Por Elijah J. Magnier
El presidente Putin aceptó reunirse con su contraparte turca, Recep Tayyib Erdogan, quien fue a Moscú buscando un cese al fuego que no podía anunciar unilateralmente sobre el campo de batalla donde había perdido el momentum. Miles de soldados turcos fueron empujados al frente contra el ejército sirio y sus aliados porque decenas de miles de yijadistas desplegados en Idlib y sus alrededores rurales fueron incapaces de defender los intereses turcos en el noroeste de Siria. En el mejor de los casos, el presidente Erdogan salió luego de la sexta hora de negociaciones como un ganador en ciertos aspectos, pero con sus alas cortadas. El presidente Putin hábilmente le enseñó al presidente turco las debilidades de su caso. Siria permanecerá unida.
Una fuente bien informada dijo que “Erdogan quería un cese al fuego en Idlib, pero no podía anunciarlo él mismo porque le habría costado mucho domésticamente. Perdió la guerra cuando no logró recuperar Saraqib y la totalidad de la autopista de 70 kilómetros que une a Alepo y Damasco, conocida como la M5. Quería que Putin le lanzara el salvavidas. El presidente ruso lo comprendió y salvó a su socio en los negocios de la humillación”.
El presidente Erdogan aceptó los términos sobre la base del acuerdo de Astaná para llegar a un trato, reconociendo el papel de Irán, quien pronto organizará una cumbre entre los tres presidentes. Putin y Erdogan no estuvieron de acuerdo en todos los puntos, en particular debido al deseo turco de establecer una zona tierra de nadie en la provincia kurda de Siria y dislocar a los kurdos de Ain al-Arab.
El argumento de Erdogan sobre los refugiados que se iban en desbandada de su país fue fácilmente desmantelado. Putin entiende que Turquía está organizando la transferencia a Grecia de refugiados afganos, somalíes, iraquíes, y de otros lugares, junto a los sirios. Turquía apuntaba a presionar a la comunidad europea para que honrase sus compromisos financieros.
Aún más importante, el presidente Putin no le dio espacio para maniobrar al presidente Erdogan en torno a la M5 y la M4 (la carretera Alepo-Latakia), dos autopistas que se suponía que para octubre de 2018 debían estar despejadas. Erdogan había establecido puntos de observación adicionales para expandir el control de los yijadistas. El ejército sirio liberó la M5 durante los últimos meses de batalla, donde más de 210 ciudades y pueblos volvieron al poder de las fuerzas gubernamentales. Erdogan aceptó abrir la M4 junto a Moscú, ahora bajo control yijadista. Esta es una victoria importante para el ejército sirio, a pesar de las dudas sobre si los yijadistas acepten asegurar la circulación de civiles en la carretera. Se espera que las tropas rusas y turcas patrullen la autopista luego del 15 de este mes.
Si Turquía no cumple el acuerdo y permite la reapertura de la M4, Rusia y sus aliados no dudarán en retomar el control por la fuerza, pero, en esta oportunidad, sin la intervención del ejército turco. Ankara envió su ejército para apoyar a los yijadistas y detener el avance del ejército sirio. Fracasó en el intento. Erdogan llegó a Rusia con su única, y repetitiva, petición. Ya no puede fallar en sus promesas luego de la dura batalla de Idlib, durante los últimos meses. Putin le dijo con aspereza que la muerte de los 33 soldados en el convoy que fue atacado la semana pasada, en febrero, se debió a la presencia del ejército turco junto a los yijadistas y por no informarle a Rusia de su posición, tal como se acordó. Erdogan no tuvo respuesta a este argumento, lo que lo vuelve responsable de la muerte de sus soldados y la humillación de estar en la compañía de los yijadistas que se suponía que debía combatir. Públicamente, el presidente turco acusó al ejército sirio de todas las violaciones, para evitar la responsabilidad doméstica por la muerte de sus soldados.
Putin llevó a Erdogan a reconocer su fracaso de cumplir con lo prometido de separar a los yijadistas de los rebeldes, un aparente irrespeto al acuerdo de Astaná.
¿Logrará Turquía separar a los yijadistas de los rebeldes? ¿Será despejada la M4? Ya no es un factor crítico el que Turquía honre sus compromisos. Si no lo hace, Rusia retomará su operación militar y avanzará hacia la ciudad de Idlib. Erdogan ya no estará en posición de defender a sus rebeldes y yijadistas porque estaría poniendo a su ejército a merced del bombardeo ruso y sirio.
Erdogan cometió el mayor error de su vida al forzar sus tropas al campo de batalla: permitió que el ejército sirio bombardeara posiciones turcas y destruyera sus drones. El ejército sirio se hizo con activos militares turcos como botín de guerra, y mató soldados y oficiales turcos de forma impune. Se cruzó la línea roja, y la confrontación puede repetirse sin titubeos desde Damasco si Turquía no respeta los compromisos firmados en Moscú.
Tras la reunión Putin-Erdogan, los yijadistas están al tanto de que Turquía ya no se encuentra en posición de defenderlos, a ellos o su causa. Les quedan pocas opciones: pelear y morir en Siria o abandonarla vía el noreste, donde Turquía todavía conserva territorio sirio.
Los catorce puestos de monitoreo turco en la zona liberada por el ejército sirio permanecerán protegidos en todos sus puntos hasta que lo desee Erdogan, cortesía del Zar del Kremlin, que quiere evitarle más humillaciones a su invitado. Rusia está haciendo un esfuerzo enorme por no humillar al presidente turco, y está buscando su colaboración, además de una relación a largo plazo.
Putin estaba al tanto de que la OTAN, Estados Unidos y la Unión Europea le dieron la espalda a Erdogan. El presidente turco vino a rendir Idlib, salvar las apariencias, y pedir más concesiones en el noreste de Siria, donde los Estados Unidos todavía están presentes, robando el petróleo del país. Putin le dejó una puerta abierta a los kurdos para cuando, como el hijo pródigo, regresen a los brazos del gobierno sirio. El presidente ruso también está consciente de que los Estados Unidos no pueden permanecer por mucho tiempo en Siria. Por lo tanto, no puede prometerle nada a Erdogan que apoye una presencia a largo plazo en Siria, más aún cuando ambos presidentes acordaron y anunciaron la participación kurda en el comité para la reforma constitucional. En esta oportunidad, aceptó que Rusia acelerara las reformas con la ayuda de los kurdos. El objetivo es el ayudarlos a separarse y que salgan del paraguas de los Estados Unidos.
Un Putin fuerte le tendió la mano a un Erdogan debilitado. Sus intentos por participar en el suelo del Levante marca una incursión en la arena del Kremlin. El presidente ruso no ha perdido de vista que la relación con su socio turco debe manejarse con cuidado, y que las promesas de Erdogan no pueden tomarse al pie de la letra. Pero Turquía también sabe que Rusia golpeará más fuerte la próxima vez que el acuerdo de Astaná y su anexo sean violados, además de que los aliados de Putin en Siria estarán más atentos a cualquier futura confrontación contra el ejército turco en Siria. Erdogan -que asumió el peso de ser la punta de lanza del derrocamiento del estado sirio en 2011- ya no puede ofrecer su protección. Más bien él mismo está buscando la manera de salir de este dilema con la menor cantidad de heridas posible. Llegó el momento para que Turquía abandone Idlib.
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