario comentar los bemoles políticos nacionales y los que trascienden más allá de nuestras fronteras.
Es necesario también sopesar estos elementos por venir acompasados con el intento de magnicidio que sufriera el presidente recientemente. Como él mismo lo señalara, el intento de su asesinato estaría vinculado con el detonante que sería el viraje económico propuesto y que, según sus palabras, reestablecería nuevos equilibrios en la economía venezolana.
La gasolina en cifras
Producción. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) señaló que Venezuela produjo durante 2017 un promedio de 179 mil barriles diarios de gasolina, el equivalente a unos 26 millones 850 litros de gasolina al día (a razón de 150 litros por barril). Una cifra que, acorde a las estadísticas que PDVSA ha ofrecido a la OPEP, representa 12% menos que el año previo.
El descenso en la producción de gasolina viene justificado por la falta de divisas debido a los decaídos precios petroleros durante los últimos cuatro años, además, el boicot a los sistemas de procura internacional para la refacción de la infraestructura de refinación de crudo, cuyas tecnologías son dependientes de Estados Unidos.
Consumo. Datos de la OPEP dan cuenta de que, para 2017, en Venezuela se consumió un promedio de 195 mil barriles diarios de gasolina, unos 29 millones 250 mil litros. A la luz de las cifras de producción de gasolina en el país, es evidente que Venezuela recurrió durante el año pasado a la importación de unos 26 mil barriles de gasolina al día. Según el sitio web Banca y Negocios, este sería el sexto año consecutivo de déficit de la producción nacional frente al consumo interno.
Precio. Venezuela tiene el deshonroso primer lugar en el mundo de la gasolina más barata. Tan barata que su precio es irrisorio. El presidente Maduro afirmó el pasado 28 de julio que "decir que en Venezuela la gasolina se regala es poco, pagamos por echarla. Aquí la gasolina no vale nada. Pero decir eso es mentira, sí vale mucho, la paga el Estado".
En cifras, el precio actual de la gasolina de 91 octanos es de 1 bolívar fuerte. Con 1 dólar, al precio oficial más alto (en este momento de 2 millones 900 mil bolívares a tasa para remesas), es posible comprar 2 millones 900 mil litros de gasolina de ese octanaje. Suficiente combustible para recorrer la Tierra unas 2 mil 500 veces.
Actualmente en Venezuela se paga por 1 litro de gasolina de 95 octanos sólo 6 bolívares fuertes. El precio de esa gasolina en dólares, acorde a la tasa oficial para remesas, sería entonces de 0,000002 dólares, mucho menos de un centavo de dólar.
Si para ambos casos se emplea como factor de conversión el tipo de cambio paralelo, el precio de la gasolina venezolana sería aún más irrisorio en dólares.
Monto del subsidio. El precio artificialmente bajo o más bien gratuito de la gasolina venezolana es posible gracias a la política de subsidio ejecutada por el gobierno venezolano. No obstante, la política de no impactar los bolsillos de la población e intentar contener (efímeramente) en la baja las estructuras de costos asociadas al transporte, ha generado un serio daño a las finanzas nacionales. De acuerdo con un informe financiero de PDVSA, para los años 2014 y 2016 el subsidio generó una pérdida neta de 24 mil 549 millones de dólares. Una cifra menor al total del equivalente por pagos de servicios de deuda externa del país en los próximos tres años.
Douglas Barrios, investigador del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, refirió para el medio Prodavinci que "en los últimos 15 años hay un monto acumulado que ronda los 135 mil millones de dólares" en pérdidas por el subsidio.
Costo adicional. Además del altísimo costo neto del subsidio, es indispensable sopesar el costo de oportunidad, o lo que deja de ganar el país si la gasolina venezolana se distribuyera al extranjero a precio internacional, a razón de unos 0,85 dólares (precio promedio en Estados Unidos) por litro. Si Venezuela exportara unos 50 mil barriles de gasolina al día a ese precio, en lugar de consumirla en el país a los actuales precios, la nación recibiría un ingreso neto de casi 2 mil 400 millones de dólares en un año. Un 20% más que la cifra estimada por ingresos proyectados por el Arco Minero del Orinoco para 2018.
Beneficiarios del subsidio. Estrictamente por la gasolina subsidiada, hay dos grupos de beneficiarios. Quienes poseen vehículo particular, los cuales se benefician directamente, y quienes se benefician indirectamente por servicios de transporte público (empresas estatales) y transporte por operadores privados con servicio al público (estos últimos mal llamados comúnmente "transporte público"). El asunto es que el precio artificialmente bajo del combustible no siempre se ve reflejado en las tarifas de los operadores privados, las cuales están en estos tiempos hiperinflacionarios constantemente al alza por múltiples razones, como la especulación y el costo de mantenimiento de las unidades.
Pero el asunto es más intrincado. Según Douglas Barrios, la población venezolana es apenas el 65% de la población beneficiada del subsidio. Afirma que el 45% de la población beneficiada restante está fuera de las fronteras venezolanas, especialmente en Colombia, debido al flagelo del contrabando.
Contrabando. En septiembre de 2014, el entonces presidente de PDVSA Eulogio del Pino señaló que la cifra de contrabando de gasolina se ubicaba entre unos 50 y 100 mil barriles diarios. Cifra difícil de esclarecer milimétricamente por las denominaciones y modalidades de este flagelo que, seguramente, se ha acelerado en los últimos años al profundizarse las asimetrías cambiarias que lo generan.
El presidente Maduro, a sólo horas luego del intento de magnicidio, apuntó que el país sólo el año pasado habría perdido unos 6 mil millones de dólares por este flagelo favorable a Colombia. Si decantamos esa cifra, dividiendo 6 mil millones de dólares entre 0,85 dólares (precio estadounidense de la gasolina), la cifra del contrabando en litros sería de 7 mil 58 millones de litros anuales, unos 19 millones 339 mil litros al día. Una cifra más grande que la que ofrece Douglas Barrios.
El aumento de la gasolina en Venezuela y su impacto en Colombia: ¿combustible de magnicidio?
El presidente Maduro no tardó en señalar a Juan Manuel Santos y a altas esferas de la parapolítica colombiana por estar detrás del atentado que sufrió. Sobre este hecho confluye el eje paramilitar, la mano de Álvaro Uribe y el despliegue de los operadores que en el corredor fronterizo facilitaron la logística de los autores materiales del atentado fallido, como han revelado las investigaciones de la Fiscalía venezolana sobre este caso.
Veamos lo siguiente. En Colombia tienen muy claro lo que significaría, en pérdidas, el arbitraje del Estado venezolano para sustituir el actual modelo de subsidio a la gasolina y otorgarlo en cambio a los consumidores. Ese es el esquema que se tendría previsto, según lo asomado por Maduro al hacer sus anuncios en esa materia, cuestión aún por aclarar al detalle.
La paraeconomía colombiana, estructurada alrededor del corredor fronterizo colombo-venezolano, tiene una clara asociación al flujo de la gasolina del contrabando. Si la gasolina venezolana fuera colocada a precios internacionales, el contrabando podría sufrir un serio revés.
La cifra va mucho más allá de los 6 mil millones de dólares por contrabando de gasolina señalado por Maduro, pues del combustible se derivan otros negocios; uno de ellos es el narcotráfico. En junio de este año, las autoridades de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas en Estados Unidos (ONDCP, por sus siglas en inglés) revelaron un significativo aumento de la producción de cocaína en Colombia, pasando de 772 toneladas métricas de la droga producidas en 2016 a unas 921 toneladas métricas estimadas para 2017.
La gasolina de contrabando desde Venezuela, por su bajo costo, es un ingrediente fundamental para la producción de la pasta de cocaína en Colombia, el mayor productor de esa droga en el mundo. Un kilogramo de cocaína demanda unos 10 galones (unos 37,8 litros) de gasolina para su producción. Esto quiere decir que la producción de cocaína en Colombia, el año pasado, demandó unos 9 millones 210 mil galones de gasolina, unos 34 millones 813 mil litros de combustible que seguramente provenían desde Venezuela.
La afectación a las estructuras de costos del narcotráfico, y además las ganancias que los contrabandistas podrían dejar de percibir en Colombia, serían abismales, si Venezuela equipara el precio de su combustible con el de la nación vecina. Ni hablar de las derivaciones en el lavado de capitales y caída del flujo de circulante monetario en el eje fronterizo, de ocurrir un quiebre en esos paranegocios propiciado por medidas desde el lado venezolano. Es decir, hay actividades legales, movilización de bienes y servicios del lado colombiano, que también caerían con las actividades ilícitas. Una cifra que, en conjunto entre las actividades lícitas e ilícitas, se podría estimar en unos 12 mil millones de dólares al año. El equivalente a casi la mitad de lo que ingresó a Venezuela en 2017 por exportaciones petroleras.
Por otro lado, hay un componente agregado muy significativo. La economía colombiana en conjunto necesita y necesitará el ingreso de gasolina de contrabando en su eje oriental, por la caída estructural de la producción interna de crudo. En diciembre del pasado año, el presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos de ese país, Orlando Velandia, señaló que las reservas de crudo "tienen un horizonte de 4 años ó 4 años y medio".
Esto quiere decir que Colombia, a menos que descubran cuantiosos nuevos yacimientos petroleros, perderá suficiencia petrolera y, en consecuencia, tendrá que importar crudo para el suministro interno de combustibles, preámbulo de un estallido social en ciernes por el aumento de los costos del combustible en ese país, pues ya tiene una de las gasolinas más caras del mundo, sin ningún tipo de subsidio.
Las referencias al recrudecimiento del belicismo contra Venezuela y el patrocinio de un magnicidio contra el Presidente venezolano desde Colombia, señaladas estas razones económicas, son más que sobradas como algunos causales concretos. He allí que las acusaciones de Nicolás Maduro no son en absoluto destempladas.
Por otro lado, resolver la asimetría profunda del precio de la gasolina en Venezuela, cuestión que no sería inmediata, supone para la política económica del Gobierno emplear una estrategia de un nuevo (y también costoso en bolívares) tipo de subsidio para hacer efectiva su política de resguardo del combustible venezolano, para reequilibrar la estructuras de costos de PDVSA e incluso generar nuevos ingresos al fisco. Una tarea ardua que Maduro ha señalado como "un nuevo comienzo económico", o fórmula para la superación del modelo rentista-petrolero. Una arista para la recuperación económica.
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